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La Confederación abre el grifo y asume que acabará el verano con la reserva más baja en décadas

Desembalse en el pantano del Guadalmellato

Alfonso Alba

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Sin contar con la evaporación del verano y las fugas de las presas, la decisión de la Comisión de Desembalse de abrir un poco más el grifo para garantizar el regadío dejará a los embalses exhaustos al final del año agrícola. Con los 600 hectómetros cúbicos comprometidos en la Comisión de Desembales, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) asume que llegará al 30 de septiembre con un 24% de capacidad en los embalses de la cuenca. El año pasado la situación ya se consideró dramática, cuando los embalses acabaron el año hidrológico por encima del 26%.

La Comisión de Desembalse ha cedido finalmente a las propuestas de los regantes, que reclamaban que o se aumentaba la cuota de regadío tras las últimas lluvias o el sector se enfrentaba directamente a la ruina. Finalmente, las dotaciones máximas por hectárea han pasado de los 1.000 metros cúbicos previstos en la última comisión a 1.750. Es casi el doble pero sigue siendo un 70% menos a lo que le correspondería a los regantes en un año normal.

La decisión de la Comisión de Desembalse lo fía todo a que en otoño regresen unas lluvias. Desde hace una década, aproximadamente, la cuenca del Guadalquivir no recibe las aportaciones en forma de lluvia que venía recibiendo. Y es precisamente entre el otoño y el invierno cuando se abre el pasillo de borrascas en el Atlántico que son las que garantizan lluvias generalizadas que acaban llenando acuíferos y embalses.

Este año, las lluvias se resistieron y llegaron en primavera. Pero la sequía era tan extrema que principalmente suministraron aportes a los acuíferos y apenas si corrieron los arroyos, que son los que acaban llenando los pantanos. Para el próximo ejercicio, la Confederación confía en que el otoño sea húmedo. En caso contrario, se asumen las primeras restricciones generalizadas en la cuenca desde los años noventa, los de la gran sequía.

La situación, no obstante, es desigual. La zona sur tiene agua garantizada gracias al embalse de Iznájar. Por su tamaño, que acabe la temporada de riego al 25% supondría que tendría en su interior más de 200 hectómetros cúbicos. Por comparar, el embalse que da de beber a toda la zona norte de la provincia de Córdoba tiene una capacidad total de 41 hectómetros cúbicos.

Las zonas que más preocupan a la Confederación son precisamente las de Sierra Boyera, del que depende todo el norte de Córdoba, y la comarca del Alto Guadalquivir, las que son suministradas por el embalse de Martín Gonzalo, con graves problemas de filtraciones y también con un escaso nivel de agua en su interior. Eso sí, gracias a las lluvias de primavera no se prevé un verano con excesivos problemas generalizados, más allá de algunos muy localizados en poblaciones concretas.

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