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Esther Crespín: “Es imposible cumplir la distancia de seguridad a menos que se baje la ratio”

Esther Crespín, profesora nominada a Mejor Maestra de España | MADERO CUBERO

Juan Velasco

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Habrá huelga en septiembre y Esther Crespín (Córdoba, 1982) la secundará. La maestra cordobesa, nominada en 2018 a los premios Educa a Mejor Docente de España pone las cartas sobre la mesa en la primera pregunta. Antes, casi con el saludo, también habrá dicho claramente que su deseo es poder dar clase presencial este curso. Evitar a toda costa que se repita la dinámica del final del ejercicio 2019-2020.

Lo dice alguien que vive las clases y la misma idea de la educación con una pasión que no siempre se encuentra entre los profesores de este país, y que ha puesto en marcha una serie de iniciativas didácticas que llevaron su nombre a figurar entre los mejores docentes del país. Entre ellas, la creación, en el Colegio de Alcalá de Guadaira donde ha estado dando clase, de un aula cooperativa multitarea en la que todas las semanas celebraban asambleas democráticas, así como el uso de videotutoriales de creación propia y docencia online -volcada en su blog educationlabs- como herramienta educativa.

El tiempo y la pandemia le dieron la razón. Crespín estaba preparada para dar clases a distancia. Sin embargo, el resto de la comunidad educativa no lo estaba. El resultado, según explica a lo largo de esta charla, fueron meses de adaptación constante y horarios interminables, con tutorías prácticamente personalizadas con unos alumnos que han vivido el confinamiento a distintas velocidades.

¿Y ahora? Ahora reina la incertidumbre. Faltan 20 días para que empiece el curso y Crespín, como muchos otros docentes andaluces, lamentan la oportunidad perdida para haber logrado una educación mejor, más inclusiva y menos masificada, y con un papel más activo y decidido de los docentes. En cambio, todo apunta a que lo que habrá en septiembre será un incendio social en el que los profesores, más que de médicos, van a tener que hacer de bomberos.

PREGUNTA. Yo me apunté tu nombre cuando te nominaron a los Premios Educa, pero evidentemente, mucha gente no te conoce. Así que, preséntate un poco. ¿Cómo te presentarías?

RESPUESTA. Yo me presentaría como Esther, una docente por vocación. Así es como me presentaría. De hecho, detrás tengo a mi familia, a mis padres, a mis tíos, a mis abuelos… De hecho, hace poco me enteré de que mis bisabuelos también eran maestros.

P. Qué bueno. Entonces no solo es por vocación, es que lo llevas en la sangre.

R. Por vocación y por tradición y, además, la única de mi generación.

P. Es curioso, porque te digo: ¡preséntate!, pero ahora que estoy pensando, es que hay mucha gente tampoco se sabe ni siquiera el nombre de los profesores de sus hijos. Y eso que el maestro juega un rol importantísimo.

R. Ocurre a veces, sí. Yo creo que ocurre más en la secundaria, donde son más mayores y tienen un tutor o una tutora, y no tienen un referente, como ocurre con nosotros en primaria. En primaria tenemos mucho más contacto con el alumnado y con las familias. Entonces, yo, en todos los años que llevo de enseñanza, nunca me he encontrado un padre o una madre que no sepa mi nombre.

P. Dices que eres maestra vocacional. ¿Eso cómo se desarrolla? Más allá de que, como dices, te viene desde casa.

R. Claro, lo mío es que es relativamente fácil porque la vocación la tengo interiorizada. Mi madre siempre me cuenta que ella estaba en Priego de Córdoba, en un aula unitaria y daba clase en un gallinero. Entonces, mis hermanos y yo hemos nacido con mi madre dándonos el pecho en el aula y dándo clase. En cualquier caso, aunque sea vocacional, siempre tienes que hacer por mantener la ilusión a diario. O sea, no te puedes quedar estancada en: “yo ya he aprobado mi carrera” o “he aprobado unas oposiciones” o “he sacado la plaza”. Hay que ir siempre un poquito más allá. Y aquella persona que saque su plaza y se estanque, yo creo que debería cambiar de profesión. Porque yo creo que hay muchísimos cambios y tú te tienes que adaptar a todos esos cambios.

El maestro sigue siendo una figura a respetar, pero la autoridad la hemos perdido

P. Nos quedaríamos sin maestros, ¿no?

R. Nos quedaríamos sin maestros (Se ríe). No, por suerte la mayoría, se adaptan a los cambios y hacen por mejorar. Por suerte…

P. Ser maestro por vocación es el ideal, pero convengamos que hay mucha gente que se mete en magisterio porque es…

R. Fácil.

P. Iba a decir, más bien, cómodo. Buscando comodidad y estabilidad.

R. Claro. Lo que ocurre es que mucha de esa gente que piensa así, luego no entiende que en realidad el magisterio es una carrera de fondo en la que tienes muchas dificultades. Entre ellas, el presentarte a una oposición, que es algo difícil. Y luego ir con la mochila a cuestas por toda Andalucía, mientras te sigues presentando a una oposición. Puedes aprobar sin plaza, te tendrás que mover… familia, amistades… todo eso lo dejas de lado por centrarte en tu profesión. Por tanto, hasta que tú consigues llegar a tu objetivo, que es estar en un centro de referencia, pueden pasar diez o quince años. Entonces, claro, va mucho más allá. Cierto: es una carrera que es muy práctica. Yo no considero que sea fácil, pero sí que es muy práctica y que a lo mejor no tiene la dificultad de una ingeniería en el sentido de que tienes que estudiar menos y en el que el trabajo es mucho más colaborativo, con tus compañeros y compañeras. Pero aún así, una vez que terminas la carrera, ahí viene lo difícil.

P. Seguro que conoces a mucha gente que se queda por el camino, entre la oposición y la plaza.

R. Muchos. Muchísimos. Yo conozco a muchos compañeros y compañeras.

P. Hay que tener paciencia para llegar a tu plaza. Y también, seguro que habrá quien descubra que no le gustan los niños o dar clase…

R. También, también se da el caso. Docentes que se sacan su carrera, sacan su oposición incluso, y a la hora de trabajar, descubren que no es lo suyo. Me imagino que como en todas las profesiones.

