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Reflexiones sobre la Unión Europea

Redacción Cordópolis

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Es, o mejor dicho, ha sido una aspiración de los pueblos el mantener lazos de unidad para activar la economía, aumentar su bienestar y producir más riqueza. Basado en esos principios, fundamentalmente en las relaciones comerciales se basa la idea de hacer una Europa unida, fuerte y desarrollista. Estas son las ideas que sobre el papel se trasladan a la población en general y que la población acepta de buen grado. Pero para la construcción de esa Europa hay que escoger unos principios.

Tendríamos que preguntarnos quién elige esos principios, evidentemente los eligen aquellos que dominan la economía, las multinacionales, la banca y la aristocracia europea, hoy reconvertida en burguesía pero que aún conserva parte de los privilegios que el feudalismo les otorgo. Y cuál es el principio que domina las relaciones jurídicas, económicas, culturales y sociales de esta construcción Europea. El principio de la oferta y la demanda, el principio de preservar como modelo de desarrollo y de convivencia el neoliberalismo económico, todos los demás principios se someten a esto que se toma como dogma y principio fundamentalista.

Por supuesto que nada se dice de ello, pero en esta construcción europea, no todo es neutro, también juega un factor importante el dominio de determinados estados, no ya sobre sus pueblos sino sobre los pueblos y los trabajadores de todo el mapa europeo. Con esto queremos decir que existe un imperialismo en dos concepciones una interna y que la ejerce el estado alemán sobre los demás países europeos y otro mundial donde Europa se juega el nivel de influencia sobre la explotación del resto del mundo, siempre en consonancia y respetando el poder político y militar que a escala mundial representa los Estados Unidos.

Las políticas, que la Unión Europea ejerce sobre España son claramente destructivas, con la colaboración y visto bueno de los Gobiernos de Felipe González y con la de los sucesivos gobiernos españoles. El primer paso que dio la Unión Europea en España fue en los años 80, cuando se le exige que desmantele gran parte del tejido industrial procedente del antiguo Instituto Nacional de Industria, empresas construidas con dinero estatal como consecuencia de la autarquía económica del régimen franquista y que posicionaba a España como primer país mundial en la construcción naval por ejemplo. Durante esos años de las grandes reconversiones de los sectores de astilleros, siderometalúrgico, altos hornos, bienes de equipo, venta de la SEAT a la Volkswagen , sector del cobre, etc. Se trataba de restringir la competitividad española en sectores muy fuertes del tejido productivo para que el mercado lo tuvieran libre otros países y para ello se produjeron millones de despidos.

Pero hacía falta “tranquilizar” el País, un País convulso, metido en una sucesión de la dictadura que necesitaba renovar sus instituciones y que tenía un activo componente social con ansias de cambio político y económico protagonizado por millones de trabajadores, que estaban organizados y que influían de forma muy importante en la economía. Necesitaban firmar el pacto social, la no movilización, prepararse para que los socios capitalistas pudieran desarrollar su estrategia política y económica sin obstáculos sindicales y movilizaciones obreras y por eso llegaron los Pactos de la Moncloa, con el respaldo, como no podía ser de otra forma de CC.OO. y U.G.T. Ellos a cambio se garantizaban su propia existencia, como estaba pensado no sólo para los partidos políticos con el bipartidismo sino también para las organizaciones obreras con el bisindicalismo. A cambio estos dos instrumentos del capitalismo se aseguraban subvenciones, exclusividad en la representación de los trabajadores, participación institucional, formación para el acceso a las administraciones públicas de su mano, y trabajo para los suyos. Ahora se trababa de montar un modelo sindical que satisficiera a la patronal y que fuese un sindicalismo de servicios, pero nada reivindicativo y organizativo.

La segunda fase de la integración de España en Europa la tenemos con el Gobierno Aznar, las grandes empresas, algunas también provenientes del antiguo I.N.E., Telefónica, Iberia, Enresa, Renfe, la banca pública como era Correos, etc., había que ponerlas en manos de capital privado. A tal punto ha llegado la contradicción que mientras el Gobierno Español vendía acciones de Enresa, el Gobierno Italiano las compraba.

En esta fase, entra lo que hoy se llama la PAC, Política Agraria Común y Europa fundamentalmente Alemania paga subvenciones para que no se produzca. Las subvenciones van sobre las extensiones territoriales para que los latifundistas no produzcan, no van sobre la producción, así todos contentos, los canalizadores de los mercados agropecuarios y de la industria agroalimentaria y los terratenientes que ven como aumentan sus capitales sin mover un dedo y sin tener que bregar con el problema de los empleos. De hecho se paga por el desmantelamiento de muchas explotaciones ganaderas y se imponen los cupos, con objeto de que no exista competencia con respecto a la orientación de los mercados que se diseña en función de los beneficios de las multinacionales de la alimentación.

Todo ello basado en una desregulación de los mercados donde predomina la teoría de la oferta y la demanda, y en teoría sin la intervención directa del estado y cuando digo estado me refiero más al estado europeo que al propio estado de este País que tiene una posición entreguista a los hoy llamados “mercados”. La realidad es que el estado y los estados sí intervienen como instrumento del capitalismo para imponer la desregulación del mercado, es decir, la ley del más fuerte.

Las instituciones europeas evidentemente tienen un déficit democrático nunca puesto en escena por los medios de comunicación y por todo el aparato propagandístico e ideológico de la burguesía internacional, por ejemplo , el Consejo Europeo, especie de consejo de ministros de la Unión Europea no lo eligen ni los pueblos europeos, ni tan siquiera el parlamento. Aquí sólo se elige de forma universal y directa el Parlamento Europeo, el cual tiene unas funciones muy limitadas, pero no voy a entrar en detalles al respecto si hay algo que al día de hoy ha quedado claro en el estado actual de las cosas, es que la política está al servicio de la economía de unos pocos, entonces lo de democrático o no queda en un pantallazo de televisor, porque los verdaderos hilos del poder los mueven otros que no son políticos estos se limitan a servir de instrumento eficaz para los fines de quién mueve verdaderamente los hilos de nuestras vidas.

