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Una pequeña Doñana en el corazón del casco histórico de Córdoba

Moritos desde el Puente Romano

Alfonso Alba

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En pleno corazón del casco histórico de Córdoba, en una zona declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco, sobrevive entre dos puentes sobre el Guadalquivir un espacio natural único, con una variedad de especies de aves muy similar a la que se puede encontrar en Doñana. Son Los Sotos de la Albolafia, un monumento natural enclavado en el tramo urbano del río Guadalquivir a su paso por la ciudad andaluza. Estos sotos, muy admirados en la ciudad, albergan una enorme cantidad de vegetación que protege, a su vez, a miles de aves, propias, invasoras o migratorias.

Los naturalistas Diego Peinazo y Juan Manuel Sánchez acaban de actualizar la guía de Aves del Guadalquivir en el tramo urbano de Córdoba. El libro, que se publicó hace una década, se va actualizando conforme se van observando nuevas especies, que se fotografían y se documentan. Los autores, de esta forma, han logrado identificar desde principios del siglo XXI a más de 190 especies de pájaros diferentes en el corazón urbano de la ciudad de Córdoba, una variedad impresionante en un espacio tan pequeño... y tan rodeado por una ciudad de 320.000 habitantes.

Tanto Peinazo como Sánchez son observadores habituales de los Sotos de la Albolafia. Para identificar a las aves no hay que ser un aventurero ni apostarse en lugares imposibles. En muchas ocasiones basta con apoyarse sobre los pretiles de uno de los dos puentes que cruzan el Guadalquivir y limitan este espacio, el Puente Romano o el de San Rafael, y disponer de una buena cámara con teleobjetivo.

“La vegetación del río es muy variada y está formada por tarajes, álamos, fresnos, sauces… entre los que crecen adelfas y zarzas, y en las zonas más húmedas, eneas, lirios y carrizos. El río alberga en sus orillas una rica y variada fauna que abarca desde los mamíferos (son famosas las nutrias) hasta los invertebrados más pequeños. Las aves constituyen la parte más notoria y vistosa de esa fauna”, explican, en la última actualización de la guía.

Sorprende y “emociona” una variedad así a las puertas de casa

Ambos insisten en que “sorprende y emociona cuando desde el Puente Romano se pueden ver aves grandes como las garza reales, coloridas como los abejarucos, buceadoras como los cormoranes, alborotadoras como las grajillas, melodiosas como las currucas o espectaculares como el martín pescador. Y todas ellas entre la Calahorra y el Alcázar de los Reyes Cristianos”, señalan. Son aves propias de otros espacios más alejados del mundanal ruido, de una zona que cada año visitan más de dos millones de turistas, además del trasiego habitual de la ciudad.

“Los puentes son los miradores ideales para contemplar infinidad de aves y sus evoluciones, sobre todo cormoranes, gaviotas, garzas, martinetes, grajillas, palomas... Las arboledas ribereñas nos permitirán, con paciencia, observar a las aves más pequeñas, pero no menos espectaculares: herrerillos, carboneros, mitos, currucas, ruiseñores, colirrojos, moscones, alcaudones...”, recomiendan en la actualización de una obra muy esperada por los naturalistas andaluzas.

“En las zonas ajardinadas que hay junto al río (Miraflores, avenida del Alcázar, plaza de Andalucía o Jardín Botánico) podremos ver bisbitas, cogujadas, verdecillos, jilgueros, tarabillas, mirlos, etc. Al caer la tarde hay que situarse en las inmediaciones del molino de Martos para observar la llegada de bandadas de garcillas, moritos (a veces), estorninos y grajillas que acuden a dormir en la arboleda. A esa hora salen también de sus posaderos los martinetes que son de hábitos nocturnos. Es recomendable llevar unos prismáticos para apreciar bien los detalles de las aves más lejanas”, detallan.

Entre las 190 especies documentadas están algunas que “se han dejado de ver” y otras “invasoras”, como es el caso de las cotorras argentinas, que ya se han dejado caer por el Guadalquivir, además de invadir los parques de la ciudad.

“El objetivo de este trabajo es ayudar a la ciudadanía a conocer y reconocer las especies de aves que viven en el río. Esperamos que del conocimiento se derive el aprecio y que todas las personas sepamos valorar y cuidar el tesoro que encierra nuestro río”, concluyen los autores de un documento que ejemplifica su amor al medio ambiente y a una zona tan especial como son los Sotos de la Albolafia.

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