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Tómatelo con filosofía

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Alfonso Alba

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Por Manuel Bermúdez Vázquez

Cuántas veces no habremos escuchado esa expresión. Tómatelo con filosofía. La filosofía ofrece una serie de lecciones que pueden ser muy útiles en el mundo de hoy, tanto como lo fueron en el pasado y lo serán en el futuro. Una de ellas es esa actitud estoica de tomarse las cosas con filosofía. Para el estoicismo, tomarse algo con filosofía o actuar filosóficamente sería lo mismo que aprender a aceptar lo que no puedes cambiar.

En algún libro de filosofía ponen un ejemplo válido. Imagina que tienes que salir de casa y justo al cruzar el umbral rumbo a la calle comienza a llover. Poco puedes hacer al respecto, salvo coger un impermeable o un paraguas. Sobre la lluvia no puedes hacer nada. De nada sirve lamentarse. Pues esa actitud de no quejarse y coger un paraguas es la actitud filosófica de la que hablan los estoicos.

Nunca he sido un gran defensor del estoicismo. Empecé en estas lides de la filosofía desde la corriente del escepticismo que nunca se llevó bien con la escuela de la Stoa. Sin embargo, dados los tiempos que corren, creo que conviene recordar alguna cosa de la filosofía fundada por Zenón de Citio, el estoicismo.

En realidad, lo que proponían los estoicos puede sonar chirriante hoy en día. La idea básica que sostenían era que no vale la pena preocuparse por aquello que no podemos cambiar. Hacerlo supone agotarse inútilmente. Mejor es perseguir un estado mental de calma, la ataraxia, que significa “imperturbabilidad de espíritu”. Siempre que trato de explicar este concepto griego traigo a colación esa sensación que uno puede tener de tranquilidad tras una comida agradable y la expectativa de una breve siesta de pocos minutos. Así, el estoicismo propone que, incluso frente a las peores tragedias que puedan afectarnos, uno debe permanecer indiferente, impasible. Si bien lo que nos acontezca escapa a nuestro control, la actitud que mostremos ante ello sí que depende de nosotros. Somos responsables de lo que sentimos y pensamos. Cómo nos sentimos ante una situación que nos afecta es una cuestión de elección, esta es una de las principales enseñanzas del estoicismo y por eso he dicho al inicio de este párrafo que podría sonar chirriante para el lector del siglo XXI.

Las emociones, para los estoicos, no son algo que simplemente aparece, como puede ser la lluvia o el sol, las emociones dependen de nosotros y puede ocurrir que haya emociones que nublen nuestra capacidad de razonamiento o perjudiquen nuestra toma de decisiones. El estoicismo propone una serie de técnicas para lograr que nuestras vidas sean más tranquilas y mejores.

En un tiempo de exaltación de la emoción como es el nuestro, quizá convendría reconciliarnos con la filosofía del cordobés Séneca, gran representante del estoicismo, que en definitiva propone controlar los sentimientos y demostrar una actitud de impasibilidad y resistencia frente a los avatares del destino. El premio de esta actitud es, según los estoicos, una apacible ataraxia.

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