Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Historia de un Sueño Cumplido

María Isabel Martínez

0

Estamos de Enhorabuena. Hemos cumplido un sueño y hemos trabajado duro por y para ello.

Fundado en 1998, el Centro de Educación Maternal “Los Arcos” ( C.E.M. “Los Arcos”) nace a raíz de un proyecto personal, durante mi primera maternidad y ante la imposibilidad de cubrir mis necesidades como madre y como mujer, en mi ciudad por aquel entonces (hace como veinte años).

Estando embarazada de mi hija Amalia, sentía la necesidad de informarme para estar preparada ante esta nueva responsabilidad, y ante mis ojos se alzaba la gran barrera de no poder hacerlo, por no existir ningún lugar cualificado (digo bien, pues sitios sí había) donde nos ayudaran a las madres que como yo, éramos primerizas e inexpertas. Sentía que necesitaba algo más que lo que en ese momento se me estaba ofreciendo pues desgraciadamente no cubría ni en lo más mínimo mis necesidades y expectativas de lo que para mí era “prepararme”.

Añadimos a esto, que tuve muchos problemas con la lactancia y por más que intentaba informarme no hallaba respuesta, (recordemos que hace veinte años Internet no era lo que es ahora, y que el acceso a él no era tan mayoritario). Y ahí estaba yo, intentando mantener una lactancia prolongada, pero que finalmente duró sólo tres meses y a duras penas. Aquello realmente me frustró porque mi voluntad era seguir amamantando pero veía como nadie me procuraba la ayuda necesaria (desde la pediatra de mi hija, hasta el ginecólogo, pasando por todo tipo de recursos “no homologados” como vecinas, abuelas y un largo etcétera..). En este momento tomé la decisión de formarme en lactancia para no volver a caer en el mismo error cuando decidiésemos aumentar la familia y confieso que tampoco fue fácil encontrar esa formación reglada. Hoy, tras haberme formado en lactancia materna, sé cuáles fueron todos y cada uno de mis errores cometidos, por otra parte, bastante simples y habituales, los cuales posiblemente, con un poco de información habrían sido fácilmente subsanables. En aquel momento hubiera agradecido eternamente que alguien me asesorara y ayudara, pero esa ayuda nunca llegó.

Por aquel entonces, yo acababa de terminar mis estudios de medicina y creo que fue entonces, cuando esta idea empezó a gestarse en mi cabeza. Aunque seguía enfrascada en mis libros para sacar el famoso MIR, que a los médicos nos trae tan de cabeza.

A raíz del embarazo de Juan, y tras comprobar que no habían cambiado las cosas en dos años y medio, fue cuando decidí cambiar de rumbo y prepararme para abrir un Centro de Formación para madres y padres en nuestra querida y preciosa ciudad, que cubriese las necesidades de esta etapa de la maternidad, tan pobremente representada.

Inicié mi especialización en Medicina Sofrológica en Madrid (que me llevó tres años de idas y venidas) y en Educación Maternal, y tras esto me marché a Barcelona a buscar esa ansiada formación en Lactancia Materna de la mano de AGPAM (para poder marcharme, tuve que “destetar” a mi pobre Juan, incongruencias de la vida..) y me lancé a esta nueva aventura a sabiendas de que sería difícil, pero con una potente motivación, esa que te da el saberte con fuerzas para arrancar un proyecto revolucionario y para el que estás fuertemente preparada.

Abrimos en Marzo de 1998 y recuerdo que mi primer curso de embarazadas sólo contaba con tres personas, y una de ellas era amiga mía. Aún conservo esas fotos. Pasó bastante tiempo hasta que comenzamos a tener cursos, nada numerosos por cierto, pero al menos, con cierta regularidad. Como todos los comienzos, fueron difíciles y hubo momentos en los que pensaba que no lo lograría.

Empezamos solas, Belén (mi auxiliar y buena amiga) y yo, y un montón de ilusiones e ideas. Ideas que fuimos desarrollando paso a paso y que nos hicieron crecer con buen ritmo. Compartimos buenos y malos momentos, porque no siempre se apoyan las iniciativas que se salen algo de lo convencional, digámoslo así. Y no engaño si digo que hubo puertas que tardaron bastante tiempo en abrirse, e incluso, nos vimos obligadas a “lidiar” con cierto tipo de envidias y potentes influencias en nuestra contra, por aquello del conflicto de intereses. Estábamos haciendo mucho ruido, se nos iba conociendo y por tanto removíamos muchas cosas que caían por su propio peso. Parecía que poco a poco íbamos medrando (el boca a boca nos hizo mucho bien).

Fue difícil compaginar mi papel de madre y esposa con mi trabajo, sobretodo cuando tenía que marcharme curso tras curso, congreso tras congreso y cuando cada noche, al llegar a casa, tras una agotadora jornada de trabajo, mis hijos (aún pequeños) ya estaban dormidos y sólo podía darles las buenas noches con un beso a pie de cama, sin poder abrazarlos o escuchar de su boca, qué tal les había ido el día.

Las mujeres (y esto aún no ha cambiado significativamente en estos 17 años) tenemos bastante difícil decidir qué prioridad debemos escoger, si criar a nuestros hijos como hicieron nuestras madres y abuelas, o implicarte plenamente en lo que se refiere al terreno laboral. Hoy por hoy, las mujeres , en igualdad de condiciones que los hombres, como corresponde, nos preparamos para dar el salto al mercado laboral y después de “x” años de estudio, “x” masters y “x” cursos de formación, llega la hora de trabajar. La diferencia todavía, es que aún arrastramos la necesidad de tener que renunciar a alcanzar la plenitud laboral si queremos tener hijos, o a renunciar a tener hijos si quieres ser competitiva y subir, laboralmente hablando. Aún hoy se nos exige sacrificar algo por el bien de nuestra elección. Y si decides que no quieres renunciar a ninguna de las dos cosas, cargas con tu reñida conciencia de no estar al cien por cien en ninguna de las dos.

