Los otros estornudos: el polen de las gramíneas y el olivo, en niveles altos
En plena crisis del coronavirus, hay otros estornudos que no provoca el Covid 19, sino el polen. Como cada primavera, aunque este año algo más tarde, miles de cordobeses tienen que echar mano de los antihistamínicos, los pañuelos de papel y algunos... de las mascarillas.
Según el observatorio que tiene el Área de Alergología de la Universidad de Córdoba, esta semana la provincia entra en una situación en la que los niveles de concentración de polen de gramíneas y olivo serán muy altos. ¿Cuánto? Ni la red de la Junta de Andalucía ni la del hospital de Jaén tienen datos concretos de los niveles.
Prácticamente, toda la provincia de Córdoba están riesgo alto de concentracones de polen de olivo y gramínea. En cambio, ha desaparecido ya el riesgo para los que son alérgicos al abedul. Junto a las gramíneas, también se detectan altos niveles de polen de ortiga.
Herramientas para el control de la alergia
La patología alérgica dificulta en muchos aspectos la vida diaria de los pacientes, a la vez que lleva consigo un alto coste socioeconómico. Tal y como afirma el doctor Joaquín Sastre, presidente de la SEAIC, “las enfermedades alérgicas precisan de un manejo integral, no sólo desde el punto de vista terapéutico, sino también orientando al paciente, sobre cómo convivir mejor con su enfermedad”.
La inmunoterapia o vacunación antialérgica debe considerarse siempre como una herramienta terapéutica de primer orden en el manejo de los pacientes alérgicos. “La inmunoterapia proporciona una disminución significativa de los costes totales en salud inducidos por la enfermedad alérgica respiratoria, reduciendo tanto los gastos indirectos (pérdida de productividad laboral y calidad de vida del paciente) como los gastos directos (costes por actos médicos y gasto en fármacos para el control de síntomas)”, apunta el doctor Sastre. Los datos más relevantes son los referidos a estos costes directos: la inmunoterapia disminuye un 40% los gastos en servicios médicos y un 30% el referido a uso de fármacos de alivio sintomático. “Es el único tratamiento que puede modificar la evolución natural de la patología alérgica. Por lo tanto, a la hora de abordar el tratamiento integral del paciente alérgico hay que valorar todos los costes asociados”, concluye el presidente.
Otras medidas de control
En esta misma línea, existen otras medidas que mejoran la calidad de vida de los pacientes alérgicos, cuyos síntomas no se circunscriben únicamente a los meses de primavera. “Frecuentemente recomendamos el uso de mascarillas homologadas, aplicaciones móviles que se nutren de la web del Comité de Aerobiología de la SEAIC, filtros antipolen en el coche o los purificadores de aire para interiores”, apunta el doctor Moral.
Polen Control es una aplicación que permite realizar el seguimiento de la evolución sintomática en pacientes, con la finalidad que el profesional médico pueda cruzar y relacionar dichos datos con los niveles polínicos existentes.
Los purificadores de aire logran filtrar la mayoría de las partículas ambientales de pequeño tamaño, por lo que pueden proporcionar un control ambiental adecuado para las personas alérgicas en espacios cerrados y reducen los síntomas.
Las mascarillas que cubren la nariz y la boca son una buena solución para los alérgicos que viven en zonas de elevada intensidad de polen, ya que evitan que éste entre en las vías respiratorias y reducen el uso de medicación de rescate. El tamaño del polen es especialmente pequeño por lo que solo son eficaces las mascarillas homologadas, que tienen un elevado poder filtrante. Suelen tener una válvula de exhalación por donde sale el aire exhalado, reduciendo el calor y humedad en el interior.
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