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Los champús, esos específicos para lavar el cabello (I)

Tony Sanmatías

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El champú (en inglés: shampoo) es un producto para el cuidado del cabello, usado para limpiarlo de suciedad, la grasa formada por las glándulas sebáceas, escamas de piel y en general partículas contaminantes que gradualmente se acumulan en el cabello.

Etimológicamente, la palabra champú deriva del inglés shampoo, palabra que data de 1762, y significaba originalmente “masajear”. Esta palabra es un préstamo del Anglo-Indio shampoo, y esta a su vez del Hindi chāmpo, por imperativo de champna, “presionar, amasar los músculos, masajear”.

El término y el servicio fueron introducidos en Gran Bretaña por Sake Dean Mahomed, migrante de India, que abrió unos baños de “shampoo” conocidos como Mahomed’s Indian Vapour Baths (Baños Indios de Vapor de Mahomed) en Brighton en 1759. Estos baños eran similares a los baños turcos, pero los clientes recibían un tratamiento indio de champi (masaje terapéutico). Sus servicios eran muy apreciados, y Mahomed recibió el alto honor de ser nombrado “Cirujano de champú” para los reyes Jorge IV y Guillermo IV.

En los primeros tiempos del shampoo, los peluqueros ingleses hervían jabón en agua y añadían hierbas aromáticas para dar brillo y fragancia al pelo. Kasey Hebert fue el primer fabricante conocido de champú, y su origen aún se le atribuye a él. Hebert vendió su primer champú, con el nombre de “Shaempoo” en las calles de Londres.

Originalmente, el jabón y el champú eran productos muy similares; ambos contenían surfactantes, un tipo de detergente. El champú moderno, tal como se lo conoce en la actualidad, fue introducido por primera vez en la década de 1930 con “Drene”, el primer champú sintético (no jabonoso).

Desde el pasado hasta la actualidad, los hindúes han usado diferentes fórmulas de champúes, usando hierbas como neem, shikakai o nuez jabón, henna, bael, brahmi, fenogreco, aloe, suero de mantequilla, amla y almendra en combinación con algunos componentes aromáticos como madera de sándalo, jasmín, turmeric, rosa y almizcle, mientras que en Europa se utilizó la saponaria o hierba jabonera. 

Históricamente, los primeros champúes usados en Indonesia estaban hechos de cáscara y paja de arroz. Las cáscaras y pajas eran quemadas hasta ser cenizas, y las cenizas (que tienen propiedades alcalinas, por lo tanto desengrasantes) las mezclaban con agua para formar espuma. Las cenizas y la espuma eran restregados en el cabello y luego lavado, dejando el cabello limpio, pero muy seco, a causa de pH alcalino derivado de las cenizas. Después del champú, los indonesios aplican aceite de coco para rehumedecer el cabello.

Actuación del champú 

Físicamente, se trata de una reacción eléctrica: El cabello contiene partículas eléctricas positivas (OH+) propias de su naturaleza (al igual que la piel), mientras que la suciedad (y el polvo ambiental se adhiere al cabello fuertemente por negatividad (OH-), formándose un polo eléctrico de atracción mutua y casi instantánea. La misión del champú consiste, por lo tanto, en formatear una reacción neutra para separar ambos polo, neutralidad esta que retira la suciedad (grasa propia del cabello y polvo ambiental) del cabello mediante surfactantes, haciendo que, a su vez, se marcha mediante el agua del enjuague. Aparentemente sencillo, ¿Verdad?

Esta grasa en el cabello, la que tiene por naturaleza, la que a su vez hace ensuciar al cabello dada su positividad, es un aceite segregado por las glándulas sebáceas, es expulsada al exterior mediante los folículos pilosos (invaginaciones en la dermis), resultando se fácilmente absorbida por los cabellos formando una capa protectora y dándole al cabello su genuino pH ácido, pH 5,6, tan vital para él. El sebo protege de daños externos la estructura proteínica del cabello, pero tiene el coste asociado de atrapar a la suciedad mencionada, además de retener las escamas que suelen soltarse por queratinización y desprendimiento del cuero cabelludo (caspa) y los productos que se suelen añadir al cabello como aditamentos de un peinado (perfumes, gomina, geles, y otras lociones).

Composición 

Las formulaciones de shampoo buscan maximizar las siguientes cualidades: Fácil enjuague; buen acabado después del lavado del cabello; irritación mínima de piel/ojos; no dañar el cabello; baja toxicidad; buena bio-degradabilidad; pH ligeramente ácido, ya que un ambiente básico debilita el cabello rompiendo los enlaces de disulfuro de la queratina del cabello (aunque la legislación no exige el indicativo del pH contenido en el champú), es decir, resecarlo en mayor o menor medida.

Estos efectos se consiguen añadiendo pequeñas escamas de diversos materiales, por ejemplo, diestearato de glicol (una cera).

Tensoactivos 

Los Tensoactivos -también conocidos como surfactantes-disminuyen la tensión superficial de un líquido, permitiendo esparcirlo más fácilmente. La palabra surfactante es un anglicismo de la palabra surfactant que a su vez proviene de “Surface active agent” (agente activo superficial).

Los principales tenso-activos usados en la elaboración de champú, son: Aniónicos;  Catiónicos; Noniónicos; Anfotéricos; Detergente, normalmente un producto ligeramente alcalino capaz de arrastra suavemente la suciedad, aunque formulado con precisión para que el pH resultante sea el más adecuado a cada caso a tratar

Demandas necesarias e imprescindibles en los ingredientes 

Son numerosos los países, entre ellos España, quienes ordenan que los contenidos en el champú enlisten en los envases, tanto exteriormente (caja) como en el propio envase del producto, exactamente los ingredientes que conlleven, conjuntamente a su el grado pH. Sin embargo, pese a que los requisitos de formulación se indiquen, deliberadamente  y de forma reiterada en el tiempo es omitido el básico –y necesario- conocimiento del potencial pH resultante de su formulación, por lo que habitualmente son numerosos los casos en los que el consumidor puede verse engañado en un producto tan vital y de ineludible utilización para la higiene capilar (igual que lo es el jabón para la piel), no informando al consumidor de lo más consecuente para sus cabellos, como tampoco del daño dado por la radiación ultravioleta, mientras que los ingredientes responsables de bloquear la radiación no están presentes en una alta concentración –o equiparados- como para ser lo suficientemente efectivos.

¡¡Cuidado con ellos!! Y que para no caer en errores que dañen vuestro cabello y cuero cabelludo, la semana que viene os hablaré de aquellos champuses y jabones que os resulten más adecuados.

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