Falsas matriarcas
Lo primero que se me antojó cuando leí que Mariló Montero mandaba un mensaje/ arenga a toda la Comunidad Gitana para que interviniéramos activamente como un ente espiritual único (a pesar de significar un millón de almas) a colación de un presunto asesinato cometido en Aranjuez por un individuo concreto, es que esta mujer no escribe bajo patrones de razonabilidad.
¿Por qué pensé así? Pues porque nadie en su sano juicio o con intenciones socialmente dignas, lanza un mensaje de responsabilidad o implicación a un pueblo entero por un tema penal particular. Hacer conclusiones generales de campos sociales insuficientemente conocidos, bajo un aurea de suprema sabiduría populista, es puro racismo. En el racismo, la soberbia individual alumbra como un incendio forestal.
Esta mujer, a propósito de un asesinato pasional, hace una columna dirigida a los patriarcas gitanos para que dicten bandos con el fin de que no cojamos la pistola si nos deja la novia. Fíjense si es manipuladora que, bajo la apariencia del consejo, que por ser consejo se le supone buena intención, indirectamente propugna a los no gitanos que nuestra subcultura fomenta la venganza privada.
Cuando los miembros de una minoría vemos personajes públicos que dan estas coordenadas de pensamiento, no podemos evitar sentir pavor por el futuro. Los autores de los delitos recogidos en el Código Penal son un peligro público, pero también lo son esta gente que se creen pertenecientes a una raza superior, que, por supuesto no lo es, pero que está claro que creen serlo; y ese es el peligro.
Mariló Montero, en su columna, aparentaba dar consejos a la Comunidad Gitana, pero en realidad, su intención era que a través de un mensaje indirecto todo el mundo opine que los gitanos y las gitanas somos crueles dado que predicamos el ojo por ojo. Eso es mentira. NI siquiera las familias que mal viven. Yo le pido que se dé una vueltecita por todos los Centros Penitenciarios y verá que, por supuesto hay muchas gitanas y gitanos en las cárceles, pero por delitos relacionados con la exclusión social y la pobreza y no con el atavismo. ¡Y encima tiene la cara dura de concluir esto del ojo por ojo porque la familia gritaba a la puerta del juzgado ante el paso del supuesto asesino!
No me gustan las comparaciones, pero creo que todos hemos visto muchísimas veces cordones policiales rotos por familiares de todos los colores. Así que, Mariló, si quieres hablar de gitanos como pueblo o comunidad, habla de flamenco, de unión familiar, de no dejar a los ancianos en asilos. E incluso habla de la problemática de la droga en zonas marginales. Pero no hables de gitanos por asesinatos y piensa un poquito en la dignidad de nuestros hijos como si fueran los tuyos. Eso sí que es objetividad social.
Marcos Santiago
Abogado
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