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Todo en orden

Alfonso Alba

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"Si un funcionario no puede ser funcionario, ¿esto qué es?"

           (Mariano Rajoy. Presidente del Gobierno en funciones)  

Nada más escuchar la frase del presidente, se nos cogió un nudo en el estómago de dolor mariano. Pobre Soria. Un ex ministro de Paraísos Fiscales al que le niegan el derecho a reincorporarse al cuerpo. Es como si a un operario de Parques y Jardines con 39 años de dedicación exclusiva lo apartaran del servicio por haberse puesto calcetines blancos. Pero, ¿esto qué es? Un absurdo. Un desatino. Una injusticia sin paliativos ¿De qué diablos va a vivir el señor Soria si no puede regresar a su puesto de Defraudador Técnico en el Banco Mundial?

Que nos lo expliquen. Y así todo. Este es el nivel disparatado a que estamos llegando en este país de pandereta. Un funcionario como Soria que no puede ser ni funcionario y un embajador como Arístegui que no puede cobrar comisiones multimillonarias por informes que debería hacer gratis como empleado público de alto rango. Pero bueno. Por este camino vamos directos a la radicalidad. A la extravagancia. Al sinsentido.

Ya lo dijo el presidente en otra de sus frases definitivas cuando sorprendieron al diputado De la Serna ejerciendo de intermediario para conseguir suculentos contratos en el exterior para empresas españolas. “Oiga. El Congreso le permite compatibilizarlo con el ejercicio de su profesión. No veo nada ilegal en eso”. Y punto pelota. Pero qué manía de prohibir a la gente respetable enriquecerse con el cargo público.

Exactamente igual que le sucedió al diputado Martínez Pujalte. Otro pobre hombre al que organizaron una cacería por el simple hecho de cobrar 75.000 euros al año de una constructora al tiempo que ejercía su cargo de parlamentario por Murcia. Y cuando una periodista le preguntó si le parecía ético y moral semejante hecho, el señor Pujalte respondió: “No. Me parece legal”.

Desde ese punto de vista (y desde casi todos los demás), el señor Soria, ex ministro de Paraísos Fiscales, reúne méritos suficientes para optar a un puesto de Defraudador Técnico en el Banco Mundial. Es que lo clava. Como lo clava también su sustituto, el señor Jiménez Latorre, ex secretario de Estado y ex director asociado de una sociedad radicada en el paraíso fiscal de Delaware. Por ahí, todo en orden, oiga, que diría el señor presidente.

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