P. Claro, como en todas. Ahora que llevas un tiempo ejerciendo, ¿cómo ha cambiado en ti la noción que tenías del maestro?

R. Hombre, evidentemente, partimos de una enseñanza que era totalmente tradicionalista, en la que el docente transmitía unos conocimientos al alumnado, a algo que ahora es totalmente multidireccional. Ahora hablamos de comunidad educativa, alumnos, padres, profesores, incluso ayuntamientos y agentes sociales; y además, ya no hablamos solo de transmisión de conocimientos. Hoy tenemos una dimensión personal y una dimensión social del alumnado que hay que tratar. Evidentemente, el fin es que se conozcan a sí mismos, que adquieran una serie de conocimientos, destrezas, valores o actitudes que, este tipo de valores antes, en la escuela más tradicional, se dejaban de lado. Hoy hablamos de educación emocional y de esa dimensión social, que aprendan a ser autocríticos, que tengan un pensamiento crítico, que sepan gestionar sus emociones, que hoy en día es muy importante, y que salgan al mundo real con esas herramientas.

Están delegando el protocolo Covid a gente que no tiene ni idea. No somos médicos

P. Me estás hablando de los alumnos, y entiendo que al hablarme de los alumnos, me hablas de cómo el profesor tiene que adaptarse.

R. Exactamente. Ese es mi punto de vista. El cómo yo tengo que llegar a eso. Para llegar a eso, necesitas seguir formándote, seguir trabajando en tener ese acercamiento a esa realidad que te rodea, alumnado y familia. Y yo creo que eso, hoy en día, pues todavía no se ha conseguido. El gran cambio que todavía está pendiente es acercar al alumnado toda la realidad que le rodea. Y es una responsabilidad.

P. Yo en realidad te estaba preguntando por la propia noción del maestro. Porque no es la misma ahora que cuando tú y yo estudiábamos.

R. Por supuesto. Hoy en día ha cambiado muchísimo, también. El maestro antes era una figura autoritaria y de respeto. Hoy en día, el maestro sigue siendo una figura a respetar, pero la autoridad la hemos perdido.

P. ¿Y qué ocurre cuando el maestro pierde la autoridad?

R. Pues que en cierto sentido, es verdad que hay veces que te sientes muy vulnerable y no sabes cómo afrontar los problemas. Lo bueno es que, también, como docentes, al trabajar de forma colaborativa sí que te sientes acogido por ese equipo, por esos compañeros y compañeras, y un poco, pues en ese acogimiento, tratas de suplir esa figura de autoridad que hoy día no tenemos, y de apoyarte en ellos cuando hay algún problema en el aula.

P. Ese Don Juan, Don Francisco y Doña Carmen que teníamos nosotros cuando éramos niños…

R. Eso ya no existe.

P. Ahora es todo el equipo directivo.

R. Y el equipo docente.

P. ¿Crees que se ha perdido la educación comunitaria que había antes?

R. ¿En qué sentido? Precísamelo.

P. Pues esto de: “Lo que diga Don Juan va a misa”. Esa educación en la que la escuela era solo una parte del todo, y no el todo. Ahora tengo la impresión de que la educación solo se da en el colegio.

R. Sí se ha perdido un poco. La verdad es que sí. A día de hoy, muchas de las carencias que tenemos como sociedad se intentan suplir en el centro. Ya no te hablo solo familiar, de padres y madres. Es verdad que se delegan una serie de roles en el profesorado que antes estaban circunscritos al hogar.

P. Del hogar y colectivos.

R. Sí, sí, sí que es verdad.

El gran cambio que todavía está pendiente es acercar al alumnado toda la realidad que le rodea

P. Bueno, ¿cómo estás viviendo estos días previos a la vuelta al cole?

R. Pues con una incertidumbre absoluta. Porque a día de hoy no sabemos lo que va a pasar. No sabemos si vamos a volver al centro y va a haber unas medidas específicas a seguir. Es verdad que desde la Consejería se ha pedido a los centros que elaboren un protocolo Covid, pero ese protocolo ha sido delegado en los equipos directivos del centro, en un docente que actúa como de enlace, y en el personal que está a cargo de riesgos laborales del centro, que suele ser una persona por localidad o por provincia. Entonces, claro, estamos delegando el protocolo Covid a gente que no tiene ni idea. No somos médicos ni enfermeros. Entonces... Tú puedes intentar elaborar un protocolo, vale, pero partiendo de la base de que no somos expertos en medicina. Yo no voy a saber diferenciar, porque no nos lo han enseñado, si un niño tiene una gripe, si tiene un simple resfriado, o si lo que tiene es Covid. Entonces, no podemos echar la responsabilidad de ese protocolo o del seguimiento de ese protocolo al profesorado.

P. Es curioso, porque me imagino que unas de las bases de la educación es precisamente decirle a los niños que no opinen de lo que no saben. Y aquí estamos, con la consejería haciendo que los profesores jueguen a ser epidemiólogos.

R. Exactamente.

P. Es verdad que hay profesores que tienen el título de riesgos laborales.

R. Yo.

P. Pero eso no te convierte en un experto, para nada.

R. Claro. Ese título lo adquieres cuando te sacas tu plaza. Yo, como me lo saqué hace mucho tiempo, algo conozco. Pero es un curso de 20 o 30 horas, que se realiza de forma online. Y el último que se hizo, que es el que tengo yo, como te digo, evidentemente no tenía absolutamente ninguna noción de prevención en Covid.

