Caballerizas Reales: ¿Museo del caballo o cuna del pura raza español?
Las Caballerizas Reales no son un edificio ecuestre cualquiera. En eso es en lo único que hay unanimidad por parte de todos los actores interesados en que este monumento histórico nacional y bien de interés cultural pueda convertirse en un atractivo cultural y se potencie su uso hípico y turístico.
La presentación, por parte de Córdoba Ecuestre -explotador en estos momentos del edificio-, de una propuesta que pasa por instalar allí un Centro Internacional del Caballo, lo que implicaría una serie de actuaciones arquitectónicas en el inmueble, ha encontrado estos días la oposición de algunas voces que piden, por un lado, que se respete la singularidad arquitectónica de las caballerizas (construidas durante el Reinado de Felipe II, en el siglo XVI), y que, de una vez por todas, se potencie la característica para la que fueron creadas como cuna del caballo pura raza español.
El arquitecto Francisco Crespo, del estudio Amasce, que ha elaborado la propuesta de Córdoba Ecuestre bajo la dirección de Rafael Obrero, se resiste todavía a llamar a los bocetos “proyecto o anteproyecto”. En declaraciones a CORDÓPOLIS, Crespo prefiere considerarlo “un inicio de una conversación”, con una serie de ideas, infografías e imágenes -algunas de las cuales han sido ampliamente publicadas- que pueden servir de referencia y que muestran para el edificios dos nodos.
Por un lado, explica el arquitecto, estaría el edificio institucional con un apartado museístico, ubicado en el propio inmueble -las cuadras abovedadas y la parte superior-; y, por otro, un edificio destinado a la formación -una escuela ecuestre-, ubicado en la zona de la huerta, donde además se recuperarían los jardines y se abriría al ciudadano.
Esta propuesta inicial, redactada durante el pasado invierno a petición de Córdoba Ecuestre, ha ido tomando forma al mismo tiempo que se resolvía la cesión del edificio al Ayuntamiento por parte del Ministerio de Defensa, un impasse en el que se ha especulado con las propias aspiraciones de Córdoba Ecuestre respecto al inmueble. “En esta aspiración, contactan con Rafael Obrero y él a su vez con nosotros para articular una serie de propuestas de uso de los espacios, teniendo en cuenta las necesidades de Córdoba Ecuestre, las propias necesidades de la ciudad y del propio barrio”, detalla Crespo.
Una propuesta que no contempla intervenir en las cuadras
Así, la propuesta es “compatible con la normativa urbanística”, en tanto en cuanto no precisa de una modificación del Plan General o el Plan del Casco que se está tramitando, y tampoco contempla actuaciones arquitectónicas en el edificio patrimonial, incluidas las cuadras, en las que únicamente se intervendría “de manera efímera” con un proyecto de musealización“.
Donde sí está contemplado actuar es en el picadero, donde se proyecta la apertura de una puerta que comunique el Alcázar con el edificio. En cualquier caso, Crespo se frena en seco de nuevo. “Lo primordial es lanzar la idea, ver la recepción de la misma, y luego estudiar si se va a avanzar o no”, aclara el arquitecto, que recuerda que lo que se ha presentado no tiene memoria económica.
En cualquier caso, sí aclara que la idea de Córdoba Ecuestre es la de costear el proyecto, si llega a realizarse, con una fórmula mixta de colaboración público-privada. “Ellos cuentan con inversores y recursos propios para hacerlo”, señala.
Pero antes siquiera de que se le ponga nombre al proyecto, la mera presentación del mismo ya ha generado suspicacias entre algunas facciones de los amantes del caballo y los del patrimonio. Una de las personas que mejor expresa el recelo hacia el proyecto es Lucía Altamirano, hija de Juan Carlos Altamirano, investigador e historiador del caballo de pura raza española, y autor del libro Las Caballerizas Reales de Córdoba.
“Un museo del caballo se puede hacer en cualquier parte del mundo”
Altamirano arranca confesando que solo conoce el proyecto por la prensa, puesto que nadie se ha puesto en contacto con ella ni con su madre, que es quien realizó la primera tesis en la que se descubrió el origen de Caballerizas Reales. En este sentido, se muestra particularmente apenada. “Es que no sé qué pasa con Córdoba Ecuestre que realmente no alcanza a entender lo que tiene entre manos. No entiende cuál es el edificio que está ocupando y no lo están explotando en positivo. Me refiero a explotarlo culturalmente y no explotarlo para sacar dinero”, señala Altamirano.
Según indica, es importante luchar por el mundo ecuestre y hacer un centro internacional del caballo no es necesariamente una mala idea, si bien recuerda que “solo hay un edificio en el mundo que es la cuna del caballo español”, que es las Caballerizas Reales, y no entiende por tanto cómo es posible que “desde ese edificio no se defienda” esta singularidad y se refuerce el mensaje de que el origen del pura raza español está en Córdoba y no en los cartujos de Jerez.
Por ello, insiste en que un “museo del caballo se puede hacer en cualquier parte del mundo”, si bien solo Córdoba puede vanagloriarse de ser la cuna del caballo pura raza español. Aunque, a su juicio, en Córdoba Ecuestre parecen no querer darse cuenta puesto que, según afirma, esta asociación “lleva desde siempre diciendo una y otra vez caballo andaluz” a pesar de que saben perfectamente, porque está documentado, que el origen es el caballo español.
“Lo que tiene que venderse es unas Caballerizas Reales como se están vendiendo las de Viena y lo que deben es luchar para que las caballerizas sean un sitio Real, que es la denominación que nunca debieron perder”, remata Altamirano, quien considera que, para ello, es indispensable que en el edificio se haga un estudio con arqueólogos e historiadores para recuperar lo máximo que se pueda de lo que se ha perdido y para potenciar un inmueble que ha estado en pie cuatro siglos y que no se puede poner en riesgo por el ansia de atraer más turistas.
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