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Chanquete nunca murió

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Redacción Cordópolis

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Bueno, veréis, sí que se murió, pero en la televisión.

Sí, en la caja cuadrada para la que se hacían muebles, decorada con mantel de ganchillo, quizá con una gitana encima en plena pose de baile (pobres gitanitas, que sufrieron el ERE forzoso de la Reforma Laboral del Plasma) y tal vez incluso repartiéndose el espacio con un cenicero de Cinzano, todo a la corriente de un ventilador que aliviara “las calores” de aquel verano, normal en la realidad, pero que, maravillas del guión, era azul en la ficción.

Por cierto, que de pequeño se veían tantos de esos ceniceros que inocentemente pensaba que era una marca de tabaco en vez de una bebida. Cosas de niños. En fin.

Verano Azul.

Leo, oigo o escribo esas palabras y me pongo a silbar la inevitable melodía principal, la banda sonora de aquel verano, sin darme cuenta.

Puede que ahora, sonrío, lo estés haciendo tú.

La han repuesto tantas veces como veranos frente al televisor puedo recordar. Alguno de ellos hasta dos veces, y sigue teniendo sus adeptos.

Normal, en realidad, puesto que quizá sea una gran recopilación de vivencias infantiles, adolescentes y adultas en las que verse reflejado e inspirado.

Y es que son muchas cosas las que nos unen a aquel azulado verano de la televisión y lo hacen nuestro.

Azulado verano, o como dijo de alejandrina manera un tal Machado, D. Antonio, también eterno:

“estos días azules,y este sol de la infancia”

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Quizá es que todos fuimos un poco rebeldes con nuestros padres y la autoridad, paseamos en bicicleta al sol sin rumbo fijo y nos asomamos al balcón de Europa desde la comodidad de nuestro sofá.

Tal vez es que hicimos amistades que durarían toda la vida y compartimos la pena por la pérdida de algún ser querido.

Lo mismo incluso fuimos todos Pancho, buscando nuestro primer beso, y lloramos, sufrimos y reímos por amor.

O fuimos Javi, y queríamos encontrar nuestra cueva que dedicar a los ojos de nuestra Beatriz.

O convivimos en nuestra Dorada particular, lugar donde reunirnos a contarnos alguna trastada, un chiste verde, parcela exclusiva de los adultos, o simplemente escapar temporalmente de una regañina en casa.

A lo mejor la serie nació, creció y vivió con nosotros, desde entonces.

A lo mejor”, que rezaba uno de aquellos míticos capítulos de sobremesa.

Quizá, siempre quizá, incluso la serie es un poco tú, un poco yo, o un poco todos, cada uno aportando nuestro tono de azul particular a un verano inolvidable.

Y precisamente por eso, por ser inolvidable, ni Chanquete murió, ni Julia se marchó, ni acabó jamás aquel verano.

Y nunca morirá.

Porque, del barco de Chanquete, no nos moverán. http://youtu. be/ekdmeSkQZM0

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