Ni falta que hace
"Nunca pregunté por qué"Antonio Hermoso. Presidente de Fepamic
En condiciones normales, esta frase sería una antifrase. Una antifrase en el sentido de que toda la gramática universal está diseñada como la herramienta más poderosa para comprender el mundo en que vivimos. Si el lenguaje existe es, por encima de cualquier otra frivolidad, para indagar qué diablos se esconde detrás de las apariencias. Quiere decirse que Voltaire, Descartes, Einstein, Platón, Darwin y todos estos arquitectos del mundo moderno descifraron lo que usted y yo sabemos hoy de nosotros mismos haciéndose simples preguntas.
Desde ese punto de vista, el titular que preside esta página es, como acabamos de precisarle, una antiidea. La negación de la ciencia, que es la madre de la curiosidad, o viceversa. Pero claro: lo que para usted o para nosotros es una herramienta básica del conocimiento para Antonio Hermoso es un instrumento inútil de dolor. Por eso, este discapacitado al que la polio sentenció desde niño a una silla de ruedas decidió hace muchos años no hacerse según qué tipo de preguntas.
¿Por qué? Porque sí. Porque la vida es sublime o cruel sin una miserable razón que pueda justificar ni lo uno ni lo otro. La polio truncó la biografía de un niño llamado Antonio Hermoso, de acuerdo, pero no pudo evitar que cada día fuera al colegio montado a lomos de su hermano mayor ni que ahora presida una extraordinaria organización humanitaria que da empleo a más de cuatrocientas personas y presta ayuda a miles de seres humanos que también decidieron no preguntarse nunca más por qué.
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