En defensa de la cultura libre
Durante siglos, milenios, el saber y la cultura estuvieron vedados a la mayoría de la población; no solo para preservar la hegemonía ideológica y el poder político de sus posesores, sino también por razones económicas o tecnológicas. Pensemos, por ejemplo, en el costo y la dificultad de reproducir un libro antes de la invención de la imprenta. Por entonces no existían los derechos de autor, que no dejan de ser una creación contemporánea cuya aparición e hipertrofia merecen tratamiento aparte.
Con la popularización de las TIC, principalmente Internet, hemos asistido al alumbramiento de uno de los mayores avances de la humanidad. Este hecho no constituye únicamente un logro técnico o económico (el conocimiento al alcance de cualquiera a bajo costo) sino que afecta al concepto de lo democrático desde el momento en que cualquier persona puede participar activamente de él, aportando sus conocimientos y experiencias. Desde mi punto de vista es llamativo el desarrollo que ha experimentado el “conocimiento libre” o “cultura libre” que tiene en Wikipedia su máxima expresión.
Comencé a colaborar en Wikipedia en cuanto tuve conocimiento de ella, allá por el año 2004. Y luego pasé a hacerlo en la Enciclopedia libre en español. Más tardé también fui colaborador de Cordobapedia, siempre entusiasmado ante el hecho de contribuir gratuitamente en proyectos culturales y educativos imbuido del espíritu de compartir el conocimiento como forma de ayudar, de mejorar el nivel cultural medio de la gente sin costes. La auténtica popularización (o democratización) de la cultura.
Con insistencia rayana en la pesadez he tratado de convencer a amigos y conocidos, con valiosos y diversos conocimientos, de que los vertiesen en algún tipo enciclopedia on line sin derechos de autor (Wikipedia, EL, Epistemowikia…)
pero no he tenido ningún éxito. Al principio sus reticencias me parecía que eran debidas a considerar esos sitios como de bajo nivel y nula credibilidad para ellos. Y posiblemente lo fuera en aquellos momentos iniciales. Pero han transcurrido casi diez años desde entonces y resulta que esos mismos conocidos recurren ahora a Wikipedia para informarse. Esa enciclopedia on line hace años minusvalorada y que ha desbancado a la Enciclopedia Británica.
También me sorprende que aún muchos organismos o instituciones públicas sigan cerrados al “conocimiento libre” a pesar de que los financiamos. Es difícil explicarse que en un museo de titularidad pública
no se puedan hacer fotografías para divulgarlas sin ánimo de lucro. Si los museos y otras instituciones las pagamos todos ¿por qué no poder acceder libremente a lo que hemos financiado?
Para mí la cosa está clara: la historia de la humanidad, de la especie, está ligada a la colaboración, a la solidaridad, porque ¿podemos imaginarnos a un hombre del paleolítico pidiendo derechos de autor sobre una forma de cazar mamuts ideada por él?
Las instituciones -aunque también cada uno de nosotros- deben –debemos- liberar aquellos fondos documentales que redunden en favor del conocimiento y la cultura.
RAFAEL JIMÉNEZProfesor de instituto y bibliotecario de la Enciclopedia web del Ateneo de Córdoba.
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