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Historia y leyenda de Medina Azahara

Medina Azahara | MADERO CUBERO

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A los pies de Sierra Morena se extienden las enigmáticas ruinas de Medina Azahara, un lugar rebosante de vida y cultura que fue destruido y olvidado por las luchas que pusieron fin a la dinastía de los omeyas de al-Ándalus. También conocida como «la Ciudad Brillante» por su significado original en árabe, Medina Azahara fue una suntuosa ciudad palatina construida por el califa omeya Abd al-Rahman III (al-Nasir) en torno al año 936. Se encuentra ubicada a unos cinco kilómetros de Córdoba y es la ciudad palaciega más grande construida por la dinastía omeya. Aunque solo se ha excavado alrededor del 10% de su superficie original desde su redescubrimiento en el siglo XIX, se trata del sitio de excavación islámica más importante de España. 

Este año se ha celebrado su quinto aniversario como Patrimonio Mundial de la Humanidad de la Unesco y su hallazgo ha sido de vital importancia por varias razones. En primer lugar, se trata del yacimiento arqueológico más grande del país, abarcando unas 112 hectáreas de superficie amurallada. En segundo lugar, representa un ejemplo único de urbanismo califal temprano, sin influencias de estilos urbanísticos tardíos (observables en las técnicas decorativas que componen sus muros). Y, entre otras cosas, se trata de uno de los símbolos más importantes del poder e influencia que adquirió al-Ándalus bajo el reinado de al-Nasir, tras la proclamación del califato de Córdoba en el año 929.

Existen varias teorías sobre la razón por la que Abd al-Rahman III decidió construir una ciudad completamente nueva a las afueras de la Córdoba del siglo X. Los más románticos creen que surgió de la historia de amor entre el califa y su esclava, luego esposa, Zahra. Otros, sin embargo, sugieren que se debió a los enfrentamientos con la dinastía fatimí del norte de África. Aunque estas dos teorías no son excluyentes, las investigaciones de los últimos años explican que la construcción de Medina Azahara fue parte del programa político, ideológico y económico de al-Nasir. Con el establecimiento del califato fatimí en el siglo X, se había quebrantado la unidad religiosa y política por la cual los reinos musulmanes quedaban subordinados a la autoridad del califato de Bagdad. Ante la amenaza expansionista de los fatimíes del norte de África hacia la Península Ibérica, Abd al-Rahman III tomó la decisión de crear un tercer califato que pudiera competir e incluso superar en esplendor y poderío a los otros dos. Proclamando su independencia de Bagdad, el nuevo califa pacificó su territorio (asolado por las rebeliones cristianas) y se enfrentó y derrotó a los fatimíes.La corte de Abd al-Rahman III se convirtió en un extraordinario centro cultural y de

desarrollo intelectual. La existencia de la Ciudad Brillante, sin embargo, fue tan intensa como breve. Con la repentina muerte del sucesor de Abd al-Rahman III, al-Hakam II, y el mal gobierno de su sucesor Hisham II, que era apenas un niño, se abrió un período de desequilibrios y de destrucción que puso fin a los años de gloria del califato omeya. La inestabilidad política y económica dieron lugar al colapso total del reinado. Esto tuvo como consecuencia la fitna o guerra civil de Córdoba (1009-1010), que supuso la destrucción y el saqueo de muchas de las ciudades y barrios de la periferia de la capital.

Medina Azahara fue destruida en 1009 por órdenes de Muhammad al-Mahdi, y en 1010 fue nuevamente atacada por mercenarios bereberes de Suleyman al-Musta’in. Tras ello, al-Musta’in cercó la capital y no cesó en su ataque hasta su rendición en 1013. Tras la fitna, la ciudad califal quedó prácticamente arrasada. A partir de ahí comenzaron años de expolio y saqueo que la dejaron en ruinas y la borraron de la historia hasta bien entrado el siglo XIX. La práctica de desvalijar y reciclar las ruinas de la ciudad para crear otras construcciones, iniciada por los almorávides y los almohades, fue retomada más tarde por los cristianos. Cuando estos últimos, al mando de Fernando III el Santo, conquistaron Córdoba en 1236, los restos de la ciudad ni siquiera eran distinguibles en el horizonte. Sus ruinas pasaron a ser conocidas como «Córdoba la Vieja», y así fueron consideradas hasta el siglo XVI, cuando comenzaron los debates sobre su verdadero origen.