P. Y no se ha dado nada específico desde marzo.

R. No se ha dado nada.

(Interviene el fotógrafo, Rafael Madero, antes de marcharse: “Me tengo que ir, pero pregúntale por los grupos de Whatsapp de padres, que yo soy padre y me interesa”)

R. Yo es que soy de las que huye de los grupos de Whatsapp de familia y de los de profesorado menos todavía.

P. Pero en alguno estarás.

R. No. Ya no estoy, pero porque he salido de los del grupo de este año. Es que yo cambio de centro, así que, cuando terminamos las clases y todas las gestiones, pues en cuanto cerré, empecé a salirme de los grupos de Whatsapp. Porque es que es... De hecho, durante el confinamiento que es cuando más grupos de Whatsapp he tenido yo en todos los años de docencia, ha sido increíble la cantidad de mensajes. Y pi, y pi, y pi... Increíble. Y bastantes horas hemos echado, que han sido muchas más de las establecidas, para que encima, a las diez de la noche, cuando terminabas de corregir, ponerte con los grupos. La desconexión digital es necesaria.

P. ¿Ahora has podido desconectar en estas vacaciones?

R. Sí. Ahora sí. Porque hay que resetearse y ahora en septiembre tienes que tener energía para volver, porque se espera un curso difícil. Y yo, además, empiezo en un colegio nuevo.

Aquella persona que saque su plaza y se estanque, yo creo que debería cambiar de profesión

P. Eso es un plus de dificultad.

R. Claro, eso entraña empezar de nuevo sin conocer a familias, sin conocer a alumnos y alumnas, sin saber si voy a ser tutora de un curso, o si mi especialidad la voy a impartir. Por suerte conozco a algunos compañeros del centro que sé que me guiarán.

P. Porque es en Alcalá el nuevo destino, ¿no?

R. Sí. Es en Alcalá.

P. Y me imagino que en un pueblo tan chico a la profe que nominaron a los Premios Abanca la conocerán.

R. Hombre, más o menos. Porque cuando me nominaron, el director del centro en el que estaba es muy amigo mío. Entonces como él conoce muy bien los equipos directivos, siempre que voy a algún centro me va recomendando. Siempre voy con buena recomendación, lo cual es una suerte.

P. Sino, siempre podrán conocerte a través de esta entrevista.

R. Pues sí. Me conocerán.

P. En los últimas días estoy publicando muchas cosas sobre la vuelta al colegio y estoy percibiendo que hay una cierta división, y que ya también se está entrando en el terreno privado. Hay quien equipara a llevar a los niños al colegio con llevarlos de vacaciones y al bar.

R. Sí, pero es que esas son las palabras que ha dicho el señor Imbroda. Pero bueno, esto es de lógica. No puedes comparar una familia que se va de vacaciones, pongamos una familia tipo con dos progenitores y un hijo y dos hijos, y que es la responsable de que su hijo lleve la mascarilla y tenga un espacio de seguridad, o incluso controlar los sitios a donde van, con un aula, con 25 niños en muchos casos, cerrada, sin ventilación casi o ahora en septiembre sin aire acondicionado. Las condiciones no son las mismas. Y creo que es ilógico comparar unas vacaciones con meter a tus hijos en un aula.

P. Si el colegio fueran unas vacaciones no estaríamos hablando de nada de esto.

R. Además, se habla de grupos burbuja. Pero, en realidad, yo no sé cómo se van a definir esos grupos burbuja o de convivencia. Porque tú tienes tu clase. Son 25 alumnos, tú eres la tutora y tienes tu clase de referencia, vale. Pero además soy especialista. Yo a lo mejor doy dos horas en mi clase de referencia pero doy a ocho grupos más en el centro. Yo me voy a estar moviendo por el centro y como yo el resto de mis compañeros.

P. De hecho, una madre, que es profesora, el otro día me hablaba de que los profes vais a ser un vector de contagio en movimiento.

R. Sí, sí. Totalmente. Es así. Pero es que, además, ¿de qué grupo de convivencia hablamos? Si yo estoy en sexto de primaria y estoy en clase con Pepito, Pepito puede tener hermanos en tercero. Pepito y sus hermanos se relacionan en casa y evidentemente se relacionan con más gente.

Hay veces que te sientes muy vulnerable y no sabes cómo afrontar los problemas

P. ¿Tú te has puesto mala alguna vez por contacto con los alumnos?

R. Claro. Resfriado muchísimos. Todos los años. Propolio siempre, a tope. Porque me ayuda a evitar los dolores de garganta.

P. Claro. Cualquier persona que tenga niños sabe que en temporada de colegio, como se ponga uno malo, se ponen malos todos.

R. Todos sí. Desde octubre, de media, yo pillo unos tres resfriados al año en clase.

P. ¿Qué gana Imbroda haciendo esta comparación que ha hecho con las vacaciones y los bares?

R. Pues yo creo que está tratando de ganar tiempo para tratar de ver qué se va a hacer en septiembre. Porque tampoco quiero pensar mal. Yo no soy negativa y me gusta pensar en positivo siempre, así que quiero pensar que está tratando de ganar tiempo para ver qué se está implementando en otros países y tratar de implantarlo aquí. Pero también es verdad que estamos justos de tiempo. Muy justos.

P. Y que la Junta no ha movido su posición desde mayo.

R. Estableció que se elaborase el protocolo Covid, que eso fue el 6 de julio, cuando llegó la circular a los colegios. Y luego, a partir de ahí, ha elaborado un decálogo de preguntas respondiendo a dudas de las familias. Pero, si echas un vistazo a la web de las familias, las dudas que responde son muy simples. Y luego, al final, dando rodeos, sin dar una visión concreta de lo que se va a hacer.

P. ¿A vosotros os han preparado emocionalmente, psicológicamente, para afrontar este curso?

R. No.

P. ¿No os han dado ni una noción?

R. Nada. Yo ahora mismo, a día de hoy, en el centro en el que empiezo en septiembre, no tengo ninguna noción de lo que va a pasar. Y lo que he hecho es establecer un protocolo en casa para evitar pegarle el Covid a mi familia. Pero ya está. Al margen de eso...

P. ¿Os han dado en otras ocasiones algún tipo de protocolo de actuación, no sé, en caso de atentados, incendios, catrástrofes, epidemias de gripe?

