Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.
El amor
Ah, el amor. Cosa casi inefable. Fuerza que mueve las estrellas y tal y todo eso. Quien lo probó, lo sabe. Ya, ya.
Pero qué puñeteros son los adjetivos o los complementos que se le añaden a veces al amor: amour fou, esa manera tan afrancesada de quererse en blanco y negro; amor eterno, esa promesa falsa que no entiende de tiempos ni espacios; el amor de hermanos, que parece no tocarse y acaba en el despacho de un notario; el amor de madre, que parece una secuencia de documental de felinos; el amor de padre, que suena a pequeña bronca y tirón de orejas…
Amor fiel, que es una disciplina. Amor infiel, que es abismo y aventura. (¿Qué coño significa “fiel”, por cierto? ¿Un componente de la balanza?). Amor a la naturaleza, que es una mentira cada vez que entras en un supermercado o en una tienda de ropa “popular”.
Amor propio, que es la mayor de las contradicciones. Amor al arte, que suena bien y gratuito, y no deja de ser una dejación de funciones...
Es tiempo de bodas. Es primavera. Tiempo de celebrar el amor. Yo ayer vi dos bodas en mi barrio. La gente estaba guapa. Creí ver amor a las puertas de la parroquia mientras yo enfrente compraba tabaco y el ABC. Me gusta el ABC Cultural de los sábados en papel, 2,10 euros. En la portada del suplemento salía Gay Talese, el nonagenario periodista neoyorquino al que tanto quiero.
Talese siempre ha escrito de y desde la periferia. Y eso es el amor.
El amor es cosa periférica mientras lo demás sucede.
Que se lo digan a Isabel Díaz Ayuso, por ejemplo.
Preguntadme a mí qué es el amor. No responderé.
Pero Gay Talese lo escribiría. Y sería esa extraña convención a la que llamamos “verdad”. Y tan panchos.
Sobre este blog
Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.
0