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Luces y sombras de Podemos

David Val

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Podemos ha conseguido al mediatizar su discurso un sinfín de victoria impensables hasta no hace mucho, sin embargo también ha propiciado que mucha gente se desmovilice esperando las elecciones

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Me gustaría aclarar desde la primera línea que Podemos levanta en mí muchísimos interrogantes, pero dicho esto, no quita para corroborar que gracias a la omnipresencia mediática de su discurso ha conseguido poner en alerta a los políticos que hasta no hace mucho se reían de esta nueva formación. Me explico. En primer lugar, desde que Pablo Iglesias y compañía pusieron de moda la palabra “casta”, el ataque de la ciudadanía hacia los políticos que nos gobiernan ha sido continuo. Ni PP ni PSOE se han salvado de este ataque, de ahí la primera gran victoria de Podemos: Han sacado por fin a la luz mediática la caradura de algunos de los que dirigen el cotarro. Pero esa no fue la única victoria. La segunda fue que el PSOE diera la patada a Rubalcaba para poner al frente de su formación a un tal Pdr Snchz, un tipo desconocido, pero con carisma y juventud. Parece que con este nombramiento, los socialistas quieren quitarse de un plumazo ese mensaje anquilosado y progre que había acompañado a la formación desde la llegada de ZP para apoyarse en un líder carismático con más aire a Pablo Iglesias que a los Rubalcaba y compañía. De hecho, el propio Sánchez ya ha dicho que quiere modificar el artículo 135 de la Constitución, ese que ZP y Rajoy cambiaron para que el pago de la deuda primara sobre cualquier otro gasto o inversión por importante que fuera.

Tras esta segunda victoria, llegó la esperada dimisión de Gallardón. El discurso de Izquierda Unida, Podemos y la Marea Violeta había calado con tal fuerza en la ciudadanía que el PP se vio más solo que la una a la hora de aprobar la controvertida reforma del aborto. Tanto que hasta algunos dirigentes del PP llegaron a poner en duda los objetivos del ex alcalde de Madrid. Y tanto fue el cántaro a la fuente que la ley acabó en un cajón y el ministro de patitas en la calle. Tercer puñetazo en la mesa impuesto en gran parte por el golpe del Efecto Podemos.

Pero hubo más. De pronto, el PP y el PSOE parecieron darse cuenta de que sus partidos estaban llenos de corruptos. No se habían dado cuenta hasta entonces, o al menos eso parece. Mariano Rajoy empezó a gritar a los cuatro vientos que su partido era el que más luchaba contra la corrupción. Cayó Granados, cayeron varios alcaldes y hasta la propia Esperanza Aguirre vio tambalear su pedestal. Siguieron saliendo chorizos y como última victoria la del miércoles, cuando tras dar un giro a la investigación de la Gürtel, el juez Ruz anunció que Ana Mato estaba probablemente de mierda hasta el cuello. Otrora, el presidente del Gobierno habría salido a la palestra para defender a su ministra, puesto que ni siquiera está imputada. Hoy, a los ojos de la ciudadanía, cualquier acusación equivale a una condena, especialmente en cuanto a políticos se refiere. Por eso Mariano no tuvo más remedio que darle también la patada a su querida Mato, a la que había defendido a capa y espada, más que de sus posibles flirteos con la corrupción, de su más que demostrada incompetencia para desempeñar su cargo.

En este tiempo, y gracias a la presión ciudadana, Bárcenas acabó en chirona. Matas iba a salir pero no pudo y hasta el impertinente de Carlos Fabra parece que va a pisar el trullo. Y todo eso se consiguió a través de Twitter! Eso, tendrán que reconocerme, era muy difícil de ver no hace mucho tiempo. Incluso algunos medios tan poderosos como Financial Times o The Economist han visto con buenos ojos las medidas económicas de Podemos

, especialmente la de no pagar la deuda o, al menos, reordenarla. Es más, Izquierda Unida, que sale muy malparado en las últimas encuestas ha apostado también por la regeneración y está cerca de aupar a Alberto Garzón y a Tania Sánchez a la secretaría general del partido a nivel nacional y en Madrid, respectivamente. Pero, ¿cómo ha influido este despertar mediático en la movilización ciudadana?

Empieza ahora la segunda parte del artículo. Igual que estoy de acuerdo en que el discurso de Podemos ha calado en muchos ciudadanos y, especialmente en tertulianos y políticos del bipartidismo, la fuerza mediática de Podemos ha dormido a mucha gente que estaba políticamente muy activa antes de la irrupción del partido de Iglesias. El cansancio después de tres años de activismo continuado también influye, pero es cierto que muchas personas han visto en Pablo Iglesias al líder mesiánico que esperaban. El salvador que llega para cambiar el mundo. Con la irrupción de Podemos y de Ganemos, algunas mareas se han diluido, especialmente el movimiento de StopDesahucios.

Hoy en día, parar un desahucio cuesta más que hace un año porque son menos las personas que van a pararlo, aunque también es cierto que se ha ganado bastante experiencia en las negociaciones con los bancos. Aun así, el número de manifestaciones desde la llegada de Podemos a la primera línea política ha caído considerablemente. Hay menos acciones, menos protestas y más delegación. Todo lo que antes hacíamos entre muchas personas ahora se delega en manos de Iglesias, Errejón o Monedero. En definitiva, parece que todo el mundo está en un momento de bypass esperando la victoria de esta formación política para que llegue el ansiado cambio de paradigma. Pero, ¿será así?

Y es que, de primeras me pregunto: ¿Qué fue de la horizontalidad que pregonaban al principio? Podemos siempre ha defendido el protagonismo de sus bases (los famosos círculos) en la toma de decisiones del partido. Sin embargo, Pablo Iglesias ha conseguido lo que buscaba: plenos poderes y una cúpula donde solamente participan sus colaboradores más afines. Con su discurso embriagador ha llegado a lo más adentro de sus militantes y ha conseguido que otras propuestas como las impulsadas por Pablo Echenique o Clara Marañón apenas tengan voz ni recorrido.

Por ende, y como sé que este artículo lo van a leer personas que están en los círculos me gustaría que me respondieran a esa pregunta, ¿a qué se dedican? ¿En qué momentos su voz es importante? ¿Qué decisiones se toman de forma colegiada con la dirección del partido? Incluso parece que la nueva dirección ni siquiera les da el voto de confianza para intentar conquistar el poder en las municipales. Lo digo porque, de no tener más función que la de votar al secretario general, Podemos habría caído en el error de todos los partidos políticos que ya conocemos y, en definitiva, se habría convertido en una formación más.

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