R. Sí, claro. Está el plan de autoprotección del centro, en el que tú tienes el típico protocolo antiincendios. Y además, tienes unas nociones muy básicas sobre qué hacer si tienes alumnado con alergia, asma, niños con tendencias de crisis y este tipo de enfermedades. Porque el médico de referencia siempre viene al centro y te da unas nociones básicas todos los años.

P. ¿Y este año os han dado las mismas nociones?

R. Respecto al Covid, nada de momento.

Hoy se delegan una serie de roles en el profesorado que antes estaban circunscritos al hogar

P. ¿Y os han dicho si van a daros estas nociones a finales de agosto o septiembre?

R. No. Nos han dicho que van a aumentar el profesorado. Pero, a día de hoy, los destinos definitivos salieron el día 10 y las plazas que han dado son las mismas de otros años o alguna más.

P. Vale, pero el profesor que entre va a tener la misma formación en Covid que tú,

R. Por supuesto. Porque va a llegar en septiembre a un centro que no conoce y, probablemente, en una provincia que ni conoce. Porque muchas veces a ti te llaman el viernes y el lunes te estás incorporando en el centro. No te da tiempo a conocer nada.

P. Vale, vale. Estamos hablando desde el punto de vista del profesor. Ayer -por la semana anterior- hablaba con dos familias que han decidido que no van a llevar a sus hijos al colegio si no bajan las ratios.

R. Como debería ser.

P. Eso de entrada. Una de estas dos familias los padres son profesores. Ellos asumen que van a tener que ir a trabajar, pero sus hijos no van a ir al colegio para no multiplicar las posibilidades de contagio.

R. Yo eso lo entiendo perfectamente.

P. ¿Crees que va a haber muchos casos así?

R. No sé si muchos casos. Pero va a haber muchos padres en la misma tesitura. Porque, si a día de hoy, no tenemos unas instrucciones claras sobre qué va a pasar o de qué podemos hacer en los centros para detener el contagio es normal que en las familias haya incertidumbre y seguridad. Es verdad que lo entiendo y en cierto sentido lo comparto. Pero también es cierto que nosotros tenemos que ir a trabajar. No hay más remedio.

P. Luego está el otro vértice de este triángulo que son los niños, que quizá son los que menos se enteran.

R. Sí bueno, también depende. Yo que he sido tutora de sexto de primaria te digo: recuerdo que el mismo jueves, cuando nos informaron de que no íbamos a volver al centro en unos días, ese día en el recreo ya había en los corrillos de profesores esos rumores de que el viernes iba a ser nuestro último día. Nosotros ya, medio lo sabíamos. Entonces, el viernes llegué a clase y mis alumnos me preguntaron que qué pasaba. Porque claro, yo llevaba un bote de gel hidroalcohólico, y no se sabía bien. Y estuve hablando con ellos durante un rato. Y al principio, se tomaron esto como unas vacaciones cortas. Porque además estaba muy cerca la semana santa.

Pero sí que es verdad que han ido pasando los meses y, más que una labora académica, he tenido que hacer una labor tutorial con mis alumnos. De darles ánimos. Porque el desánimo que había en las sesiones con alumnos por videoconferencia era generalizado. Lo que empezó como unas vacaciones se convirtió en desánimo y en “necesitamos volver al cole, profe”. Era todo: “Estamos encerrados, no podemos salir”. Ten en cuenta que los niños y las niñas son los que más han sufrido el confinamiento. Han sido los grandes olvidados.

Es ilógico comparar unas vacaciones con meter a tus hijos en un aula

P. De hecho, han sido los últimos en salir. Vivimos en una sociedad muy adultocentrista. Teníamos los bares abiertos y los parques infantiles precintados.

R. Sí que es verdad.

P. De hecho, es sorprendente que, con los últimos brotes, algunos ayuntamientos lo primero que han hecho ha sido cerrar los parques infantiles. Pero al colegio, de cabeza.

R. Claro, es lo que hablamos. Muchas veces ves las fotos de las playas, de la gente, de las fiestas y luego ves como se permiten conciertos, aunque sea con mascarilla y demás. Pero luego, a la hora de enfocarte a un centro educativo, la vuelta tiene que ser presencial y a todo coste. Y es un poco ilógico. Porque yo no me voy a meter en las fiestas, que directamente son ilegales, pero sí por ejemplo en los conciertos y actividades culturales, que se permiten pero con todas las precauciones y separaciones. Y ahora te vas a un centro educativo que está masificado y donde no se va a cumplir la distancia de seguridad, y ahí sí. Falta de ventilación y el alumnado y el profesorado cinco horas con mascarilla. Yo creo que es un poco ilógico.

P. A mí me ha dado la impresión de que el confinamiento ha sido una montaña rusa para los chavales, pero también que los niños se han adaptado mucho mejor que sus padres y que muchos de los niños que peor lo han pasado es porque los padres lo estaban pasando francamente mal y el ambiente en casa estaba enrarecido.

R. Sí, se han adaptado a todo. Bueno, es verdad que las primeras semanas fueron un caos absoluto. Ten en cuenta que pasas de clases presenciales a clases virtuales y online. Y sin medios ningunos. O sea, yo misma, el 16 o el 17 de marzo, no sé, fue justo al principio del confinamiento, pues mi portátil murió después de trece años. Así que claro, comprar portátil nuevo. Y yo he tenido esa posibilidad, pero he tenido alumnos y alumnas que en su caso no tenían medios. Es decir, ha habido quienes no se han podido incorporar de la mejor forma.

La mayor parte del alumnado se ha adaptado muy bien. Y ha intentado administrarse la tecnología para hacer uso de las plataformas que tenemos los profesores. Pero también está ese otro alumnado que ha tenido que ir con su familia a recoger comida al centro y que no dispone de ningún tipo de tecnología en casa. Esto lo ha habido. Y yo lo he tenido. Y estos alumnos son los que más dificultad han tenido para seguir las sesiones. Porque además no había otra alternativa. O sea, la alternativas que ha habido han sido por parte de la buena voluntad de las familias y del centro. Porque desde la consejería no han puesto medios tecnológicos a su alcance.