Yo no he sido distinta en este sentido, me he encontrado muchas veces con el amargo sabor en mi boca, de sentir que estás fallando a tus hijos, pero por otra parte, ¿cómo echar por la borda tantos años de estudio, de trabajo, tantas ilusiones?. Debería de haber una opción más equilibrada de ascender en armonía, como madre y profesionalmente. Debería haber una verdadera conciliación.

Pero el resultado creo que francamente, ha merecido la pena. Mis hijos crecen inmejorablemente, ausentes de cualquier carencia afectiva y nuestro Centro, en la actualidad, se alza como un recurso óptimo, en continuo reciclaje y completamente asequible a todos aquellos padres y madres, que como yo en esos tiempos, sienten la necesidad de prepararse para esta tarea tan preciosa y tan difícil: la de criar a un hijo.

Haciendo balance de estos últimos años, creo que llevamos una buena línea de trabajo, prueba de ello es el calor que recibimos de todos los que decidisteis en un momento de vuestra vida, cruzaros en nuestro camino.

El hecho de que nuestro Centro de Educación Maternal se haya consolidado y sea un referente a nivel nacional, me halaga y me hace sentir bien.

Quizás lo que pienso, debió ser la clave del éxito, fue entender que la mujer, inmersa en su propia vida y la de su familia, tiene necesidades que van más allá que las meramente referidas a su parto. Razón por la cual, el enfoque dado a nuestro Centro, no se limitó a la etapa de gestación o prenatal, sino que decidimos continuar más allá, en el posparto, tras el nacimiento de nuestros hijos, en sus lactancias y durante su crecimiento. Cada etapa es distinta y cuenta con distintas necesidades. Necesidades evolutivas y cambiantes, que difieren significativamente de las que pudieron aparecer en etapas anteriores.

Creo que conforme mis hijos han ido creciendo, he ido creciendo yo como madre y ha ido creciendo en paralelo aquella idea de años atrás. Supongo que ellos han sido quienes me han ido iluminando en mi camino y me han ido mostrando las directrices a seguir para lograr ese sueño que todos perseguimos y no todos logramos conseguir.

Compartir con ellos la experiencia del masaje, y experimentar los beneficios que ello les ha reportado durante toda su infancia, me animó a abrir la Escuela de Masaje Infantil, bajo los influjos de la Asociación Internacional de Masaje Infantil, AEMI, a la que pertenezco y debo mi formación como educadora. He de reconocer, que de todo lo que hago, estos cursos y el contacto con los bebés (en mi corazón, todos un poquito míos) es lo que más felicidad me proporciona.

Pienso, que soy una privilegiada. No todo el mundo tiene la suerte de trabajar en aquello que realmente le apasiona, ni la suerte de recibir cada día satisfacciones indescriptibles por ello. Veros aparecer por la clínica con vuestros hijos para que los conozca, esas fotos dedicadas que recibo cada día, felicitaciones de navidad con vuestros pastorcillos y pastorcillas, las muestras de cariño, o esos saludos que mandáis con amigos vuestros que se inician en nuestros cursos, es el mejor regalo que podíais hacerme y es para mí, la razón que me impulsa a seguir.

Hoy, haciendo balance de estos diecisiete años, creo que no cambiaría nada. Sigo teniendo fuerzas, ganas y la energía suficiente para avanzar, y mi trabajo me sigue gratificando cada día como el primero. Sigo en continuo reciclaje para ofrecer lo mejor de mí misma a este bonito proyecto. Y sigo sintiendo el apoyo de tantas y tantas familias,  que nos buscan por nuestro nombre, y eso es lo que me sigue dando fuerzas y motivación plena.

Gracias pues a mis hijos, Amalia y Juan, por su comprensión y por perdonarme el no haberles podido dedicar todo el tiempo que se merecían. Aunque para compensarnos mutuamente, hemos disfrutado y seguimos haciéndolo intensamente, cada minuto que estamos juntos.

Gracias a Rafa, mi pareja y fiel amigo, quien supo animarme y apoyarme desde el principio, y que sigue estando ahí a mi lado. No me imagino la vida sin él.

Gracias a mis padres, quienes en su modestia, supieron sacrificarse para dar a todos y cada uno de sus hijos, las oportunidades y los medios para poder conseguir nuestras metas y sueños. Y gracias por la educación recibida. Esto nos pone el listón muy alto a los que venimos detrás.

Gracias Belén por haber trabajado duro conmigo, codo con codo y por sentirte parte del proyecto desde el principio. Este éxito es también tuyo.

Gracias a todas y cada una de mis amigas y colaboradoras que han ido pasando a lo largo de estos años por Cemlosarcos,  por vuestra dedicación y por haber hecho de mi sueño, vuestro sueño. Muy especialmente a Teresa, mi auténtica mano derecha y mi persona de confianza para todo. Y gracias a Olga, mi otra mano derecha. Ambas han sentido el proyecto como suyo desde el principio y tengo que agradecerles que lo mimen como propio. Sin vosotras no sería lo mismo.

Gracias a mi profesora, la gran Gloria Sebastia, que me enseño y asesoró durante mi formación, me contagió su pasión por “el suelo pélvico” y abrió en mí campos de trabajo muy interesantes y gratificantes.

Y por último, gracias a cada uno de vosotros, papás y mamás, que seguís depositando vuestra confianza en nuestro proyecto y que habéis hecho posible que ese sueño se cumpla.

Seguimos adelante.

A por otros diecisiete años más....mínimo.

www.cemlosarcos.es

Etiquetas
stats