El Gobierno encarga el proyecto para construir el último embalse de la cuenca del Guadalquivir
La cuenca del Guadalquivir es una de las más reguladas de la Península Ibérica. El río grande de Andalucía y sus afluentes está repleto de embalses, presas y represas, que consiguen controlar el cauce de uno de los ríos más irregulares del país, muy crecido en periodo de lluvias y que puede soportar hasta medio año sin prácticamente precipitaciones. Desde hace décadas, todos los gobiernos han coincidido en que ya no caben más embalses en la cuenca del Guadalquivir, salvo uno.
Su nombre es San Calixto y está diseñado desde hace prácticamente medio siglo en el río Genil, poco antes de su llegada a Écija. Este pantano se diseñó no solo para aumentar la superficie de regadío entre las provincias de Córdoba y Sevilla. También para proteger a Écija y a Palma del Río de posibles avenidas.
Ahora, se hace más necesario tras la situación del embalse de Cordobilla, en Puente Genil. Esta especie de represa ha perdido prácticamente toda su función. La enorme cantidad de depósitos que acumula en su fondo hace que su capacidad de embalsado sea casi nula en la actualidad. Tras un intento de solucionar el problema, finalmente el Gobierno ha descartado continuar con sus obras, ya que no hay agua suficiente en Iznájar como para poder desarrollarlas. Por eso se hace ahora también tan necesaria la construcción de San Calixto.
La presa de San Calixto es una infraestructura largamente anhelada, cuya idea se remonta a un anteproyecto de febrero de 1970 y ya fue incluida formalmente en el Plan General de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) de 1978. Su necesidad se hizo dramáticamente evidente tras las inundaciones que asolaron Écija en diciembre de 1997, un episodio que demostró que el embalse de Iznájar, aguas arriba, no era suficiente para controlar las crecidas generadas en la cuenca intermedia del Genil. A raíz de aquello, se redactó un proyecto constructivo detallado que finalizó en julio de 2008, cuyo contrato había sido adjudicado en mayo de 2004.
Este proyecto definía una presa de hormigón convencional de tipo gravedad con planta curva, de 38,4 metros de altura, diseñada para albergar un embalse de 44,7 hectómetros cúbicos en una superficie de 550 hectáreas. El coste de construcción se estimó entonces en más de 52,6 millones de euros, con un plazo de ejecución de 30 meses. Sus objetivos fundamentales eran claros: la laminación de avenidas para proteger a Écija y la regulación del río para el aprovechamiento hidroeléctrico y para el regadío en zonas como el Genil-Cabra. El diseño incluso fue validado con un estudio en modelo reducido por el CEDEX en abril de 2009.
Tras más de 15 años desde la redacción de aquel proyecto, el Gobierno, a través del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico y la CHG, ha puesto en marcha el proceso para su actualización definitiva. La Dirección General del Agua autorizó el pasado 6 de junio de 2024 la licitación de los servicios de asistencia técnica para la redacción del proyecto actualizado, un paso administrativo crucial para reactivar la obra.
El contrato para esta actualización cuenta con un presupuesto base de licitación de 776.826 euros y un plazo de ejecución de 18 meses a partir de la firma del contrato. La CHG ha justificado la necesidad de contratar una empresa externa especializada debido a que el volumen y la particularidad del trabajo superan los medios propios del organismo. Aunque los aspectos esenciales del diseño original, como la ubicación y la tipología de la presa, se consideran válidos, la actualización es indispensable debido a los profundos cambios ocurridos en este tiempo, que incluyen nueva legislación técnica y administrativa, condicionantes ambientales, precios de materiales y, de forma destacada, la necesidad de incorporar datos climatológicos e hidrológicos que reflejen los efectos del cambio climático.
La empresa que resulte adjudicataria deberá abordar una revisión integral que modernizará por completo el proyecto. Entre las tareas más significativas se encuentra la obligación de iniciar desde cero todo el procedimiento de Evaluación de Impacto Ambiental, ya que el anterior ha caducado,. Se realizarán nuevos estudios topográficos del vaso del embalse empleando tecnología LIDAR mediante un vuelo con dron para obtener datos de alta precisión.
Además, todo el proyecto deberá desarrollarse con la moderna metodología BIM (Building Information Modeling), que permite una gestión digital e integrada de la infraestructura desde su diseño hasta su explotación. También se deberán redactar documentos de seguridad que ahora son obligatorios, como el Plan de Emergencia de la presa y las Normas de Explotación Provisionales, y se actualizarán todos los cálculos estructurales y de avenidas conforme a la nueva normativa.
El proyecto actualizado también deberá prever las conexiones necesarias para habilitar un futuro aprovechamiento hidroeléctrico, que se estima podría generar 5,7 GW/año, frente a los 1,5 GW/año de la central actual que quedaría anegada.
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