P. Y este alumnado del que hablas no necesariamente es el que peor se comportaba en clase, ¿no?

R. Por supuesto. Se han encontrado con una barrera tecnológica que le ha impedido seguir la enseñanza virtual. Entonces, se han buscado otras vías. Pero no ha habido un acceso igualitario si se compara con el resto de sus compañeros.

P. Eso es una cosa que hay que atajar sí o sí. Entiendo que principio básico de la enseñanza pública es que sea igualitaria, siendo esto un ideal inalcanzable por otros motivos, no. Pero este caso en concreto, evidentemente se puede atajar con voluntad.

R. Bueno, nuestro consejero ha vuelto a decir que tiene una partida presupuestaria dedicada a medios tecnológicos que se van a repartir entre alumnos y profesorado. Pero a día de hoy tampoco hay nada sobre la mesa.

Falta una asignatura que trate más la educación en valores y las emociones del alumnado

P. No sé se el aprendizaje tecnológico que habéis impartido lleva aparejado un uso responsable de estos medios.

R. Por supuesto.

P. En tu caso estoy convencido. Pero seguro que no todos los profes han incidido en esta cuestión.

R. Bueno, lo mejor que tiene estar con alumnos de sexto de primaria es que ellos están acogidos a un plan director en los centros. Y, justo unos meses antes del confinamiento, la policía vino a nuestros centros y les dio una charla que duró varios días seguidos sobre el uso seguro de internet. Yo aprendí muchísimo de esa charla, porque es verdad que hay determinados videojuegos o apps que tú escuchas de fondo y aprendí muchísimo de ellos. Todo esto de Fortnite y GTA. Y en estas charlas fueron los propios alumnos los que me explicaron en qué consistían ese tipo de juegos. Y sí que es verdad que percibí que tomaron un poco más de conciencia sobre que, en realidad, el uso de determinados videojuegos o internet no siempre es muy seguro para ellos. Entonces, sí que es verdad que mi alumnado tuvo esta formación y le sirvió luego a la hora de integrar todo lo que le estábamos planteando en la plataforma. Pero volvemos a lo mismo: nosotros somos docentes y todo lo que hacemos busca un uso seguro de internet y un uso educativo. Al margen está lo que luego hagan ellos en casa.

P. Claro, es que apostaría sin dudar, porque lo he visto, a que el consumo del móvil y los ordenadores se ha disparado entre los chavales. Y este verano lo que más veo entre los hijos de mis amigos que son preadolescentes es el Tik Tok y este tipo de aplicaciones.

R. Claro. Pero por mucho que tú trates en el centro educativo o durante el confinamiento el uso seguro de internet, esa parcela le corresponde a la familia. Son los que más tiempo pasan con sus hijos en casa. De todos modos, yo he tenido que intervenir en alguna ocasión. No este año, pero sí en alguna otra ocasión, en alguna que otra trifulca que se ha generado en grupos de Whatsapp de alumnos de mi clase. Es fuerte este tema. O sea, el tener que intervenir yo como docente en un grupo que trata temas en Whatsapp, haciendo uso de la tecnología o los móviles de las familias, fuera de horario escolar. Lo haces porque luego influye en el aula. Pero la responsabilidad no es mía. El uso seguro yo, desde luego, he tratado de respetarlo, pero luego lo que cada alumnos ha hecho en su casa depende de las familias.

P. Madrid anunció que iba a prohibir los móviles en la vuelta al colegio. No me he enterado muy bien de a qué responde. Ni siquiera sabía que estuvieran permitidos.

R. Yo no lo sé tampoco. Yo creo que aquí en Andalucía en los centros en los que yo he estado no se ha permitido el uso de móvil. Quizá sí se ha permitido en los viajes de fin de curso, previa responsabilidad de que, si algo le ocurre, es del alumnos. Pero luego, lo que es en el aula, no se permite el uso de móviles. Yo he trabajado en Madrid de interina, hace muchos años, pero no sé realmente a qué viene esto porque es verdad que normalmente no se permite.

P. Habrá algún mal pensado que diga que es para que no se echen fotos y se vea cómo de masificadas están las clases.

R. Pues también. Hombre, tú echa cuentas: 25, 26... Mi sobrino en su clase son 29. No ha habido desdoble. Que podría haberlo habido pero no lo ha habido. Entonces, si tú echas cuentas en un aula de 30 metros cuadrados, 40 como mucho. A menos que estemos en el típico colegio antiguo, que solían ser grandes... Quizá en estos se pueda respetar pero en un centro tipo es imposible cumplir la distancia de seguridad a menos que se baje la ratio. Y esto es, entre otras cosas, lo que piden esas familias.

No soy partidaria de que se imparta religión en un centro educativo público

P. ¿Por qué no ha habido desdobles? Entre la Junta, el Ayuntamiento y la Diputación tienen un buen patrimonio para hacer cederlo de urgencia a la Consejería.

R. Pues, si echas un vistazo a las últimas noticias, lo que está habiendo este año es cierre de unidades. ¿Por qué no ha habido desdobles? ¿Por qué, si hay matriculación suficiente en centros como el Caballeros de Santiago o el Concepción Arenal, no se ha permitido una unidad más? ¿Por qué se han manifestado las familias? Pues porque derivaban a esos alumnos a centros concertados que las familias no habían elegido.

P. Antes de hablar de la concertada, me gustaría que me clarificaras la impresión que yo tengo de que la educación que más se ha resentido durante el confinamiento ha sido psicosocial y afectiva.

