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Los otros

Elena Medel

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Hallábase Nicole Kidman en el salón de su vivienda en un barrio muy de la ciudad, en el salón en la planta baja de su vivienda en San Pedro, pongamos, o al ladito del Compás de San Francisco, un decir, cuando el ruido en el piso superior interrumpió su labor de costura o de escucha de música trascendente o de lectura de Marcel Proust. Y entonces a Nicole Kidman le embargó un susto grande, porque en su día a día de costura y música trascendente y Marcel Proust se escucharon pasos que no pertenecían ni a ella ni a sus hijos de encaje ni al servicio, y Nicole Kidman se pinchó con la aguja en la yema del dedo y una gota de sangre ensució la tela blanca purísima, o gritó hasta confundirse con los acordes que la embriagaban unos pocos segundos antes, o se agarró con fuerza al volumen que maneja para asirse de esa forma a alguna certeza, o no, que me equivoqué de película.

Nicole Kidman ha concedido la Medalla de Oro de Córdoba a la sección local de la Plataforma Stop Desahucios. Nicole Kidman y su piel estirada y su costurerito y su tocadiscos y sus siete libros de Proust con edición crítica y traducción revisada se pusieron de acuerdo y otorgaron el honor, entre otros, a un colectivo que prescinde de los nombres y apellidos e invierte su tiempo y su energía en ayudar a los demás: sin importar el origen ni las circunstancias, Stop Desahucios asesora y acompaña y recuerda, sobre todo recuerda, que en esta crisis sí hay culpables y sí hay víctimas.

Esto es importante. Es importante que Nicole Kidman haya gobernado para todos y haya decidido para todos al elegir a los homenajeados, y es importante que haya actuado no solo para quienes le votan, sino también para quienes no le votan, pero a quienes también representa. Aquí Nicole Kidman interpreta el papel del Ayuntamiento de Córdoba y los pasos de los otros, los distintos, se escuchan en el pleno del que se expulsa a una mujer que mañana se quedará sin hogar, en la puerta donde protestan quienes tampoco tienen casa o quienes van a perder su trabajo. ¿Qué onomatopeya corresponde a un ruido así? También ellos votan y también ellos, quizá, votaron a quienes en ciertos momentos los consideran otros, otros distintos, como de origen sobrenatural, de espíritu que ni es blanco ni tinto ni tiene color, y de ahí, de la diferencia, la indiferencia.

Stop Desahucios toca las narices porque nos recuerda los brazos cruzados y las palmaditas en la espalda cuando todo marchaba bien, o eso creíamos, y porque junto a otros colectivos de ciudadanos ha ocupado el rol activo y unificador que esperábamos de quienes nos gobiernan. Por eso, por el esfuerzo de quienes la integran, que invierten su tiempo en construir mientras el resto lamenta lo que ocurre al otro lado del ordenador, vamos a tuitear esta injusticia, vamos a firmar una petición en Change.org, a ver si el mundo se cambia así, solo, y porque el ayuntamiento ha ejercido en esta ocasión como ayuntamiento de todos, que no sucede siempre y que más bien no sucede casi nunca, a mí la Medalla de Oro me alegra por partida doble.

Y me alegra que también se reconozca con ella a Cáritas, que ha elegido otro campo de acción —unos, que nadie duerma al raso; otros, que nadie pase hambre, y aquí entra también el Banco de Alimentos, también galardonado con la Medalla de Oro— y que soporta a quienes temen aquello de lo que no saben o de lo que se empeñan en no saber, porque otros creen o piensan diferente, y por eso se desconoce, y por eso. Los prejuicios, que se dice; el yo-pienso-así-y-así-pensaré-nunca-cambiaré. Nicole Kidman en Los otros, convencida de una realidad que a lo mejor no lo es tanto y aquí me callo, no vaya a destriparles la noche del sábado o el domingo la próxima vez que la pasen por la tele.

Mientras tanto, en algún trastero de alguna casa de la ciudad, Nicole Kidman borda los mandamientos del decoro en punto de cruz, para distribuir los pañuelitos entre sus amigas poco otras, o en otra habitación ya de la planta de arriba, donde los pasos que no se sabe de dónde vienen, pero sí que a alguna parte se encaminan, despoja —delicada y etérea, como de mentira— a los maniquíes de las sábanas, y los observa desnudos y frágiles, como de mentira, y le embarga un susto grande ante lo que no conoce, por mucho que se parezca tanto a ella.

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