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#HÉROES SIN CAPA | Conductor funerario: “Nunca habíamos visto a un difunto solo y sin nadie velándolo”

Javier Cuesta, conductor y asesor funerario | MADERO CUBERO

Alejandra Luque

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Hablar de la muerte es un tabú, ya sea para hacerlo sobre la nuestra o sobre la de familiares o amigos. No gusta. No es un tema que esté en nuestro día a día, pero la pandemia del coronavirus nos ha llevado a hablar de ella a diario. Llamadas que informan de un nuevo deceso y medios de comunicación que, en su labor de informar, dan a conocer los datos que las distintas administraciones facilitan.

Desde el inicio de la pandemia han fallecido más de 11.700 personas en toda España. Ninguna provincia ha mantenido su indicador a cero. En Córdoba, 30 personas han perdido la vida por esta enfermedad. A la tristeza por la pérdida de un ser querido se une ahora la imposibilidad de velarlo en un tanatorio, haya fallecido o no por coronavirus. Javier Cuesta es uno de los trabajadores de Tanatorios de Córdoba y cuenta a CORDÓPOLIS las exhaustivas medidas de seguridad con las que afrontan él y sus compañeros su jornada laboral.

“Si antes teníamos cuidado, ahora muchísimo más. Ha cambiado por completo nuestro sistema de trabajar y vamos protegidos con EPIs (Equipos de Protección Individual)”, explica este joven, que relata la situación tan delicada que se está viviendo en los tanatorios después de que el Ministerio de Sanidad prohibiera los velatorios como medida preventiva para evitar la expansión del coronavirus. “Nunca habíamos visto a un difunto solo y sin ningún familiar velándolo. Cuanto menos, choca porque no estamos acostumbrados a eso, sino a ver las salas llenas o gente en el pasillo buscando consuelo”, afirma.

En el caso de las familias cuyos difuntos han muerto por coronavirus entienden a la perfección la directriz del Ministerio de Sanidad. Suelen ser familias, comenta Cuesta, “que han estado o están en aislamiento, lo comprenden todo mejor y no te insisten para hacer el velatorio”, lo que no evita que el dolor sea mayor al no poder dar ese último adiós a su familiar. Por ello, este trabajador no duda en afirmar que “son las familias las que están haciendo un esfuerzo mayor”. En las incineraciones de pacientes con Covid-19, los familiares tampoco pueden estar presentes y recibirán las cenizas una vez levantado el estado de alarma.

Restricciones en el entierro

Sin embargo, esta directriz también afecta a los familiares del resto de fallecidos que no han perecido por el virus. En este caso, “hay personas que ven injusto no poder velar y despedirse de su familiar y te dicen que no ha muerto por el virus”, pero los profesionales de los tanatorios acatan la establecido por el Ministerio de Sanidad. “No podemos saltarnos esa orden; ni podemos ni queremos por el bien de toda la población”, asegura. En este caso, dos familiares sí pueden estar presentes durante la cremación y en el entierro, tres.

La tranquilidad y el sosiego reinan cuando trabajadores como Cuesta deben recoger el cuerpo de una persona que ha fallecido por coronavirus. “El mundo funciona sin prisas. Lo estamos viendo. Ahora menos que nunca podemos correr ni perder la templanza porque si no estás infectado al segundo. Hay que hacerlo todo con muchísimo cuidado y, cuando llegas a casa, hay seguir un ritual de ducha y lavado de ropa”, afirma este joven, que apagó la televisión el día que se decretó el estado de alarma.

“Me entero de lo que ocurre cuando voy para el trabajo y gracias a la radio. Cuando regreso a casa, muchas veces voy en silencio. Si no hago esto, vivo en un bucle continuo y necesito desconectar”, concluye.

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