R. Totalmente. Yo he tenido que parar sesiones de inglés o de lengua para trabajar en la parte más emocional. Yo he tenido alumnos que se conectaban llorando, deseando volver al centro. Tú no puedes dar una clase en esas condiciones. Hay que parar. Como si estuviera en una clase presencial, y trabajar con ellos desde una perspectiva más emocional para que echen para afuera esos sentimientos e inseguridades que tienen. Porque las han tenido. Porque en muchas ocasiones no se les ha explicado a los niños lo que estaba ocurriendo. Ellos sabían que estaban confinados; que no podían salir de casa; que había por ahí un virus, un bichillo; que en un principio parecía que a ellos les iba a afectar menos, aunque hay niños a los que les ha afectado; y que, al margen de eso, a las ocho había que salir a aplaudir a los sanitarios. Pero, en muchas ocasiones, no se les ha explicado qué es lo que está pasando ni qué puede pasar en el futuro. Si vamos a volver al centro. Ellos oían que a lo mejor volvían en mayo y te preguntaban si era verdad. Y claro, yo no tengo esas respuestas, pero por lo menos sí que he trabajado para que echen a fuera la parte más emocional y sus sentimientos.

P. Eso por no hablar de los aspectos sociales y el sentimiento de comunidad, que se pierde en favor del aislamiento que, a diferencia de lo que ocurrió en nuestra generación, ahora sí que se detectan problemas de este tipo en España. A lo mejor no tanto en los alumnos de Primaria, pero en los alumnos de Secundaria sí que empieza a haber casos de jóvenes que se niegan a salir de su cuarto. El confinamiento debe haber potenciado este tipo de problemas.

R. Sí, e incluso en Primaria. Yo tengo un caso cercano de una niña de ocho años que los primeros días, cuando se permitía salir de casa, no quería salir. Tenía pánico a salir de casa. Y estamos hablando de una niña de ocho años, que su madre es docente y a la que se le han explicado las cosas como son. Pues ella misma, que tenía muchísima información, tenía pánico a salir de casa.

P. Vamos a tener problemas muy gordos con los efectos psicológicos del confinamiento.

R. Sí. Los hay. En el profesorado también. El hecho de no poder conciliar y tener que dedicar quince, veinte horas diarias incluso... Esto es lo que no se ve. Yo he llegado a levantarme a las 6 de la mañana para preparar materiales y acostarme a las 10 de la noche contestando emails con mi pareja diciéndome: “¡Ya, que no has parado!”. Y luego está el impacto emocional de los profesores de no poder tener el contacto con el alumnado. Ya no es solo con familias. Tu trabajo es tu día a día y eso lo has perdido también. De repente, del tirón. Como ellos. Lo mismo. Esos efectos también se hacen notar en nosotros.

La partida presupuestaria es muy baja. Hay que invertir más en educación

P. Oye, y ¿los deberes?

R. Mira, yo estoy a favor del trabajo del alumnado en clase. O sea, si tú hablas con familias a cuyos hijos e hijas he dado clase, te dirán que yo no soy partidaria de mandar muchos deberes. Si mando es algo de fin de semana y, sobre todo, suele ser lectura o repaso de algo que hayamos dado si es importante. Porque, igual que tú trabajas ocho horas o nueve horas, en mi caso son 35 horas semanales, y luego necesito mi tiempo de descanso, pues el alumnos también. Yo soy muy pro-educación nórdica. El alumno necesita su tiempo de descanso. Y si están en clase de 7 de la mañana, que es cuando abren en los centros el aula matinal, hasta las 6 de la tarde, que es cuando terminan las actividades extraescolares, me parece una burrada que tenga después dos horas más haciendo tareas. Esta es mi percepción. Te diré que no es la de todo el mundo. Pero yo creo que deben repasar cosas importantes los fines de semana, que es cuando tienen más tiempo, que deben leer todos los días. Pero, al margen de eso, el trabajo, si se hace bien en el colegio, no requiere de un sobreesfuerzo en casa.

P. Sería deseable que fuera el propio centro el que estipulase esto.

R. Sí, hay centros que lo hacen. Y normalmente, por niveles, todos los maestros, por ejemplo, de sexto de primaria nos ponemos de acuerdo para hacer lo mismo y que luego no haya una comparativa entre Antonio, de Sexto A, con ocho deberes de Matemáticas; y Pedro, de Sexto B, con ninguna. Sí, nos ponemos de acuerdo para que esté la cosa equilibrada.

P. ¿Qué asignaturas sobran y cuáles faltan?

R. Bueno, este tema es... Yo creo que falta una asignatura que trate más la educación en valores y las emociones del alumnado. Nos quitaron la hora de tutoría y es muy necesaria. Por lo menos yo este año la he echado en falta y la necesitábamos. Muchas veces paraba mis clases de inglés o de lengua para poder trabajar con el alumnado. Faltan asignaturas relacionadas con temas sociales, con trabajar el pensamiento crítico, con trabajar la autoconfianza, que hoy en día es muy necesaria y muchos alumnos están faltos de ella.

P. ¿Qué sobra?

R. Desde mi punto de vista, más que sobrar, creo que habría que reunificar contenidos en algunas materias. En Ciencias, por ejemplo, siempre se trabaja lo mismo. Es una materia muy necesaria e importante, pero hay que reunificar contenidos porque muchos se repiten durante todos los años. Y luego está religión. El hecho de que este año hayan dado dos sesiones de religión... Las dos horas de religión sobran. No soy muy partidaria de la religión en la escuela. Pero es muy difícil eliminarla, porque hay muchos intereses metidos. La alternativa es valores, que sería la asignatura perfecta para trabajar las emociones con los alumnos, pero eso es otro tema.

P. ¿La educación está siendo sincera con los niños? ¿Les está diciendo el futuro que les espera?

R. ¡Buah! Yo creo que estamos tratando de prepararlos lo mejor posible.

P. Un inciso. No me refiero a los profesores. Me refiero al sistema educativo, a las materias, a los contenidos... No creo que se les esté diciendo a los niños: es posible que en 20 años no haya muchos de los trabajos que conoces.

R. Por supuesto que no. Pero porque nosotros no sabemos lo que va a pasar dentro de unos años.

No hay una ley educativa que hayamos podido probar en el tiempo y que haya dado resultados

P. Pero sí sabemos esto.

R. Yo he vivido ya una época en la que acceder a un puesto de trabajo es una odisea. Y con muchísima formación. Porque mi generación es la de dos carreras, másteres, idiomas y todo lo habido y por haber, y tengo compañeros que no han podido trabajar todavía. Ni los han llamado de interinos. Ahora, si esto lo extrapolamos a alumnos que están en Primaria, en esta situación de incertidumbre, frente a una posible crisis...

