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Sin cuartel
El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha declarado pública y solemnemente que la guerra que viene manteniendo contra el “usurpador de la Moncloa”, a partir de ahora será sin cuartel. El término sin cuartel lo utiliza en las guerras quien va ganando y significa que no se hacen prisioneros, que no hay tregua hasta la derrota total del enemigo.
Lo primero que hay que constatar es algo que se ha hartado de pregonar: él fue quien ganó las elecciones. Pedro Sánchez le usurpó el poder, por tanto su lucha es legítima frente a quien le ha robado de forma espuria la presidencia del Gobierno, aliándose con rojos, terroristas y antiespañoles.
La segunda reflexión a la que nos lleva su guerrera declaración es que hasta ahora todo lo que ha dicho y hecho no es nada comparado con lo que va a hacer a partir de ahora. Desconocemos qué más puede hacer que no haya hecho ya. Ha colmado de insultos y descalificaciones al residente, se ha posicionado en contra de todas las propuestas que contenía la prórroga del plan de medidas anticrisis que el Gobierno ha llevado al Parlamento para su aprobación, ha votado en contra de la subida de las pensiones, del incremento del salario mínimo, de mantener las rebajas del transporte a los jóvenes, prorrogar la rebaja del IVA en los productos básicos, y de mantener el impuesto temporal a la banca, las energéticas y las grandes fortunas, entre otras medidas. Es decir, decisiones políticas que actúan en beneficio de los españoles. Si todas esas políticas van encaminadas a luchar contra la desigualdad y el PP vota en contra, quiere decir que de estar en el Gobierno, Feijóo no las hubiera tomado, ni hubiera subido las pensiones, ni el salario mínimo, ni rebajado el IVA…
Votar en contra de todo lo que proponga el Gobierno sin tener en cuenta si beneficia o no a los españoles, solo por odio al presidente, no debe ser la actitud del líder de un partido político, cuya labor es presentar alternativas a lo que propone el Gobierno. Por desgracia esto se ha convertido en una actitud normal, dado el grado de crispación que se ha creado y que han fomentado entre la población. A partir de ahora, ¿qué más radicalidad puede adoptar? Descarto que recurra a la violencia. Considero que esta derecha es democrática, al menos está obligada a aparentarlo, aunque no ha descalificado como merece el apaleamiento de un muñeco que quería representar a Sánchez protagonizado por sus socios.
El presidente del PP debería analizar las circunstancias que le han impedido llegar a la Moncloa porque la culpa no la tiene Pedro Sánchez, sino su fracaso en la búsqueda de alianzas para conseguirlo. Tiene un problema muy serio: la realidad electoral le dice que sin la ayuda de Vox no puede alcanzar el poder, pero esta ayuda es insuficiente, tal y como se ha demostrado en las pasadas elecciones. Y precisamente esta alianza con la extrema derecha provoca el rechazo del resto de las fuerzas políticas del arco parlamentario que le podían ayudar y, además moviliza, a la izquierda para impedir que Abascal sea vicepresidente. Su alianza con Vox le pasa como dice la canción “Ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio”. Ese debe ser el problema sobre el que tenía que trabajar Feijóo. Es muy dudoso y arriesgado acercar sus propuestas, cada vez más, a las de la extrema derecha, como hace la presidenta de la Comunidad de Madrid, que le marca el camino. Desgastar a Sánchez de forma implacable (sin cuartel) no produce el efecto que desea mientras las políticas del Gobierno sigan siendo útiles y continúen favoreciendo a la mayoría de los españoles.
El resultado electoral ha dado la clave de la gobernabilidad a los independentistas de Junts, que van a lo suyo y la gobernabilidad de España les importa poco, pero menos que darle el poder a los integristas de la extrema derecha que han apostado por ilegalizarlos. En esta realidad, el Gobierno tiene la tarea de guardar un equilibrio en el alambre, pero su estrategia está clara: conseguir avances sociales aunque tenga que buscar votos “debajo de las piedras”. Si se para, pierde y perdemos todos.
Los votantes de izquierda deben reflexionar sobre esta situación nada fácil y entender que la única manera de conseguir logros laborales y sociales es mantener a este Gobierno. Esto exige priorizar este objetivo sobre todos los demás, guardarse las discrepancias que legítimamente se puedan tener y defender a ultranza la labor de este Gobierno para que nos dure cuatro años, a ser posible. Si esto se consigue, se producirá un avance muy importante en las condiciones de vida de muchos españoles. Si la guerra sin cuartel logra su objetivo, ya sabemos lo que nos espera.
Guardo el suicidio de Podemos para otra ocasión.
*Herminio Trigo, exalcalde de Córdoba
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