Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.
No es un fallo del sistema
Que la cita con un médico de cabecera no sea de un día para otro sino con un plazo de dos semanas como poco no es un fallo del sistema. O que una cita con un especialista tarde meses en llegar al buzón de casa. No, no es el sistema fallando. Tampoco que las universidades públicas tengan cada vez menos recursos, que los investigadores acaben largándose a otro país donde les dejen trabajar o que reciba el nombre de universidad cualquier centro educativo superior privado donde lo que menos se hace es formar precisamente a ciudadanos. No, no es un fallo del sistema. Como escribe Jorge Dioni, es el sistema funcionando perfectamente.
Si algo aprendió el propio sistema del estado del bienestar es que unos servicios públicos muy fuertes y eficientes acortan las distancias entre las clases sociales. Con un potente estado del bienestar importa menos dónde hayas nacido y quién sea tu padre (aunque también), y mucho más tus propias capacidades. Si algo nos permitió la universidad pública a los que no deberíamos haber optado a una licenciatura es poder llegar a donde no nos pertenecía, por clase social, por cuna o por tradición.
La vivienda, la educación y la sanidad están llamados a ser, de nuevo, los tres grandes asuntos de nuestra generación. Acceder a estos servicios esenciales para el desarrollo en libertad e igualdad de los ciudadanos se ha convertido en una batalla, en una conquista que creíamos que iba a ser para siempre pero no.
Hoy, comprar una casa es una utopía en las grandes ciudades, e incluso en las pequeñas, para los menores de 40 años que no dispongan de ahorros, herencias o padres. Estudiar una carrera con opciones para la vida civil es cada vez más complicado sin tener que hacer una millonaria derrama en másteres, en universidades privadas, en eternas oposiciones (de algo hay que vivir mientras se estudia) o en prácticas absurdas. Y disponer de una sanidad digna y rápida es un sueño del pasado que comenzó a desmoronarse hace años, e incomprensible mirando los números, con el mayor presupuesto en salud de la historia por parte de la Junta de Andalucía que no acaban de notar los ciudadanos.
El deterioro, consciente e inconsciente, de los servicios públicos tiene un único objetivo: hacernos cada vez menos iguales. Como decía Warren Buffet, por supuesto que hay lucha de clases en el siglo XXI. Ellos la están ganando y nosotros la estamos perdiendo.
Sobre este blog
Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.
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