P. No, posible no. Va a ser una crisis sin cuartel.

R. ... Que posiblemente les va a afectar. Bueno yo es que no sé lo que va a pasar.

P. Bueno, creo que el mundo que se percibe no sale en los libros de los niños. Te repito que no sois vosotros, sino el sistema.

R. El temario está obsoleto.

P. Ahí es donde voy.

R. Sí, es lo que te estaba diciendo: hace falta nociones para generar un pensamiento crítico, a generar confianza...

P. Pero tus dos horas para rezar que no te falten.

R. (Silencio) Claro. No soy partidaria de que se imparta religión en un centro educativo público. Si es privado y está relacionado con el catolicismo lo puedo entender. ¿Pero en un colegio público? Pero vamos, que en la misma universidad está la asignatura de Religión. Que yo no la cursé, por cierto.

P. ¿Dónde estudiaste?

R. En Ciencias de la Información. Yo soy Propública. Y una de las asignaturas es religión porque para poder trabajar en centros privados o concertados te tienes que sacar la DECA.

P. ¿La Deca?

R. Sí, la Declaración Eclesiástica de Competencia Académica. Esto te lo dan, no sé si es cursando dos o tres años de la asignatura de religión optativa. Entonces, la ofertaban en la pública, claro. No solo en la privada.

P. Ah, pues no sabía que para trabajar en centros con concierto público tienes que estudiar religión obligatoriamente.

R. Si es que hay muchos intereses en juego.

El desánimo que había en las sesiones con alumnos por videoconferencia era generalizado

P. Antes te he preguntado por lo mejor de la educación pública en Andalucía, ahora te pregunto por lo peor. Lo primero que cambiarías.

R. La partida presupuestaria es muy baja. Hay que invertir más en educación. Es muy baja. Más hoy en día, cuando llevamos diez años de recortes. Eso es lo peor que yo veo. De ahí viene la falta de medios en los centros. Es que yo he estado en centros en los que las fotocopias están contadas. Y le pides a las familias materiales, como yo he vivido en algunos centros, para que voluntariamente traigan hasta papel higiénico. ¿Pero eso dónde se ha visto? Sí, la falta de medios es lo peor que tiene la educación en Andalucía. Los recortes que ha habido en los últimos años.

P. Tú has estado fuera, además. Londres, Madrid, Huelva, Sevilla... Eres de Córdoba. ¿Siempre hay distintas velocidades?

R. Sí.

P. ¿Y qué tiene más peso en estas velocidades distintas?

R. Yo que sé. Es muy difícil contestar a esa pregunta. Yo creo que realmente no hay un nexo común como en otros países.

P. ¿No es el poder adquisitivo?

R. También. También. El nivel adquisitivo influye. Y evidentemente el poder sociocultural y económico de las familias influye muchísimo. Pero ten en cuenta que estamos hablando de una ley que se cambia cada vez que un partido político entra al poder en un Gobierno. Es que estamos hablando de una ley que se cambia cada cuatro años. O incluso decreto que se modifican cada año. Entonces, no hay algo fijo a lo que atender. Y no hay una ley educativa que hayamos podido probar en el tiempo y que haya dado resultados como para saber qué cambios hacer sobre ello. En otros países hay leyes que se mantienen durante muchísimos años y se van haciendo ajustes en función de las necesidades que vayan surgiendo. Aquí no. Aquí cambio de gobierno, cambio de ley educativa. Y además, en un color totalmente diferente. Yo, en los años en que he estado opositando, realmente no sé decirte por cuántas leyes educativas he pasado: la Lomce, la LOE, la Logse...

P. ¿Hay alguna que te parezca particularmente buena, que tuviera ese tronco que habría que haber dejado crecer?

R. Yo creo que la LOE sí que introducía algunos cambios importantes y novedosos.

P. Esa es la de... ¿Zapatero?

R. Sí. En ese caso creo que se hicieron unas cosas buenas que no se mantuvieron en el tiempo. Luego se volvieron a cambiar.

P. Entró el PP y cambió a la LOMCE.

R. Sí. Y quizá sobre la misma ley se podrían haber hecho algunos cambios y adaptarla en vez de derogarla.

El trabajo, si se hace bien en el colegio, no requiere de un sobreesfuerzo en casa

P. Siempre he tenido la impresión de que impulsaron la LOMCE solo para eliminar la asignatura esta de Educación a la Ciudadanía, que era una batalla política del PP. En cualquier caso, lo que ningún Gobierno ha querido tocar es la concertada.

R. De la concertada no te puedo hablar mucho porque no conozco a mucha gente. A ver, yo creo que la educación concertada se creó en un momento en el que hacían falta más centros y se establecieron conciertos y ahí se crearon esos nuevos centros. Pero hoy en día no creo que sean necesarios. Es decir, yo soy partidaria de una educación totalmente pública. Y esto habrá mucha gente que no esté de acuerdo conmigo, pero ¿por qué tiene que haber una educación financiada por el estado, que sea el estado el que pague los sueldos, les ceda espacios para la construcción de centros y que luego sea gestionada de una forma privada?

P. Y opaca.

R. Y opaca sí. Porque los datos que se dan muchas veces son... Hombre, es verdad que está el Informe PISA, que te dice que los datos son buenos, pero como hemos hablado antes, no creo que el Informe PISA sea un elemento determinante. En definitiva, yo soy partidaria de que el que quiera una educación diferente, que la pague. Ahí está la libre elección. Pero los fondos públicos no han de ir a algo privado.

P. Pues no sé si sabes que la Junta va a pagar los test de Covid a todo el personal de la educación concertada.

R. No lo sabía. Sé que la tendencia del Gobierno Andaluz es en favor de la concertada. Ahí están los datos. Se han cerrado más de 400 unidades en la pública. 411 creo que son. Frente a 17 o 18 en la concertada.

