Mirando el aniversario de la Primera República

Con sólo decir República en España todas las mentes, a favor y en contra, piensan en la Segunda, la del 14 de abril de 1931. Sin embargo, para que en España hubiera una Segunda, hubo de existir una Primera República, la cual fue proclamada el 11 de febrero de 1873.

Aquella primera experiencia llegó, se suele decir, de forma sorpresiva y duró once meses, en los que hubo cuatro presidentes. Precisamente en la votación del quinto el Congreso fue asaltado por los militares, en un paralelismo evidente con lo que sucedería en 1981, más de un siglo después.

Sin ánimo de detenernos demasiado si conviene decir alguna cosa sobre aquella República. Lo primero es que aquella República fue sobrevenida pero no sorpresiva. Sin irnos a otras latitudes, y limitándonos al caso de nuestra ciudad, ya tenemos antecedentes republicanos en la Revolución del Pan y el Queso de Iznájar en 1861. Nuestra capital tuvo un ayuntamiento republicano tras la victoria antiborbónica en Alcolea en septiembre de 1868. Nuestra ciudad fue sede de uno de los pactos con los que se conformó el republicanismo federal en España en junio de 1869, aquí tuvieron su cónclave los republicanos de Andalucía, Extremadura y Murcia (parte significativa de lo que será el cantonalismo cuatro años después). Quiero señalar con esto, ciñéndome sólo a ejemplos cordobeses, que en España había republicanismo. Y es que en el Sexenio fue una opción que se barajó ante la imposibilidad de encontrar un rey en 1870. No es de extrañar pues que en febrero de 1873 se proclamase la República en España.

En los meses que existió esta primera experiencia republicana el debate público se situó en cómo sería la República, y como se repartiría el poder en ella, si de una forma centralizada o descentralizada, esta como una forma de mayor control popular del poder político, y desarrollando determinados derechos sociales.

Más allá de la memoria (o ausencia de esta) sobre la Primera República, no podemos dejar de ver a esta como la propuesta de profundización democrática de nuestro país, un proceso de modernización que pasaba por la existencia de demandas sociales por los sectores más avanzados o la presencia por primera vez en la historia con la participación de mujeres en el movimiento político como Concha Boracino, Guillermina Rojas o Isabel Vilá por citar solo tres ejemplos.

Estos tres elementos los compartirá con la Segunda República, y está en el ánimo que fundamente lo que será la Tercera República en España. No por obvio, queremos dejar de señalar que la Tercera tendrá que ser una experiencia republicana que responda a los problemas del siglo XXI como las desigualdades sociales de distinto tipo, la globalización o los problemas medioambientales. Pero que debe ser una propuesta basada en la profundización democrática, lo cual implica construir una sociedad en dónde exista una igualdad política; en dónde la ciudadanía posea derechos que permita su participación política y su control sobre los mandatados; que esta igualdad política sólo puede ser real si hay unos derechos sociales que permitan una vida digna económicamente, pero también todos los aspectos de la diversidad humana. Esa igualdad política conlleva que no puede haber una familia que tenga el privilegio de ostentar la representación del Estado por su apellido, aunque sea una mujer quien se siente en el trono, y esto por una simple cuestión ética ningún joven de 2º de Bachillerato es menos que una joven de su edad por su apellido.

Esta es la opinión de Córdoba por la República, plataforma de organizaciones de diverso tipo y personas a título individual, que se constituyó en 2017.

Córdoba por la República forma parte del Encuentro Estatal por la República, que el pasado mes de octubre se reunió en Madrid y acordó poner en marcha un proceso de concienciación y movilización en este año en el que se cumple una década del comienzo del último reinado.

De igual manera que la Primera República no fue sorpresiva porque había una base republicana, hoy en día se trabaja para que se amplíe esa base social que permita la profundización democrática necesaria.