Fuera de plomo
Se dice que una pared o una columna están “fuera de plomo” cuando se apartan de la vertical. Por lo general es sinónimo de defecto, de mala ejecución, de falta de pericia del maestro albañil o del técnico que haya replanteado el elemento constructivo. Pero no siempre es así.
En el lado opuesto de la acepción se encuentra la solución adoptada por Ictino y Calícrates en el trazado del Partenón. Las columnas se inclinan ligeramente hacia dentro para corregir el efecto óptico que se produce cuando tan monumental edificio es observado de cerca, de este modo se evita la sensación de caerle a uno encima el edificio.
En este caso el “fuera de plomo” es sin duda, sinónimo de perfección.
Por tanto, haciendo una doble pirueta en el aire, podríamos decir que “estar una persona fuera de plomo” podría significar que expresa opiniones fuera de lugar (del lugar en el que aparentemente se le sitúa) o que se apartan de la opinión mayoritaria, intentando completar el mosaico de juicios sobre un asunto concreto y corrigiendo a su manera la percepción que de ellos se pueda tener.
Pues a eso, nada más y nada menos, es a lo que nos dedicaremos en esta columna.
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