P. De hecho, la concertada ya tiene todo cerrado de cara al próximo curso y no parece que los problemas vayan con ellos.

R. Pues sí.

P. ¿Te parece que se ha perdido una oportunidad de oro para hacer una reforma pequeña, básica, superficial o profunda, del sistema?

R. Sí.

P. ¿Nunca lo habéis tenido más a huevo que ahora?

R. Claro. De hecho, yo creo que, por ejemplo, el hecho de haber integrado plataformas digitales y que todo el mundo se haya formado de forma voluntaria va a ser una universidad para seguir usándolas. Por ejemplo, el centro del que yo parto va a seguir usando la plataforma porque se ha visto que tiene unas ventajas. Pero sí que es verdad que en un ámbito más global, se va a perder la oportunidad de bajar las ratios, por fin. Y partimos de que el decreto es de 2010. El que habla de una ratio menor de 25 alumnos donde haya una distancia de separación de metro y medio o dos metros. Eso es de hace diez años. Entonces, hemos tenido la oportunidad, aquí y ahora, debido a esta pandemia, de hacerlo cumplir. Y no se va a hacer porque Imbroda, entre otros consejeros, ha dicho que no se puede bajar la ratio. Porque no se pueden hacer desdobles, porque no se pueden contratar más maestros, porque no hay dinero o por lo que sea. Pero se va a perder esta oportunidad.

P. A mucha gente le sorprendería saber el parque inmobiliario de la Junta de Andalucía en el que hacer desdobles. Te pongo un ejemplo: los antiguos juzgados. Hay caben cuatro colegios. Los problemas de desdobles de Ciudad Jardín los soluciona fácil.

R. Pues fíjate. Y centros cívicos. Los centros cívicos, que muchos tienen biblioteca y aulas y ahí se puede trabajar muchas asignaturas.

Desde octubre, de media, yo pillo unos tres resfriados al año en clase

P. ¿Sentís que la administración está con vosotros?

R. No. Yo por lo menos no lo siento así. Si estuviese con nosotros, cuando partimos de que nos íbamos a casa e íbamos a estar confinados una temporada, hubiesen hecho un protocolo o unas instrucciones sobre lo que había que hacer en casa. Por no hacer, no se hizo ni eso. O sea, hemos ido actuando con buena voluntad y la administración iba detrás de lo que ya habíamos hecho y de lo que se había implementado en los centro por pura lógica.

P. ¿La revolución educativa va a partir del profesorado?

R. Yo espero que sí. Por lo menos por mi parte no va a quedar. Pero claro, esto también es una opinión personal. Hombre, creo que hay muchísimos docentes que están bastante enfadados con cómo se están dando las cosas, con el tipo de contratos que se van a dar en un futuro. Así que yo espero que, por fin, nos unamos toda la comunidad educativa y salgamos a la calle. Es necesario y hay que hacerlo. Pero también te digo que yo soy una persona muy reivindicativa que se apunta a todas las huelgas. Entonces claro, mi visión es muy de luchar por nuestros derechos. Y no todo el mundo piensa así.

P. Te hago una pregunta muy puñetera: ¿Qué has conseguido hasta ahora con huelgas?

R. Yo personalmente nada. No cobrar esos días que he estado de huelga. Sí que es verdad que nuestras familias, yo recuerdo a mi madre cuando era joven, y ellos hicieron huelgas de mes y medio y dos meses, y sí consiguieron las aulas de mayores de 55 años, el cupo 16 para infantil que era una maestra de apoyo. O sea, consiguieron determinados beneficios, subida de sueldos incluidos, que hoy en día nosotros no hemos conseguido. Y la culpa es nuestra. Porque también es muy cómodo desde tu casa o en redes hablar y decir que hay que ir a la huelga y luchar por nuestros derechos. Pero luego te encuentras, como me encontré yo en la última, una semana antes de que empezara el confinamiento, en Sevilla, allí en la delegación, y había cuatro gatos. Doscientas o trescientas personas. ¿Dónde está el resto?

P. De aquellos barros...

R. Yo entiendo que cada uno tiene su situación personal, económica... Pero si hablamos de que hay que luchar por nuestros derechos, vamos a ser consecuentes, ¿no?

P. Volvemos a lo de antes. Al sentimiento comunitario.

R. Sí, en el profesorado está perdido también. Es decir, en el centro te sientes muy acogida, pero a nivel social, tendríamos que plantarlos, luchar por nuestros derechos y reivindicar la importancia que tiene nuestra figura hoy en día. Porque es que influye directamente en el alumnado. Y luego, aparte, es verdad que si se recuperara la autoridad, ese respeto... Es verdad que para recuperarlo, hay que luchar por lo que es tuyo. Y por la figura del docente. Y eso no se hace hoy en día.

P. Te cuento una cosa muy curiosa. El otro día nos llegó al mail del periódico un comunicado de una plataforma creada para que haya educación presencial. Y la cosa iba de mostrar lo que ellos decían que cobraba un profesor o un director en Andalucía. En el mejor de los casos, hablamos de un director del mayor centro de Andalucía con 30 años de experiencia docente, el sueldo era de 3.600 euros o así. Y yo me pregunté: ¿Qué problema hay? Estás depositando la educación de tus hijos en esa persona. Tendrá que estar bien pagada.

R. Pues evidentemente. Pero es que las condiciones que hay hasta que llegas a tu puesto de empleo no son fáciles. Cuando nos dicen que tenemos muchas vacaciones y que cobramos mucho, yo siempre digo que el magisterio está abierto a todo el mundo y que la oposición también. Así que ánimo a quien quiera acceder al que, para mí, es el mejor empleo del mundo.

P. No hace falta. Con que se vayan una semana a un colegio público les cambia la opinión.

R. Pues sí, también. Pero volviendo a esos datos, que no sé de dónde los sacan. La base de un docente que empieza es de 1.513 euros. Limpios. Ten en cuenta que a eso hay que añadirle la gasolina de ir al centro, el alquiler de irte a trabajar fuera. Un sueldo normal y corriente. Con lo cual, no sé si el argumento del sueldo se puede echar en cara, porque no es real.

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