Núcleos de poder
Desde que Cruyff cambiara la historia del Barça, es posible que la propia historia del fútbol cambiara igualmente. Hay que reconocerle personalidad y una visión modernizadora que ha desarrollado una versión contemporánea del deporte rey. Por ello, lo de ser entrenador empezó a ser lo de menos, y tras un problema de salud decidió no estar sometido al ingrato estrés de los banquillos. Además, observó que lo que le gustaba realmente era diseñar una estrategia deportiva, controlar las renovaciones y fichajes, y pensar en global en lugar de en un solo partido. Y nació la figura del director deportivo, que quiso asemejarse a la inglesa del manager. Pero no es exactamente lo mismo. El manager, en muchos casos, era un entrenador con más poder. Y la estabilidad de estas figuras en en las islas británicas es infinitamente mayor que en nuestro pasional fútbol patrio. Además, la figura del manager anglosajón había tenido sentido previamente a que fueran apareciendo jeques y petrorrublos en las presidencias de los consejos de administración de los equipos.
Por eso, siempre me pareció que el director deportivo era una figura accesoria en España. No digo que no pueda ser útil, o que no haya habido buenos directores deportivos. Digo que en nuestra mentalidad, basta un presidente con personalidad o con afán de protagonismo, o un entranador con afán de protagonismo o personalidad, para que el director deportivo se quede sin espacio. Claro, a Cruyff no le pasaba eso. Pero a todos los demás, me temo que sí. ¿Qué papel atribuyen ustedes a Zubizarreta en el Barcelona o a Pardeza en el Real Madrid?
La mayor parte de los presidentes y entrenadores de nuestro país no casan con la estabilidad de un director deportivo. Así de claro. Y en el Córdoba, hace tiempo que se veía que la cuerda se rompería por ese nudo. Hemos visto que el actual máximo mandatario del Córdoba gusta de no eludir protagonismo. Diríamos que en no pocas ocasiones lo propicia. Cuando llegó, apostó por gente de la casa, y el tándem Paco Jémez - Luna Eslava, secundado por Rafael Reyes parecía idóneo. Pero con el vacío de Paco Jémez y el desplazamiento del núcleo de poder hacia el propio presidente junto a Javier Jiménez dejó a Luna Eslava en mero opinador cada vez más aislado. Juan Luna Eslava no es buen disimulador y no ha conseguido revertir la situación. Más bien al contrario, ha acabado apurando su camino condenado a la grava del cese.
La llegada de Alfredo Duro al club en el mercado de invierno supuso la cuenta atrás de Luna Eslava. Tres son multitud y ese era ya el número del núcleo de poder. Además, su pasado como hombre fuerte en el ámbito deportivo del Getafe hacía presagiar que la convivencia en ese apartado duraría (y no es un juego de palabras) poco. Duro se trajo a Paulinho, y me imagino la cara de Luna Eslava. No he compartido todas las decisiones del ya exdirector deportivo, pero su trabajo ha sido honesto, leal a la institución y ha jugado con muy pocas cartas algunas partidas interesantes. Pero también pienso que es muy fácil en este Córdoba de la desamortización jubilosa (de momento, a tenor de la marcha del equipo) prescindir de un director deportivo. Juan, que te vaya bien.
Un último apunte. En el núcleo de poder, ¿no han echado en falta a nadie? Rafael Berges. El cerco sobre la base de poder de gente de la casa se cierne sobre su último superviviente. Y el único dique son los resultados deportivos. Presumo un Córdoba amadrileñado a medio plazo.
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