Cuarentena en el Iglú [día 35]
Se acabaron las tonterías, es viernes y toca ponerse guapos y guapas. Es viernes y toca hacer una videollamada delante de unas cervezas con la música a todo trapo y lucir nuestras mejores galas.
En mi casa gustaba tener reservada una ropa un poco más especial para esos días especiales. También gustaba tener un pijama prácticamente nuevo, por aquello del “por si acaso” y lo más importante de todo, una muda sin estrenar.
Cuando llegaba una ocasión especial, las galas salían a relucir. No es que fueran grandes alardes de costura, pero gustaba estrenar y que la gente te dijera que guapo vas ¿es nuevo? Por arte de magia te convertías en referente del estilismo mundial, o eso pensabas tú. Porque realmente el mérito solía ser de tu mamá y de un arreglo del peinado con colonia infantil.
Que curioso es que los días entre semana nadie te dijera nada de tu ropa. ¿Sería más fea? ¿Estaría más vista? No sé. Lo cierto es que la ropa con la que estabas más cómodo era esa. La de salir del colegio y quedarte en el patio jugando a las bolas sin importar las rodilleras o las coderas. Tenias muchos modelazos de ropa de diario y muy pocos de ropa de domingo.
De mayor he descubierto que no tengo ropa de domingo, que tengo ropa de diario, de trabajo, de gimnasio, más reservada pero no de domingo. Debería pensar cual ha sido el proceso. ¿La ropa de domingo no me interesa? ¿La ropa de entre semana es más bonita? ¿Soy más presumido? No sé.
Mientras escribo esto, escuchando música a todo trapo, pienso si hoy me quitaré el pijama o no. Sea como fuere, aguantaré esta sesión imparable...
0