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El efecto Pigmalión

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Isabel Galindo

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Hoy quería hablar del denominado “Efecto Pigmalión”. Este fenómeno, según he visto cuando me he estado informando para hacer el post, tiene diferentes definiciones y se usa en distintos campos, pero os voy a hablar del sentido que me interesa en este momento.

El efecto Pigmalión dentro de una clase, supondría que el profesor se genera unas expectativas sobre cómo se van a comportar o cuales serán los resultados de los alumnos, y según estas, él trata a los alumnos de forma diferente. Podría resumirse en que cuando tenemos una creencia respecto a alguien, esta se acaba cumpliendo.

Así contado, puede resultar un poco lioso, pero vamos a poner un ejemplo: si un profesor cree que Juan va a tener mejores resultados, posiblemente se implique más con el, por lo que al final Juan, seguramente, consiga tener muy buenos resultados. Por el contrario, si tiene la expectativa de que Jose vaya a suspender, le tratará de forma distinta, sin estimularle tanto, y Jose acabará suspendiendo.

En un experimento que realizaron Jacobson y Rosenthal, psicólogos norteamericanos, le dijeron al profesor que unos niños elegidos al azar, eran los más estudiosos y brillantes de toda la clase. Al finalizar el curso, ¿ adivináis qué niños tenían las mejores notas? Efectivamente, los “supuestamente brillantes”.

¿Puede dar esto explicación a la excusa más antigua y universal, la que todos hemos utilizado en algún momento de nuestra vida pero en muy pocas ocasiones nos ha servido para que no se enfadasen nuestros padres, de: “he suspendido porque el profesor me tiene manía”? Estoy segura de que en la mayoría de los casos, si se ha suspendido, es porque no se ha estudiado lo suficiente, pero sí que es verdad que cuando el niño no percibe que el profesor cree en el, los resultados probablemente no sean nada buenos.

Por el contrario, y usando este efecto de forma positiva, si desde el principio se crean unas expectativas reales y adaptadas al alumno, a pesar de las dificultades que pueda tener en el estudio y el comportamiento, se sentirá mucho más motivado y dará lo mejor de sí para cumplirlas.

Llevado a la vida fuera de las aulas, el efecto Pigmalión también existe. Nosotros actuamos según como pensamos. En cualquier aspecto, si alguien te dice “ no vas a poder”, ya cuentas con la posibilidad de que no sea realizable y esto favorecerá que no lo logremos. Si por el contrario te dicen, “ tú puedes”, la motivación, el creer que eres capaz, hará que lo consigamos mucho más fácilmente.

La autoestima es uno de los factores más importantes que influirá en la vida del niño, tanto en la infancia como cuando sea mayor. Si desde pequeños perciben que no se cree en ellos, no se van a esforzar en nada, total, ¿ para qué si piensan que no lo voy a lograr?. Por el contrario, si desde pequeños perciben que son válidos, aceptados, independientemente de si consiguen sus objetivos o no, y que tanto su familia como sus amigos consideran que es capaz de todo lo que se proponga, desde luego, lo conseguirá.

Es muy importante evitar las etiquetas: el hecho calificar al niño como “es muy retraído”, “ es un vago” e incluso “ es un niño malo” ,(etiquetas que además están basadas en expectativas nuestras sobre el niño), únicamente causará efectos perjudiciales para él, ya que asumirá que ese es su papel y se comportará como tal siempre, influyendo así en su personalidad y autoestima.

Por ello nunca dejes que nadie te diga que no eres capaz, y trata de hacer ver a tu hijo que puede conseguir lo que se proponga. Si vas a crearte expectativas, que sean reales, y confía en ti, con eso tienes la mitad del camino hecho.

¡Nos leemos la próxima semana!

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