Javier Jiménez (Córdoba 1976) es un empresario cordobés con más de 25 años de experiencia en los que ha iniciado proyectos de todo tipo en diferentes sectores. Futurista empedernido y adicto a la búsqueda y desarrollo de oportunidades y alianzas estratégicas tanto en el ámbito nacional como internacional. Un líder creativo y optimista con excelentes habilidades para el desarrollo de productos innovadores y mercados basados en tecnología. Actualmente dirige la empresa Grayhats en la que hace consultoría estratégica y de ciberseguridad.
Malditos bastardos
Siempre me ha fascinado la forma que tiene Quentin Tarantino de ridiculizar la violencia y a los violentos. En sus películas, el malo, que no es tan malo, y el bueno, que no es tan bueno acaban como mínimo enzarzados en uno de esos finales épicos con tiroteos, bacanales zombis, kárate a muerte o lanzallamas donde se cargan hasta el apuntador.
Me gustó especialmente el giro que dio en la de Malditos Bastardos ( si no la has visto a partir de aquí hay mucho spoiler ) donde no solo se carga a buenos y malos dentro de la pantalla sino que también nos mete fuego a nosotros como espectadores porque vamos a consumir y ver una película donde fundamentalmente se vende violencia.
La película, ambientada en el campo de batalla de la Segunda Guerra Mundial, cuenta las hazañas de un grupo díscolo y paramilitar supuestamente perteneciente a las fuerzas aliadas y capitaneados por Aldo Raine (Brad Pitt) que van dando su merecido de la forma más violenta y explícita posible a las tropas nazis que se encuentran por el camino. Cuando vi el primer anuncio de la peli pensé que iba a ser brutal y que la sangre nazi saltaría de la pantalla a ritmo de machetazo.
Eso al menos es así el primer tercio de la película, pero llega un momento en el que Tarantino saca un espejo, lo pone enfrente nuestra, y le da la vuelta al asunto.
Resulta que los nazis también tienen a su héroe, el joven y apuesto oficial nazi Fredrick (Daniel Brühl) el cual en un asedio se carga a sesenta y tantos enemigos aliados y consigue resistir. Joseph Goebbels (Sylvester Groth), ministro de cultura/propaganda del Reich, decide hacer una película de la gesta con el propio Fredrick como protagonista y exhibirla en un pequeño y bonito cine parisino para el regocijo de toda la plana mayor del Reich, Führer incluido. La película se llamará “El orgullo nacional” y en el trailer sale el bueno de Fredrick reventando a aliados como si no hubiera mañana.
Nadie contaba con Eli (Melanie Laurent), propietaria del cine, la cual tenía una pequeña cuenta pendiente con los nazis de cuando era pequeña y decide que ha llegado el momento de cobrársela. Planea bloquear las puertas del cine y prenderle fuego con todos los malditos bastardos dentro, ella incluida.
Y a nosotros, que somos en realidad a los que Tarantino llama bastardos por el motivo mencionado anteriormente.
Uno de los trucos de la violencia es intentar que los neutros tomen parte y participen o apoyen. Así se justifica todo. Que si los palestinos tiraron primero el misil o que si los israelíes tienen más potencia de fuego. Que si los españoles atienden a quien yo considero un terrorista, yo mando a chavales a cruzar el estrecho después de clase. Tomar parte es la gasolina del fuego de la violencia.
Nada justifica la violencia. Ni la de tirar misiles, ni la que lleva a un padre o una madre a dar un azote en el culo de su hijo.
Como cuenta Tarantino en cada una de sus pelis, nadie es tan bueno ni tan malo y, si se te ocurre cruzar la línea de la violencia, ejerciéndola o apoyándola, y jugar con fuego, prepárate porque te vas a quemar, y bien.
Sobre este blog
Javier Jiménez (Córdoba 1976) es un empresario cordobés con más de 25 años de experiencia en los que ha iniciado proyectos de todo tipo en diferentes sectores. Futurista empedernido y adicto a la búsqueda y desarrollo de oportunidades y alianzas estratégicas tanto en el ámbito nacional como internacional. Un líder creativo y optimista con excelentes habilidades para el desarrollo de productos innovadores y mercados basados en tecnología. Actualmente dirige la empresa Grayhats en la que hace consultoría estratégica y de ciberseguridad.
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