Oráculo de segunda

El presidente del Córdoba ha reconocido en un diario escrito local que tienen (habla en plural mayestático) un grave problema de comunicación. De hecho, podemos observar lo grave que es cuando remata la frase: “... tenemos un grave problema de comunicación y no sabemos cómo resolverlo, pero lo resolveremos”. Me dio un poco de miedo. Si su capacidad profética es proporcional a los argumentos que utiliza, no quiero pensar los contenidos que nutren sus múltiples alusiones al ascenso. Oráculo de segunda.

Algo se podía ya intuir cuando para empezar la entrevista se le pregunta, al hilo de los mediáticos procesos judiciales con que desayunamos cada mañana, si iba a decir “la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad”. González responde con un inquietante: “Hasta lo que yo pueda decir, sí”. Hubiera bastado un “lo juro”. Pero no. Me pregunto qué pensaríamos si escucháramos esto en boca de Bretón, de Bárcenas, de Correa, de Guerrero... Si los diarios escritos fueran virtuales, tras esa primera pregunta debiera aparecer un link llamado “ir al final de la entrevista”. Ganas me dieron de encontrarlo.

Pero volviendo a los problemas de comunicación, nos encontramos con una clara intención de acercamiento a la masa social, de mejorar la percepción de su gestión, y, más aún, del propio González. Sólo lo consigue en lo relativo al Ayuntamiento, en cuyas declaraciones se aprecia claramente cómo ha destensado la cuerda. Sorprendente es cuando trata de minimizar los daños de su relación con su entorno más señalado, el de los anteriores mandatarios y círculos que han gobernado la entidad en las últimas décadas. No dudo de que quiere mejorar el contexto de esa tórrida relación, pero lo hace de una manera muy extraña, en pleno proceso judicial, y con una peculiar mano izquierda cuando alega que los abogados de las partes están tratando de arreglarlo. O sea, que de tomar un café, nada. Y admite el mandatario errores, cosa que le dignifica, aunque sólo concreta uno: escuchar y dar demasiada cancha a los jugadores. Es lo que tiene ser fan de Florentino Pérez. Ha tomado nota de ello, pero no parece haberlo hecho del mensaje de la afición en forma de no renovación de abonos. Aquí sí hay problemas de comunicación. Alguien no entiende a alguien.

Cada vez que se le pregunta por el proyecto deportivo, el presidente se aferra al saneamiento económico que nos deja en situación privilegiada considerando las nuevas fórmulas económicas del fútbol español que se propician desde la Liga de Fútbol Profesional. Pero hasta el momento, la ilusión por Benja, un buen delantero para la segunda división, se mezcla con la incertidumbre por la recuperación de la rotura de su ligamento cruzado. Y con la perplejidad por el fichaje de Strahman (las fuentes de audio consultadas han variado su pronunciación desde un prometedor “estrajman” al un tanto grandilocuente y superpoderoso “estramán”). Presentarlo como un delantero argentino con pasaporte israelí proveniente de “Los leones negros” de la segunda mexicana no es una broma. La realidad siempre supera a la ficción. Pero el verdadero problema de comunicación se manifiesta en toda su dimensión cuando se le pregunta con manifiesta claridad en qué fichajes basa su convicción de ascenso (silogismo bien planteado ya que inexcusablemente hay que fichar, dado el atasco en la puerta de salida). La respuesta: “No sólo con fichajes se sube a Primera División. Subiremos cuando todos estemos preparados y juntos”. Oráculo, no te entiendo -quise decirle-. ¿Dónde tengo que preparame? ¿Y junto a quién? Menos mal que inmediatamente después vuelve a asegurar que harán (en plural mayestático) un equipo capaz de subir.

Tras la entrevista me entrego a la melancolía (dentro de este contexto, oiga, que yo el domingo me lo paso bien con mi familia y amigos...). Busco información sobre Strahman (usted acaba de elegir ya su pronunciación). Y le veo marcar un estratosférico gol de chilena ante el Atlético Celaya. El oráculo comenzaba a hacerme entender. Espero sus nuevas señales.