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En espera de una casa en la casa del pueblo

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Manuel J. Albert

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Dos parejas de jóvenes acampan junto al Ayuntamiento para pedir viviendas dignas y asequibles

Hoy ha sido la segunda vez que han visto amanecer en la calle Capitulares. En un rincón de la fachada del Ayuntamiento, cuatro jóvenes han pasado la noche en hamacas plegables de camping, tapados con mantas, nórdicos y poco más. Con ese gesto, las dos parejas pretenden que el Ayuntamiento, La Junta o Vimcorsa les ofrezcan sendas viviendas donde poder vivir. Las dos parejas están en paro y sobreviven con la venta ambulante y las ayudas sociales.

Manuel Balancer, de 24 años, y Rebeca Gómez, de 27 años no pueden pagarse una vivienda. Los dos están en paro, no reciben ninguna prestación y sobreviven con la venta ambulante. Con su hijo de 15 meses, residen en casa del padre de Manuel, aquejado de una enfermedad mental que le obliga a tomar fuertes medicamentos. “Mi padre nos ha echado muchas veces de casa, él está muy mal, no puede estar con mi hijo porque deja sus pastillas siempre por ahí y el bebé se las puede tragar”, se queja.

Según Manuel, desde hace cuatro años espera que la Junta le ofrezca una casa de alquiler social donde residir con su pareja. Pero no ha tenido noticias. “Cuando acudo a la Junta me dice que quienes me tienen que ayudar son los del Ayuntamiento y cuando voy a los del Ayuntamiento me dicen que son los de la Junta”, relata. Hartos de este ir y venir, ha decidido dejar a su hijo en casa de unos familiares y acampar en el Ayuntamiento “para que me vea el alcalde todos los días”.

Con Manuel y Rebeca también se han instalado Rocío Flores y Rafael Reyes, ambos de 24 años. Los dos viven con sus hijos de dos años y medio y otro de tres meses en una casa afectada, según cuentan, por terribles problemas de humedad. El piso les cuesta un alquiler de 350 euros. La familia sobrevive con los 426 euros de paro que cobra mensualmente Rafael y la venta por la calle de ropa, ajos “o lo que pillo”, cuenta Rocío. La mujer dice que no pueden afrontar esa renta mensual y que necesita una casa donde no haya problemas de frío o humedad pues sus dos hijos están afectados de serias infecciones de las vías respiratorias. “Mi hija la pequeña tiene que dormir con una máquina para respirar”, afirma la madre.

Como en el caso de Manuel, Rocío también dice que lleva tres años y medio pidiendo una vivienda de alquiler social sin obtener respuesta y siguiendo el mismo circuito entre el Ayuntamiento y la Junta. “Sabemos que el tema de la vivienda está muy mal y que no hay pisos. Pero también es verdad que hay muchos pisos vacíos por ahí. Nosotros hemos sido legales y no hemos dado una patada a ninguna puerta para ocupar ningún piso. Nos tienen que atender. Y no nos pensamos mover de aquí hasta que no lo hagan”, termina.

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