En esta fase, había que inventar el nexo de conexión económica que hiciera prevalecer los intereses de unos países sobre los de otros, sobre todo sobre los del sur de Europa, había que dejar bien claro, desde donde se iba a dirigir la economía y al servicio de quién, nos sonará esa frase de: “ahora lo importante es la unión

monetaria, la unión política ya vendrá sola“, la unión política representaba un viejo sueño de la socialdemocracia española, igual que la unión de la cajas andaluzas. Un viejo sueño desvanecido entre los dedos de su poder político, que no económico. El euro, efectivamente, en el que por cierto, Inglaterra ni entró ni ha hecho intenciones de entrar, por algo seria. Ese es el instrumento eficaz para establecer las relaciones económicas en estos países, donde evidentemente España sale gravemente perjudicada sencillamente porque el valor del euro son 166,386 ptas. lo que le impone una gravísima devaluación de su potencial económico, pero se beneficia Alemania porque es una moneda creada a su imagen y semejanza. Pero los dos grandes partidos políticos del País no tienen problema en aceptar ese nuevo instrumento de intercambio monetario, porque en definitiva el euro representa dos caras de la misma moneda, la de los dos grandes partidos políticos del País, entonces ningún problema en entrar por la unión monetaria en estas condiciones.

Por supuesto y como telón de fondo el bien protegido de esta moneda es la banca, esta que los estados no han reparado en inyectarle miles de millones de euros, después de haber estafado a millones de trabajadores, pero uno de los borregos de oro de esta Unión Europea del Capital es la banca, que literalmente ha pisoteado los derechos de los trabajadores y de los ciudadanos de todos los países que conforman esta Unión Europea.

Podríamos decir, que estamos en un cuarto estadio, en estos momentos y es la destrucción de las estructuras del estado y de los servicios públicos como tales. ¿Qué es eso de que se muevan miles de millones de euros que no se dominan desde la oferta y la demanda, cuya generación de riqueza no revierte sobre los bolsillos privados de unos pocos?. Las instrucciones de la Unión Europea sobre las políticas actuales son que hay que destruir el sistema público sanitario y ponerlo en manos privadas, hay que destruir la educación y ponerlo en manos (el termino es más suave) concertadas, los servicios sociales, la dependencia, los servicios municipales; mantenimiento de edificios, colegios, alumbrado público, parques y jardines, la recogida y tratamiento de residuos sólidos urbanos, etc., tienen que estar en manos privadas. Esto mismo pretenden con el sistema público de pensiones.

Como telón de fondo y para ir concluyendo, las reformas jurídicas que permiten en el mundo laboral crear un clima de terror por miedo a perder el empleo, el despido es libre y casi gratuito, el sometimiento a cualquier clase de explotación de los trabajadores, el cambio de concepto del trabajo, el cual ya no es un derecho para sobrevivir las familias, es un subsidio y digo el trabajo-subsidio (por los salarios que existen hoy en día), al que no todos, por supuesto, tienen derecho. A la desprotección jurídica y legal más absoluta de los trabajadores y muy especialmente de la juventud y de grandes sectores de la población femenina que de forma resignada se someten a las condiciones laborales del mercado, una vez más, “ la oferta y la demanda”.

Por eso lo importante de estas como de todas las elecciones es saber qué políticas se defienden. C.T.A. defiende: la nacionalización de la banca, con el dinero invertido por el Estado ya la podía haber comprado, nacionalización de los sectores estratégicos de la economía, léase Enresa, Telefónica, Astilleros, los sectores energéticos, la no privatización de la sanidad, de la enseñanza y de las administraciones públicas, salida del euro, plan de empleo nacional que contemple la reducción de la jornada laboral y los cupos de empleo en función de la producción, con especial interés en los sectores de población con desempleo de carácter estructural y de la juventud. También defendemos la recuperación de los derechos perdidos en cuanto a pensiones y jornada de trabajo y subidas salariales para la recuperación del consumo. No vamos a hacer un ejercicio pormenorizado de cuales son nuestros objetivos políticos, como organización sindical, porque nosotros no nos presentamos a las elecciones, en otra ocasión y para no hacer eterno este documento entraremos pormenorizadamente, pero si queremos dejar una idea.

Los trabajadores europeos y los españoles muy especialmente hemos sido influyentes en la historia de Europa y del mundo, eso ha sido porque a finales del siglo diecinueve y los dos tercios del siglo veinte hemos tenido la capacidad de organizarnos y defender nuestros derechos y los de toda la humanidad, hoy estamos desarticulados, hasta tal punto que CC.OO. y U.G.T. representaban un instrumento del capital para la gestión del movimiento obrero, y hoy el capital y el estado ya no los necesita ni siquiera como instrumento. La respuesta a los problemas diarios al paro, a la exclusión social, a la pérdida de derechos fundamentales, a la sanidad, a la enseñanza, a los servicios públicos en general, está en nuestra capacidad de organizarnos y de hacerle cara a esas políticas que sólo miran por el interés de unos pocos y que sólo fomentan la especulación y el servicio del estado al capital. Como clase trabajadora somos los que tenemos la capacidad de transformar el mundo y dejar un mundo mejor para las generaciones venideras, nosotros no os vamos a decir a quién debéis de votar o si no debéis votar, pero sí os pedimos que nos organicemos y defendamos activamente nuestros derechos como trabajadores.

Paco Moro. Secretario General de C.T.A.

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