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091 regresa al escenario del crimen

Concierto de 091 para inaugurar el 36º Festival de la Guitarra de Córdoba | TONI BLANCO

Juan José Fernández Palomo

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La banda granaína abre el 36 Festival de la Guitarra de Córdoba en la Axerquía con una lección de rock y actitud

En aquel Teatro de la Axerquía de 1996, los granaínos 091 dieron su último concierto en Córdoba. Luego acabaron cerca de casa, en Maracena, y todo parecía haber llegado a un final. Hasta nuestro aquel Teatro de la Axerquía dejó de tener actividad; se llenó de jaramagos y todos, antes de su final, ya nos preguntábamos “qué fue del siglo XX”.

La decisión de parar de los 091 fue tomada por sus fans como un crimen a sus orejas, a sus vivencias, a su actitud de gafas negras y chupas de cuero, a su vocación de sureños universales…

Que La Axerquía se llenará de sicofonías y de malas hierbas fue tomado por los lugareños con pasmo e incomprensión. Otro crimen.

Pero, ah, pesimistas: el Teatro al aire libre volvió a funcionar mejor que nunca, remodelado, con un escenario y unas instalaciones de lujo, con unas vistas prodigiosas a un cielo, a una Mezquita y al río. Y anoche Los Cero volvieron. Veinte años no es nada, qué feliz la mirada, el reencuentro, algunas canas, algunas cosas…

La Maniobra de Resurrección de 091 es un ejercicio de nostalgia bien entendida y bienhumorada desde su nombre. Reúne recuerdos, amigos, saltos y estribillos. “¿Te acuerdas dónde estabas tú cuando escuchaste por primera vez La Torre de la Vela?”, se preguntaban algunos.

Mientras, en las tablas, bajo los focos, los chicos están bien. Pitos sigue siendo uno de los mejores front man de la última historia del rock español, carisma y actitud. Menos saltos. Los Lapido cruzan precisas sus guitarras, a veces dulces con las espigas, a veces fuertes con las espuelas. Los coros y los apoyos de José Ignacio salvan el asunto. Jacinto y Tacho hacen con el bajo y la batería que aquel tren que paraba en Bobadilla no cese.

Algunos y algunas llegaron casi tarde a las once de la noche –eran las once en todos los relojes- y por eso el recinto de la Axerquía no mostró sus tres cuartos de entrada hasta la tercera o cuarta canción: El lado oscuro de las cosas o Esperar la lluvia. La traca de estribillos reconocibles y coreados con la cerveza en la mano fue llegando poco a poco: Sigue estando Dios de nuestro lado (que nunca supimos si era una pregunta o una afirmación, o tal vez un deseo).

Volvimos a escuchar: me encontrarás en un bar bebiendo a solas/ o en la oficina del paro haciendo cola.

Veinte años no es nada. ¿Lo ves?. Es hoy.

Tal vez la Maniobra de Resurrección solo sea un chiste o una raya en el agua. Pero lo hemos pasado bien.

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