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Los guardianes de la noche(buena)

Imagen de archivo de los bomberos actuando de noche | BOMBEROS DE CÓRDOBA

Juan Velasco

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Nunca hay dos nochebuenas iguales. Eso se puede aplicar a cualquier cena de navidad, con las altas y las bajas familiares de rigor, el menú etílico que la antecede, o los cambios e innovaciones en la carta que se pone en la mesa en una velada que, en el imaginario popular, está íntimamente ligada a la familia.

Ese sentimiento de comunidad no es ajeno a esas otras nochebuenas, las que pasan quienes tienen que trabajar, sea cual sea el oficio. Camioneros, taxistas, farmacéuticos, hoteleros, transportistas, hosteleros y algún que otro periodista (si la noticia lo requiere), entre otros, en la esfera privada; y juristas, policías, sanitarios, trabajadores sociales, funcionarios de prisión y bomberos, en la esfera pública.

Las guardias para estos últimos funcionarios son una lotería organizada. Los bomberos, por ejemplo, se reparten los festivos de manera que cada cinco años, cada una de las cinco secciones que componen el cuerpo pasen la nochebuena o la nochevieja en la Estación de la Avenida de los Custodios y atiendan a las llamadas. Una de estas llamadas la atiende Antonio, bombero desde hace siete años, en la actualidad en la Sección Primera, y que ha pasado este lunes su primera nochebuena de guardia oficial. Oficiosamente, ya le tocó hace cinco años, pero le libró la paternidad.

Antonio explica a CORDÓPOLIS que durante su primera navidad en la estación, la mañana ha sido tranquila. Apenas un par de accidentes contra farolas. La tarde, sin embargo, ha sido algo más movida, con varias salidas. La noche vuelve a ser tranquila, con un par de servicios sin importancia. El parte se corta en seco cuando suena el megáfono del parque de bomberos, aunque no es un aviso de salida, y retoma la conversación. Ésa es la rutina de un bombero: una conversación que rompe una sirena.

El bombero explica que este trabajo es “impredecible”, aunque habitualmente en nochebuena hay más servicios que una jornada habitual por varias cuestiones: porque son días en los que se someten a más demanda las instalaciones eléctricas de las casas y eso provoca problemas en las que son antiguas; porque aumenta el consumo de alcohol y eso provoca más accidentes de tráfico; y porque a esas dos circunstancias se le añade algo también tristemente habitual en Córdoba: la quema de contenedores.

A toda esta gama de salidas da respuesta en nochebuena una sección entera. “Un equipo de máximos”, especifica Antonio, que forma parte de la plantilla de guardia junto a una docena más de compañeros. Todos ellos pasan la navidad en buen ambiente y recibiendo las visitas de sus familiares a lo largo de la jornada. Por la noche han cenado juntos también. Antonio señala que, de alguna manera, la cena en el cuartel, más que una cena de empresa, es una cena en familia.

“Ésta es nuestra segunda familia. Estamos todo el día juntos, las 24 horas, a veces estás casi más tiempo seguido con los compañeros que con la familia”, explica el bombero, que señala que el ambiente en su sección es estupendo. Este ambiente de familiaridad ayuda a sobrellevar las salidas, que en días como hoy pueden ser más tristes de lo que suelen ser ya de por sí. Antonio debuta este año, pero ya le han contando algunas anécdotas de servicio para estos días, como llegar a un incendio en una vivienda y encontrarse con todos los preparativos navideños quemados.

Sustos que ellos atacan para que no pasen a mayores y que, afortunadamente, no son lo habitual. “Nosotros el año pasado trabajamos el día 31 y no tuvimos ninguna salida, algo totalmente inimaginable”, rememora el bombero, antes de volver con sus compañeros.

“Nochebuena no es una guardia caliente”

A unos metros de la Avenida de los Custodios está en Hospital Reina Sofía. Allí, en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), una treintena de personas pasa la nochebuena entre pitidos intermitentes, goteros y un ambiente difícilmente ajustable a la idea navideña. Uno de estos profesionales es Jorge, un médico intensivista que ya ha vivido unas cuantas guardias en navidad, un turno que, en el caso de los médicos, se suele repartir por sorteo siempre que no haya acuerdo entre la plantilla.

Jorge y el resto del equipo pasan las navidades precisamente pendientes de que éstas no sean las últimas navidades de ninguno de sus pacientes. La nochebuena no es, sin embargo, muy diferente a un fin de semana en lo que respecta a carga de trabajo, según este especialista. “A lo mejor en fin de año sí que hay más politraumatismos, pero nochebuena no es una guardia caliente”, detalla.

La cena de nochebuena cambia lo que es habitual. Intentan juntarse con otros especialistas en una mesa de sesiones algo más grande, con el objetivo de hacer una comida “algo mas especial”, aunque eso depende de la actividad hospitalaria, lo cual no es tarea fácil.

La propia UCI es, en palabras de Jorge, una unidad “especial”, porque cuenta con pacientes muy críticos y otros que están conscientes, por lo que la sensación es “un poco tristona” tanto para los pacientes como para los médicos. “Es triste, claro, pero si te vienen a visitar como me ha pasado a mí hoy, pues te dan la alegría del día”, señala el médico, que añade: “Pero imagínate para los enfermos”.

“El que está consciente y despierto pasa la noche sin su familia, y el que está sedado, los pobres familiares pasan la noche en una sala de espera echados sobre un sillón, con la angustia habitual”, reflexiona Rodríguez, que añade que nadie se imagina una nochebuena en un hospital.

De todas las guardias que hay en nochebuena, ninguna es más dura que la de los familiares que pasan la noche de navidad en una sala de espera a unos metros de sus seres queridos, completamente ajenos al ruido de una ciudad en fiestas y a la rutina de quienes velan por ella.

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