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SEQUÍA
La mitad de comida: la sequía reduce en un 50% la producción agroganadera

Sequía en el entorno de La Breña II

Alfonso Alba

5 de septiembre de 2022 06:00 h

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Desde los años noventa, el campo no vivía una situación tan dramática como la actual. Este 1 de septiembre arrancó el llamado año agrícola y lo ha hecho con el peor de los pronósticos: la producción caerá, de media, en un 50% en todos los sectores, según han confirmado las diferentes organizaciones agrarias de la provincia de Córdoba. La sequía, el calor extremo, la inflación, la subida de los costes de producción y la crisis de precios en origen han desatado una tormenta perfecta sobre el agro que amenaza con la supervivencia del medio rural. El coordinador provincial de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA) en Córdoba, Miguel Cobos, le pone incluso cifras: cada año, casi un millar de agroganaderos cordobeses lo deja. Sus tierras o su explotación o bien se deja de cultivar o pasa a manos de grandes fondos, que hace que se vuelva a aumentar la concentración en cada vez menos manos. Y los pueblos, sin trabajadores, languidecen.

La tormenta perfecta de septiembre está en que los costes se han duplicado (el gasoil o la electricidad son un 100% más caros ahora que hace justo un año) y que la sequía extrema ha rematado la producción agraria. Córdoba, por ejemplo, no es una provincia donde abunde el regadío. Al contrario, en Córdoba hay más embalses (y más grandes) que en el resto de Andalucía. Pero lo que abunda es el secano.

La mitad de la producción agraria de Córdoba depende del olivar. Aunque poco a poco va creciendo la superficie de intensivo y, por tanto, de regadío, la mayor parte sigue siendo de secano. La falta de lluvias y el tercer año consecutivo de sequía está provocando un enorme estrés hídrico en los olivos. Tanto que si una cosecha normal es la provincia produce 300.000 toneladas de aceite de oliva, para la próxima campaña se esperan entre 150.000 y 200.000 toneladas. Aunque Cobos advierte: “todo dependerá del otoño”. Si llueve, mejorará el fruto y aumentará la producción. Si no llueve de manera abundante, la cosecha será histórica pero por escasa.

La escasa producción prevista está provocando, a la vez, que se vayan incrementando los precios. Ya hay partidas de aceite de oliva que se venden en origen a más de cuatro euros el kilo. Y esa es la barrera psicológica que los productores temen como a una vara verde. Atrás queda la crisis de precio de hace cinco años, cuando unos precios por encima de los cuatro euros redujeron el consumo y que los clientes finales optaran por otras grasas más baratas. Precios tan altos provocan que el mercado, que tanto cuesta conquistar, se vuelva a reducir.

Ahora mismo, según el sistema PoolReed, el kilo de aceite de oliva virgen extra se estaba vendiendo, de media, a 3,94 euros. El virgen se iba a los 3,87, mientras que el lampante crecía hasta los 3,81 euros. Una cantidad extrañamente alta.

El 30 de septiembre está previsto que se cierre el grifo de los embalses para el regadío de los cítricos del Bajo Guadalquivir. Las dotaciones actuales han sido un tercio de las habituales. Así, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) permitió hasta 1.250 metros cúbicos por hectárea, cuando lo habitual ronda los 3.000 o 3.500 metros cúbicos. Con ese riego, los agricultores han logrado mantener vivos los árboles, pero no mejorar su producción. Se espera también que la campaña de la naranja se reduzca a la mitad. Y se teme que si no llueve y si no se puede volver a regar en la próxima campaña el desastre sea mayúscula: los árboles se secarán. Los cítricos tardan años en producir de nuevo, una vez replantados.

La Campiña es la tierra de los herbáceos, del trigo duro, del blando o del girasol. Ya en las últimas campañas la cosecha ha sido entre un 30 y un 50% inferior a la de la década pasada. En este caso, todo dependerá de lo que ocurra durante el año. Son cultivos de secano que dependen de la lluvia de otoño, invierno y especialmente primavera. “Las decisiones sobre las siembras para la próxima campaña están quedando muy condicionadas y hay incertidumbre”, aseguran desde COAG.

Sectores ganaderos 

El gran problema de la ganadería, como detalla Miguel Cobos de UPA, no está en la sequía, que también (en Los Pedroches se están fletando camiones cisterna para dar de beber al ganado), sino en el brutal incremento de costes de producción. Las vaquerías del norte de la provincia de Córdoba necesitan refrigerar la leche (electricidad) y el uso del transporte ganadero (gasóil) para una multitud de trabajos. Además, COAG señala que “la alimentación animal se ha encarecido por el aumento de precio de fertilizantes, combustibles y por la falta de disponibilidad de materias primas. La paja el año pasado estaba a 55€/paquete grande de cuatro cuerdas y este año a 95€. Con la alfalfa ha ocurrido lo mismo pasando de 170€ el año pasado a más de 190€ este año”. 

