Los linces salen de la sierra y acuden a por conejos a los olivares de la campiña
Los linces han comenzado a salir de Sierra Morena y han empezado a conquistar parajes en los que hacía décadas que no eran avistados: la campiña. Un estudio faunístico encargado por la empresa Todolivo a la bióloga Patricia Cosano ha comprobado cómo a una finca de olivar en seto de Villa del Río han llegado tres linces: un macho, una hembra y una cría.
La finca tiene unas 161 hectáreas de superficie. Un centenar son olivos en copa (tradicionales) y 61 en seto. La finca tiene una gran población de conejos. Y al calor de ese alimento, muy escaso en Sierra Morena, han acudido los linces, según la conclusión del estudio.
La presencia de linces ibéricos en la Campiña de Villa del Río es algo inaudito. Desde la finca se avista a lo lejos Sierra Morena, pero no está ni mucho menos cerca. Los animales han tenido que vadear el Guadalquivir para cruzarlo y pasar incluso varias carreteras muy peligrosas. Los linces parten de la zona que ya se ha repoblado en el parque natural Cardeña-Montoro, y su frontera con Andújar, en la provincia de Jaén.
El estudio de la bióloga ha comprobado cómo aunque el olivar de seto es minoritario, casi todos los animales detectados están en esta zona con cubierta vegetal. La clave es que esa cubierta es el hogar y también la fuente de alimentación de los aproximadamente 250 conejos que se han visto en las cámaras de fotodetección instaladas dentro de la finca. Además de los linces y los conejos, han sido vistos otros animales como zorros, meloncillos, jabalíes y hasta una cabra montesa (de paso).
El inicio de este estudio está en un paseo que dos técnicos de Todolivo estaban dando por la zona en un vehículo. A plena luz del día, en un surco apareció un lince ibérico. Los agricultores señalaron que ya lo habían visto varias veces en la zona, también de día, por lo que decidieron encargar un estudio biológico para comprobar qué estaba pasando. Aquí se puede leer el relato de su encuentro y el desarrollo del estudio.
El informe también ha comprobado cómo los linces no solo cazan en la finca de noche, sino que también lo hacen a plena luz del día. Y concluye cómo se está cumpliendo su función: generar una biodiversidad que contribuye a fomentar, además, el desarrollo del olivar.
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