Hasta Siempre

Ayer falleció de manera inesperada, sin aviso, la arqueóloga Maribel Gutiérrez.

Nuestro contacto más directo con Maribel se inicia en los últimos años, en los que hemos tenido la suerte de trabajar intensamente con ella y poder apreciar su extraordinaria valía humana y profesional. No es el momento de valorar su aportación a la moderna arqueología de Córdoba, que ha sido muy importante en muchos aspectos, ni el reconocimiento unánime de su trabajo y su generosidad, que han merecido siempre el aprecio de todos nosotros, sus compañeros/as y amigos/as.

Sí queremos trasladar, en cambio, la importancia de su contribución a Medina Azahara en estos años. Maribel ha ayudado a proseguir los trabajos de recuperación del Salón Rico, en los que se encontraba inmersa en estos momentos y en los que su aportación se ha mostrado precisa y rigurosa, asumiendo el reto de incorporarse a una obra de décadas y muy compleja (en la que han intervenido otros grandes profesionales), que necesitaba de la inteligencia, de la minuciosidad y el rigor, de la dedicación y la entrega que ella prestaba a todos sus proyectos así como de su gran compromiso personal a pesar de las dificultades que se iban presentando.

Pero Medina Azahara se ha beneficiado también de la riqueza y amplitud de su visión patrimonial que integraba la difusión y la didáctica como elementos inseparables del conocimiento. Detrás de muchas de las actividades del sitio arqueológico, y de otras instituciones de Córdoba y de nuestra geografía nacional, se encontraban ella y su equipo, porque sabía aunar a la perfección el conocimiento histórico con un talento inusual y una energía desbordante para hacerlo atractivo a la ciudadanía. A través de innumerables actividades repletas de ingenio y de originalidad nos ha ayudado a definir qué teníamos que contar y cómo hacerlo, esto también forma parte del legado que nos deja. En esta tarea en la que el trabajo se entremezcla con la pasión y el placer, Maribel ha estado siempre acompañada por Jesús, su marido, con el que formaba un tándem perfecto y al que ella siempre ha tenido tan presente casi como una extensión de sí misma.

Hemos perdido a una gran compañera y amiga, en el sentido más estricto de la palabra. Una persona con luz propia, limpia, transparente y honesta.

Maribel, desde aquí y donde estés, necesitamos expresarte nuestra profunda admiración y gratitud, así como el enorme dolor que nos deja tu pérdida y el gran vacío en el que retumba un silencio ensordecedor.

Profesionalidad y humildad, ha sido el ejemplo a seguir que nos has regalado con tu trabajo y un legado de humanidad que siempre recordaremos en tu sonrisa.

Hasta siempre.

Tus compañeros de Medina Azahara