Jóvenes de Córdoba descubren en un taller la pobreza detrás del comercio del cacao

El consumo de chocolate se ha disparado desde la pandemia. Sin embargo, en Ghana y Costa de Marfil, principales países productores de cacao, los agricultores reciben aproximadamente un 40% menos del precio necesario para cubrir costes y vivir dignamente. Mientras tanto, las multinacionales e intermediarios acaparan cada vez más el precio de venta final, dejando a las familias cacaocultoras tan solo entre el 3% y el 7% del precio de una tableta de chocolate. Estos son tan solo algunos datos del último informe publicado por la Coordinadora Estatal de Comercio Justo, donde se alerta de la pobreza y la explotación infantil que arrastran estos países.

De esta realidad se ha hablado en dos talleres celebrados esta semana en las bibliotecas de Poniente Sur y del Distrito Norte bajo el nombre El viaje del cacao, dirigido a adolescentes de 12 a 14 años. Esta actividad forma parte del programa Cambiemos el cuento, impulsado por la Red Municipal de Bibliotecas dentro de la iniciativa Bibliotecas por el Comercio Justo de la cooperativa IDEAS.

A través de una dinámica de roles, los participantes han representado los distintos eslabones de la cadena de suministro del cacao, experimentando de primera mano las desigualdades del comercio convencional frente al modelo del Comercio Justo. El taller ha buscado sensibilizar sobre los retos globales del desarrollo, los impactos del consumo y su relación con la equidad, la pobreza, la desigualdad y los derechos humanos.

El informe anteriormente citado subraya que la situación de pobreza de los productores no parece mejorar: actualmente, las familias cacaocultoras reciben entre un 3% y un 7% del precio de venta final de una tableta de chocolate. Esto contrasta con el 50% que recibían en los años 70 y el 16% en los 80, mostrando un deterioro progresivo de los ingresos de los productores. Además, entre las compañías chocolateras no hay un compromiso firme para garantizar ingresos dignos a los agricultores y agricultoras.

Este taller ha ofrecido, así, una experiencia educativa que ha invitado a los jóvenes a reflexionar sobre el impacto de sus decisiones de consumo y la necesidad de apoyar alternativas comerciales que respeten los derechos de los productores y el medio ambiente.