Sabotaje
Si Hamlet Nieto ya nos sorprendió, una feria pasada, señalando que se estaba cometiendo sabotaje en el alumbrado sin que nunca aclarara al vecindario qué es lo que realmente pasó, ahora ha surgido Barbanegra González para denunciar que los terrenos de la Ciudad Deportiva de Mr. Arkadin Gómez pasan del verde al amarillo debido a la acción voluntaria de un saboteador.
Si en la película “Sabotaje” (1936), de la época británica de Hitchcock, los saboteadores representaban a terroristas de otro país dispuestos a destruir Londres, empezando por su alumbrado, para lo que usan la tapadera de un cine, ahora sería Mr. Arkadín Gómez quien es señalado con el dedo como instigador, y el perverso terrorista es el antiguo jugador Urbano, “camuflado” como un parado desterrado por Barbanegra Gómez. Esta ciudad no tiene remedio y hasta lo más sagrado no pasaría de ser una aventura de “Los payasos de la Tele”. Si en “Sabotaje” un policía se disfraza de tendero, no sé si tendremos que infiltrar a un agente de la policía en la plantilla del Córdoba o en las naves de Colecor para conocer qué ha pasado. Lo cierto es que la ciudad, al igual que Silvia Sidney, no sabe a quién creer, encontrándose en el centro de la trama sin saber por qué.
Pero lo lamentable es la posición que suele adoptar el ayuntamiento con el Córdoba CF, y no solo porque esté en primera y el campo se llene. Podemos recordar que, por la presión de Campanero y para que Ripoll reuperara su dinero, se tuvo que abandonar el Arcángel antes de que se hubiera construido el Nuevo Estadio, con lo que se perdió cualquier posibilidad de controlar al constructor. Luego, se obligó a abrir la instalación cuando aún era una obra, con lo que la empresa se eximía de responsabilidad, y los resultados fueron desastrosos.
Más tarde, ya con Sandokán en su primera etapa al frente del Córdoba, el alcalde cosmopoético Pérez tuvo que soportar la chulería del promotor y joyero que le montó una manifestación delante de Capitulares porque quería que el ayuntamiento asumiera los gastos del mismo..., ¡y estábamos en segunda B!. De forma populista, Forrest Merino se puso a su pies y le prometió asumir los gastos y una ciudad deportiva, y ni uno ni lo otro pudo cumplirlo, asumiendo Duracell Rojas los desplantes de Sandokán en el IMD en la negociación de un convenio para el uso de El Arcángel, aunque, como contrapartida se le permitió que empezara las obras de la Ciudad Deportiva de forma ilegal. Justo el año que Gómez se cansó y se fue, el Córdoba, sin apoyo del ayuntamiento, subió a Segunda.
Con la llegada del cogobierno, la Faraona Aguilar inventó el modelo de Triunvirato constructor Gómez-Prasa-Marín que aceptaron a cambio de determinadas concesiones en el PGOU. Así surgió la Carrera del Caballo, la Ciudad Jardín de Levante, Mirabueno, etc. y se empezó a hablar de un nuevo estadio, a la par que buscaban formas en el PGOU para legalizar la ciudad deportiva. Al final, un proyecto vendido como de “coste cero” ha costado a la ciudad unos 40 millones de euros y aún no está acabado, aunque sí sirvió para cargarse Procórdoba.
No obstante, la jugada perfecta fue el truco contable que permitió al Córdoba convertirse en SAD: la promesa presupuestaria de 800 millones de pesetas siempre y cuando el Córdoba los pagara primero como usufructo del Estadio. Finalmente, el Córdoba de Gómez despreció presentarse. Lo mismo pasó cuando, ya en época de Prasa, quiso una Ciudad Deportiva propia. Se le buscó el terreno en Las Quemadas, se permitió la fórmula legal de pasarlo a la Fundación del Córdoba, pero luego desestimaron el proyecto, dando un nuevo bofetón al ayuntamiento. Eso sí, le regalamos una sede en el propio Estadio y nos siguieron sacando dinero.
Y con Prasa en fase de liquidación, apareció Barbanegra González que se encargó de chulear al alcalde, culé de pro, cuando vino el Barcelona en partido de Copa; ha humillado al presidente del IMD, Reina padre, y sigue en el estadio sin ningún convenio firmado, como okupa, y encuentra fuerzas para enfrentarse a Gómez por la Ciudad Deportiva. Con el negocio del ascenso a primera planteó una nueva Ciudad Deportiva, y ha exigido que sea sobre terreno municipal (para ahorrarse su coste) y que el ayuntamiento prácticamente se lo urbanice. No contento con ello, y para no gastarse ni un euro, se ha inventado lo del sabotaje y desde la prensa exige al ayuntamiento que le construya la instalación o se irán de Córdoba. Y Hamlet Nieto, con las elecciones a un paso y para poder entrar a ver a su Barça sin problemas, acepta el órdago. Increíble, toda la vida queriendo ser alcalde para ahora ser una marioneta disfrazada de cordobesista y corista de Queco.
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