Medina Azahara permaneció en el olvido hasta que, en el siglo XIX, despertó un renovado interés entre los arabistas españoles. Inspirado por la obra de Nafh al-Tib del historiador argelino al-Maqqari, Francisco Javier Simonet proporcionó detalles sobre la estructura y los materiales de construcción de la ciudad. Gracias a su trabajo, se inició la búsqueda de la ciudad perdida. En las primeras excavaciones, los arqueólogos se enfocaron en la búsqueda de tesoros, centrándose en la sala de recepción, los cuarteles califales, los baños y las congregaciones de mezquitas, ya que se consideraban lugares propensos a contener objetos de valor. Pero no fue hasta 1911 cuando se dio comienzo a los trabajos arqueológicos que, desarrollándose con distinta intensidad, continúan hasta hoy en día.

En la investigación arqueológica e histórica de Medina Azahara, existen varios obstáculos que han dificultado y ralentizado su proceso de excavación y estudio. Además de la polémica material que alerta sobre el peligro de los excursionistas y de las parcelaciones ilegales alrededor del lugar, surge otra de mayor calado: la de enmarcar la ciudad y, por extensión, el resto del legado árabe en la Península Ibérica, dentro de la historia de España.

En primer lugar, encontramos que el arabismo español tradicional no le ha dado el impulso adecuado al hallazgo de los restos de la ciudad. Por un lado, están aquellos que han visto en los imperios hispanomusulmanes del medievo algo ajeno a la historia y a la arquitectura nacional. El hecho de no identificarse con ese pasado ha causado un desapego generalizado de los españoles, que se ha traducido en un desinterés por las investigaciones serias de lugares como Medina Azahara. Si bien es cierto que, a partir del siglo XX, surgieron las primeras tentativas de incorporar los restos arquitectónicos andalusíes en la historia nacional (y aunque gradualmente se van notando los cambios), la desidentificación de los españoles hacia su pasado árabe y musulmán sigue estando a la orden del día. Por otro lado, están aquellos que, identificándose o no con el pasado islámico de la Península, se han visto fuertemente influenciados por las tendencias orientalistas de historiadores y poetas que veían (y ven) en la España islámica un paraíso terrenal. El problema surge cuando, en lugar de estudios serios y rigurosos, al-Ándalus y, por ende, Medina Azahara se convierten en escenarios de narrativas y relatos idealizados.

Si bien el nombramiento de Medina Azahara como Patrimonio Mundial por la Unesco ha reforzado el interés por ampliar el área de excavación y ha aumentado el número de visitantes de la ciudad, todavía hay mucho que hacer. No solo hace falta invertir más y mejor en el proceso de excavación, sino que también es necesario apelar a las instituciones para incorporar el legado hispanoárabe en nuestra historia. Porque hasta que no comprendamos que al-Ándalus, con sus luces y sus sombras, ha sido, es y será parte de la historia de España, seguiremos dando tumbos en busca de nuestra identidad colectiva.  

 

Fuentes

Bermúdez Cano, José Manuel. La trama viaria propia de Madinat al-Zahra y su integración con

la de Córdoba. Universidad de Córdoba, área de arqueología, 1993, pp. 259-294.

El esplendor de los omeyas cordobeses. La civilización musulmana de Europa Occidental.

Estudios [Granada, del 3 de mayo al 30 de septiembre de 2001]. Junta de Andalucía, Consejería de Cultura,

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Fierro, Maribel. Abderramán III y el califato omeya de Córdoba. Nerea, 2011.

—. «Alfonso X, the Wise: The Last Almohad Caliph?», Medieval Encounters:Jewish, Christian

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Consejo de Investigaciones Científicas, 2009, 15, pp. 175-198.

Gallardo, Rodolfo. La arquitectura en Córdoba y su historia. Editorial Nuevo Siglo, 2003.

García Florindo, Daniel. Transmisión de una melancolía: Medina Azahara y el reflejo andalusí

en la poesía española actual. Revista de estudios de ciencias sociales y humanidades de

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Manzano, Eduardo. «Medina Azahara: La ciudad brillante». National Geographic, 2019.

Ruggles, Fairchild. «Historiography and the Rediscovery of Madinat al-Zahra», Islamic

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Sordo, Enrique. Moorish Spain: Cordoba, Seville, Granada. Elek Books, 1963, pp. 17-61.

Triano, Antonio Vallejo. La ciudad califal de Madinat al-Zahra. Almuzara, 2010.

—. «Madinat al-Zahra; transformation of a Caliphal City», Revisiting al-Andalus: perspectives

on the material culture of Islamic Iberia and beyond. Ed. Glaire D. Anderson, Mariam

Rosser-Owen, BRILL, 2007, pp. 3-26.

Vílchez, Miguel Puerta. «Ensoñación y construcción del lugar de Medinat al Zahra», Paisaje y            naturaleza en al-Andalus. Junta de Andalucía, Consejería de Cultura, 2004: pp. 318-324.

 

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