El problema en Córdoba es tan dramático, recuerda Cobos, que se están sacrificando vacas. COAG señala que en el caso del vacuno de carne el principal “aumento del coste” está en el “aportar agua al ganado, por falta de disponibilidad de los recursos habituales: gasto en energía y horas de mano de obra para trasladar y suministrar esa agua. Además, en algunos casos se ha tenido que acometer inversiones para la construcción de pozos. Desde el punto de vista de la alimentación, también se están produciendo y se van a producir costes no habituales: hay una recogida de forraje menor (entre un 40-75% menos). Esta situación se repercutirá en unos meses porque esta materia prima está subiendo. Los animales se están comiendo los pastos que se tendría que comer más adelante”, señalan. 

En el ovino-caprino carne es una situación similar: “menos pasto en el campo y eso supone un encarecimiento en la alimentación. Había pastos en primavera pero a finales de mayo ya estaban secos. Se podría cuantificar el sobrecoste en alimentación en un 20-25% más que se tiene que comprar. También dificultad para suministrar agua y eso supone un mayor gasto para llevar camión de agua (energía y mano de obra) y no poder llevar el ganado a determinados pastos porque no tienen acceso al punto de agua”, señalan desde COAG. 

En cuanto a la leche, “la sequía ha afectado mucho a los pastos, tanto en las cosechas de maíz, como en los ensilados, que han descendido a la mitad, lo que afectará en una mayor necesidad de comprar alimento externo, generando un sobrecoste”.

En Los Pedroches hay una gran producción de cerdos. “En el caso de granjas de madres reproductoras se ha producido un sobrecoste en la necesidad de usar energía, si bien el impacto es limitado, dado que el 80% de las explotaciones tienen implantación de energías renovables. Además, si hay buena refrigeración el incremento diario de peso de los animales no debería notarse, aunque dado lo elevado del calor, incluso nocturno, se han alcanzado pesos menores al final de los ciclos (5-7 kg por animal), lo que impacta en las liquidaciones percibidas. También se ha doblado la mortandad por elevado calor (hasta un 6-7%), lo que repercute en los rendimientos e ingresos finales. En granjas de engorde, es habitual que no dispongan de refrigeración (hasta un 50% de las granjas), lo que ha supuesto mayores dificultades para que los animales comieran y desarrollaran su ciclo con normalidad. Este tipo de granjas, que no tienen implantación de renovables tan generalizada, van a tener que realizar inversiones para implantar refrigeración, lo que supone un gasto en inversión y un gasto corriente más por el uso de energía”, señala COAG. 

Peor lo han pasado los pollos. “Los periodos más largos de elevado calor están afectando mucho al uso de energía necesaria para la refrigeración. También afecta a la conversión de pienso a carne (se necesita entre un 5 y un 8% más de pienso para llegar al mismo peso), algo que afecta directamente a las liquidaciones. También se tarda más tiempo en llegar al peso requerido (de 42 a 45 días)”.

La sequía impacta severamente también en la avicultura. La falta de lluvia está dejando al límite las colmenas, al no haber alimento a disposición de las mismas, lo que ha llevado a complementar con alimentación, suponiendo un coste adicional. “Se espera un 60-70% menos de cosecha, lo que derivará en menores ingresos. Se habla de una situación de supervivencia de las colmenas. A esto hay que añadir, la dificultad de acceso a puntos de agua por parte de las abejas, lo que deriva en la necesidad de trasladar agua a las colmenas, con el consiguiente coste adicional en energía y mano de obra”, señala COAG.

“El agricultor es muy paciente y muy poco a poco se van abandonando las explotaciones. El agricultor empieza a dejar de echar gastos, se echa menos abono, poda menos, menos tratamientos fitosanitarios. Va reduciendo los costes al máximo”, explica Miguel Cobos sobre el progresivo proceso de abandono agroganadero a consecuencia de esta tormenta perfecta. “Eso trae consigo menos producción y abandono paulativo de la producción”, señala.

“Al final el agricultor se jubila o fallece, no hay relevo generacional, lo compra otro y aumenta el tamaño de la explotación”, señala. Y pone cifras. En Andalucía, según datos de la PAC, cada año hay 5.000 beneficiarios menos. Hace cinco años en Andalucía había 240.000 perceptores de ayudas comunitarias, ahora son 220.000. En Córdoba, de 44.000, se ha bajado a incluso menos de 40.000.

“Ahora mismo estamos en una situación extrema. Si este año hidrológico no llueve de forma suficiente no sabemos qué va a ocurrir”, concluye Miguel Cobos.

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