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Entidades de Córdoba advierten del uso deshumanizador del término “mena” tras su inclusión en la RAE

Centros de menores inmigrantes no acompañados

Alejandra Luque

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La Real Academia Española (RAE) incorporó el pasado 15 de diciembre una nueva definición de “mena” a su diccionario para definir al inmigrante menor de edad que no cuenta con la atención de ninguna persona que se responsabiliza de él. Una decisión que ha alentado el debate sobre el uso del lenguaje en relación con la infancia migrante y cómo se ha aceptado incluir este término que deshumaniza a los menores y los vincula con delincuencia. Así los sostienen las dos asociaciones que han trabajado con migrantes en Córdoba, como son Córdoba Acoge y Cáritas.

En la nota de prensa que la RAE difundió no apareció la inclusión de esta ampliación del término meno y optó por referirse a conceptos nuevos que pasaban desde ya a formar parte del Diccionario, como microteatro, milenial o turismofobia. Es en un apartado de la página web del Diccionario donde sí se puede ver esta nueva actualización, la versión 28.1. En ese documento, la propia institución reconoce que el término mena se emplea, “a veces, con sentido despectivo”.

Para las entidades sociales que trabajan con menores en Córdoba, el problema no es únicamente la inclusión del término, sino el uso que se ha normalizado en el discurso público y mediático. Desde Córdoba Acoge, entidad que cuenta con un sistema de monitorización de medios de comunicación y del empleo del lenguaje, recuerdan que “mena es un acrónimo; un término técnico utilizado históricamente en el ámbito social y administrativo”, pero denuncian que su uso actual responde a una deriva claramente xenófoba.

Menores no acompañados

“Se ha convertido en una palabra que deshumaniza la dimensión humana de niños, niñas y adolescentes, además en una situación de especial vulnerabilidad”, señalan desde la entidad. Según explican, el acrónimo ha sido transformado en un sustantivo con una carga negativa constante, utilizado casi exclusivamente para asociar a estos menores con delincuencia o conflicto social.

Desde Córdoba Acoge insisten en que la inclusión del término en el diccionario responde a su uso social, pero recuerdan que el lenguaje nunca es neutro. “Que la RAE lo recoja es consecuencia de que se utiliza, pero el significado depende de las connotaciones que se le atribuyan. En este caso, su uso es estigmatizante y desposee de humanidad”. A ello mismo se refirió la semana pasada la Asociación Marroquí para la Integración de los Inmigrantes, que, pro el mismo motivo, ha criticado la ampliación de este término para referirse a los menores no acompañados.

En una línea similar se expresa Cáritas, que pone el acento en la necesidad de hablar siempre desde la centralidad de la persona, evitando etiquetas que acaban marcando de forma permanente a quienes las reciben. El responsable del programa de Personas en Situación de Sin Hogar de Cáritas, José Luis Rodríguez, subraya que “la sociedad atraviesa un momento en el que existe una tendencia creciente a poner nombres y etiquetas a colectivos muy diversos”.

“Depende de las connotaciones que se le vayan dando a cada realidad, esas etiquetas pueden ser positivas o negativas”, explica Rodríguez. Desde Cáritas, añade, siempre se ha apostado por hablar de personas concretas, con nombre y apellido, y no de categorías abstractas. “Las personas viven una situación concreta, que puede cambiar o no, pero ponerles una etiqueta es algo que luego es muy difícil de eliminar”. Por ello, Cáritas defiende un enfoque basado en el acompañamiento, independientemente de la situación administrativa o social. “Siempre vamos a hablar de acompañar a personas, sea cual sea la realidad que tengan o la situación en la que estén”, concluye.

Atención a menores no acompañados

¿Qué proceso sigue la RAE para incluir nuevos términos?

La actualización del Diccionario es un proceso continuo que no se limita a la incorporación de nuevas palabras, sino que también incluye la revisión, modificación o supresión de artículos y acepciones ya existentes. Cada nueva edición implica identificar términos que han surgido o han adquirido nuevos significados, así como revisar aquellos que ya formaban parte del diccionario para adaptarlos a los cambios en el uso del idioma.

Según informa la RAE en su web, este trabajo se realiza agrupando las palabras según distintos criterios, como el ámbito temático al que pertenecen, sus características gramaticales, su procedencia o el área geográfica en la que se documentan. Además, el Diccionario se actualiza para mantener coherencia con la doctrina lingüística recogida en otras obras académicas, como la Gramática, la Ortografía o el Diccionario de americanismos, publicadas entre una edición y otra.

Para llevar a cabo este proceso, la RAE se apoya en un amplio conjunto de fuentes documentales. Entre ellas se encuentra el Banco de Datos del Español, que reúne cientos de millones de registros de textos históricos y actuales procedentes de todos los países hispanohablantes, así como el fichero histórico de la Academia, con millones de papeletas léxicas y lexicográficas acumuladas a lo largo de su historia. A estas fuentes se suman obras de referencia especializadas, estudios monográficos sobre léxico y la Unidad Interactiva del Diccionario, un canal habilitado para recoger propuestas y sugerencias externas.

Gracias a este sistema de documentación y análisis, los equipos de lexicografía pueden disponer de los datos necesarios para formular propuestas que, tras ser evaluadas por las comisiones académicas, dan lugar a decisiones normativas sobre la inclusión, modificación o eliminación de términos en el diccionario.

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