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Largo día al son que marcan las mulas

Tercer día de peregrinación de la filial del Rocío | ROCÍO LÓPEZ

Redacción Cordópolis

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El pitero llamó pronto al alba del sábado para que los romeros se despertaran y se prepararan para partir. El camino que tenía la hermandad del Rocío de Córdoba ayer por delante era largo, desde Guadalcázar hasta La Luisiana, ya en la provincia de Sevilla. Los cordobeses comenzaron su tercera jornada de peregrinación -la segunda en los caminos por el campo pues la primera fue la procesión por las calles de su ciudad- a las siete y media de la mañana con los ánimos a punto pues cada paso los pone más cerca de la Virgen.

No va sola ya por los senderos la hermandad cordobesa, desde el viernes por la noche la acompañan otras como Cabra o Puente Genil y este sábado también salió Lucena. También hermandades de otras provincias como la malagueña, de manera que ayer eran en total una veintena las filiales que recorrían los campos en dirección a Almonte con la alegría que caracteriza a quienes van a ver a la Madre de Dios, que cantan y rezan por sevillanas.

Ayer la carreta del Simpecado fue tirada por mulas durante los cuarenta kilómetros de recorrido, lo que hizo el día algo más duro que el del viernes. Los bueyes volverán para cruzar el Guadalquivir hacia Coria del Río el miércoles próximo. Sobre las cuatro de la tarde la hermandad llegó a Écija, donde hizo su presentación ante la iglesia de la Virgen del Valle. En esta localidad sevillana volvieron a ofrecer a los peregrinos cordobeses gazpacho de habas como suelen hacer todos los años.

Luego continuaron andando por la vía verde paralela a la autovía hasta llegar a La Luisiana, localidad a la que entraron de noche con la carreta iluminada. Una vez allí se dirigieron a la iglesia de la Purísima Concepción, donde hicieron una oración junto a los vecinos del municipio que fueron a recibirlos.

Como todas las noches hubo Eucaristía, que ayer estuvo cantada por el coro de la hermandad de Córdoba. La hermandad pernoctó en el recinto ferial de La Luisiana, a las afueras del pueblo, al que llegó a las doce y media de la noche y donde no faltaron el cante y el baile. Estuvo acompañada en esta ocasión por numerosos jóvenes de hermandades cordobesas como Sentencia, Soledad, Penas, Esperanza, Paz y Socorro, que se desplazaron hasta ese lugar y fueron los encargados de velar el Simpecado.

La marisma aún queda lejana pero las esperanzas por llegar a ella van en aumento conforme las pisadas se van sucediendo. Córdoba y su idiosincrasia van camino de la Patrona de Almonte y el Pastorcito Divino, a los que cada día el hermano mayor grita sus vivas que responden con fervor todos los que acompañan a la hermandad y salen a recibirla en su peregrinar a la misma gloria.

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