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Sobre este blog

Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.

Saldremos, pero no mejores

Estudiantes entran al hotel de Mallorca donde están confinados por el brote detectado

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Hace 15 meses, los optimistas convencieron a los pesimistas: “De la pandemia saldremos mejores”. Aquello lo mismo duró una semana. Poco a poco, los aplausos a los sanitarios se fueron apagando, por ejemplo.

La civilización (ojo, que esto no es una cosa de este país llamado España) ya venía tocada a la pandemia. Las revoluciones conservadoras de finales de los años setenta y de los ochenta, y también el triunfo de algunos valores hippies (pero eso da para otro post), fomentaron al individuo frente al colectivo. En una especie de fin de la historia, todo se enfocó al revés por que el sistema se basaba en el consumo. Y para que alguien decida comprar lo que no necesita no hay nada como apelar a sus emociones única e individuales.

Hasta entonces, la humanidad había prosperado colectivamente. Desde la Edad de Piedra, el homo sapiens sabe que si no es con la colaboración mutua habría sido devorado por las bestias salvajes de los bosques. Nos necesitábamos los unos a los otros para protegernos, cuidarnos y crecer. Y es solo así como la humanidad, mejor o peor, ha conquistado el Planeta Tierra y va camino de hacerlo en el espacio.

Ese colectivo frente al individuo ha generado enormes tragedias, múltiples guerras y catástrofes, obviamente. Y en eso se basó la ideología totalitaria de las entreguerras, en la defensa del colectivo (país) o el colectivo (idea).

Pero ahora no. Ahora todo da igual. Ahora es la época del sálvese quién pueda.

El caso del megabrote de Mallorca es el mejor de los ejemplos. Cientos de jóvenes aislados en un hotel para evitar que el resto se contagie. Discursos de estamos secuestrados, queremos salir, comportamientos irresponsables, botellones y movidas.

Para empezar, hacer un viaje de fin de estudios (que es cierto que eso solo pasa una vez en la vida) en plena pandemia no es una buena idea. Por eso no lo ha liderado ningún centro educativo. Por eso no han sido acompañados por ningún profesor. Por eso ha habido agencias de viaje que se han aprovechado.

Pero no es que hayan hecho nada que no estuviese permitido, antes. Se fueron a un concierto donde alguien llevaba el virus y lo que pasó a continuación... no te sorprenderá.

Una vez considerados contactos estrechos, la tragedia. Todos sabemos que aunque des negativo puedes acabar siendo positivo días después. Por eso se ha fijado una cuarentena de diez días. Ojo, diez días en un hotel a gastos pagados con tus amigos. Diez días. Obviamente, no es ninguna tragedia. Pero no pudo ser.

Se escaparon, hicieron fiestas, alguno directamente ni llegó al hotel. Y luego han pleiteado todo lo que han podido hasta que finalmente una jueza ha ordenado que la cuarentena no tiene sentido. Bien, es probable que jurídicamente el caso no estuviese bien armado por el Govern balear, pero lo dudo.

De camino a Valencia, se contagiaron ocho más en el barco. A partir de ahí les hemos perdido la pista. Supuestamente, están guardando cuarentena en casa, rodeados de sus familias, a los que todos esperamos que no contagien, y por supuesto que ese virus no viaje a esos locales de ocio que extrañamente llevan abiertos dos meses. No sé, quizás es obvio que si Andalucía está liderando ahora los contagios precisamente entre los jóvenes es por que ha sido la primera comunidad en abrir esos locales. O no.

Pero lo que todo esto nos está demostrando es que la pandemia, desde luego, no nos ha hecho mejores. Pero no generalicemos. En Mallorca hay cuarenta chicos que han decidido quedarse a cumplir con su cuarentena. Y hay miles de jóvenes que han optado por no irse de viaje de estudios, previendo lo que podía pasar.

Así que es probable que a los de siempre todo esto tampoco les haya ayudado a recapacitar y a ser más solidarios con los demás.

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Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.

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