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‘Disidanzas’: la cura y la empatía a través del flamenco

Proyecto 'Disidanzas: Flamenco, Cuerpos y relatos que bailar'

Sofia Cortecchia

1 de mayo de 2022 05:45 h

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¿Puede el flamenco ser terápeutico? ¿Se pueden curar las cicatrices a través del baile? ’’Yo, muchas veces bailando, comprendiendo movimientos, he sentido un bloqueo que no tenía nada que ver con el baile, tenía que ver conmigo, con mis relaciones en la vida. Por eso he siempre creído que la terapia es intrínseca a todo el arte“, asegura la profesora de flamenco Leonor Leal. Se baila para expresarse, para comunicar a los demás, para sentirse libres, el cuerpo habla, llena un espacio, cuenta historias. Se presume que los movimientos del arte tengan en sí, una función terápeutica, aunque muchas veces no se ve, o no se percibe. El baile es terapia que no se pretende.

Disidanzas: Flamenco, Cuerpos y Relatos que bailar’, es un proyecto sociocultural que lleva aun colectivo de mujeres en situación de vulnerabilidad de los centros de Aperfosa, Mujeres en Zona de Conflicto (MZC) y mujeres rurales de Los Pedroches a desarrollar un proceso de autoexpresión a través del ritmo, del baile flamenco, de la palabra y del cante. La bailaora profesional Leonor Leal dirige esta nueva manera de concebir el arte: el flamenco que cura. Desde Jerez de la Frontera, la artista cuenta con formación en Danza Clásica y Flamenca, y con éxito artístico tanto en España como en el extranjero. El proyecto, eligido para el programa ’Arts for change’ de la Fundación La Caixa, es una iniciativa de la asociación cordobesa Plata y liderada por los comisarios artísticos Javier Orcaray, Jesús Alcaide y Gabrielle Mangeri.

Sesiones de ritmo, de música, de escucha, y de libertad. Un proyecto que subraya el proceso, el camino, paso a paso, lo que pasa cada día en cada encuentro, un diario que registra lo que el arte puede aportar al individuo. Leonor cuenta que a veces las mujeres no quieren bailar, o expresarse. A Carmen (nombre ficticio), mujer española de 40 años, ya le gustaba el flamenco, nunca lo había bailado. Le da vergüenza bailar delante de los otros, pero admite: ’’Yo de siempre he sido muy rebelde. Entonces el flamenco me está ayudando a tener límites, reglas.’’

Nuria (nombre ficticio), procedente de América Latina y con 60 años, ya bailaba merengue, reggaeton y bachata en su tierra: ’’Soy una persona que trabaja muy duro... La vida me ha dado tantos golpes, vivo sola... El flamenco me está ayudando a relajarme’’. A lado está Julia (nombre ficticio), una joven de 30 años también llegada de América Latina, donde estudió teatro y ha podido acercarse a la danza contemporánea. ’’Estoy en una etapa de la vida en la cual siento mucha ansiedad. Mi psicóloga me aconsejó participar en este proyecto“, cuenta. Lleva dos años sin actuar y ahora, finalmente, puede volver a compartir con otras personas una ‘puertita’ (como la denomina ella) que se abre otra vez hacia el arte.

Es la primera vez que la bailaora Leonor Leal afronta dirigir un colectivo de mujeres con vulnerabilidad social ante un nuevo desafío: utilizar el flamenco como herramienta para crear un nexo entre las mujeres y consigo mismas. Algunas de ellas ya bailaban, otras no lo habían hecho nunca. Una de las sesiones se ha desarrolladocon preguntas que trataban de conocer ¿cuáles son los sonidos de tu vida, las canciones que pertenecen a tu casa? ¿a tu familia? ¿a tu madre? ¿a tu padre? ¿los sonidos que estaban en tu paisaje sonoro? Cada una de las participantes contaba su música, cada una recordaba su pueblo, su vida y sus raíces... cada una de ellas se emocionaba. El flamenco se suele entender como un arte que habla de dolor y tristeza, pero que realmente es una melodía que puede hacer de fondo a cualquier escenario de la vida. Y es al mismo tiempo lamento, alegría, y pasión.

Con cada día de trabajo, se graban las sesiones y se está creando un archivo que registra la experiencia, para guardar la historia de todas. Porque se hará un cuento audiovisual del proceso. ’Es un proceso artístico, donde yo me preparo, busco un tema, lo desarrollo y lo muestro’’, subraya Leonor Leal. Y en estudio está la idea de hacer un espectáculo al final del proyecto.

La bailaora jerezana recuerda cuando empezó a bailar: ’’A mí el baile me ha enseñado lo que significa ser libre. Me acuerdo de cuando yo preguntaba ‘Señorita ¿cómo pongo los brazos?’ Y la profesora contestaba ‘No! Tú, búuscate’“. Escuchar el cuerpo es una manera de entender dónde vamos, qué queremos, dónde estamos. Una llamada a buscarse, a encontrar en el baile un modo de sacar afuera lo que muchas veces se queda en las vísceras. Leonor Leal siempre lo llama ‘vértigo’. Un síntoma que siente en cada espectáculo, en cada cambio que el flamenco le aporta. Y pasa que, a veces, las mujeres miran a Leonor y le dicen que hoy no, no quieren bailar, no quieren exponerse, que el movimiento podría ser un poco lento... Pero al final la música derriba las barreras, los cuerpos empiezan a danzar y los brazos a volar. ’’Estas mujeres están deseando reír. Vienen aquí para disfrutar, no para olvidar”.

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