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María José Llergo: “Prefiero morirme de hambre que de pena”

María José Llergo | MADERO CUBERO

Juan Velasco

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Esta entrevista es una de las producciones más largas de CORDÓPOLIS, pues se ha dilatado casi dos años por varios motivos. Los primeros contactos del periodista con María José Llergo (Pozoblanco, 1994) tienen lugar a finales de 2017 y hacían posible la charla siempre que la cantante pasara por Córdoba en una de sus visitas desde Barcelona, donde estaba terminando sus estudios en aquel momento. Entre medias, sin embargo, se metió el clickbait.

Hace justo un año, cuando la entrevista estaba al caer, a un medio nacional se le ocurrió usar unas declaraciones fuera de contexto de la cantante cordobesa en defensa de la aportación del pueblo gitano al flamenco para avivar la polémica sobre la apropiación cultural generada por la publicación de El mal querer de Rosalía, una artista que, para colmo, había sido compañera de estudios de Llergo. Tal y como comenta ahora, aquel episodio la obligó a alejarse un poco de los medios de comunicación y fue lo que dilató un año más la entrevista que están leyendo este domingo, apenas unas horas después de que se haya publicado El péndulo, la última canción que verá la luz antes del primer EP oficial de María José Llergo.

Aunque la charla tuvo lugar un poco antes. Fue hace unas semanas en la Plaza de las Cañas, coincidiendo con uno de los dos conciertos que la cantante pozalbense ha ofrecido este otoño en Córdoba. En ellos, especialmente en el que dio en la Iglesia de la Magdalena, se pudo atisbar la sinceridad y honestidad de su propuesta, respetuosa con la tradición pero interesada en trascenderla. Y, sobre todo, se pudo apreciar la fuerza de una voz que parece que tiene 200 años.

Porque María José Llergo vive en una deliciosa contradicción. Es una joven que canta como una vieja, pero que reclama ser “niña siempre”. Lo demanda con voz dulce. Aniñada. Clara. En sus labios no parece absurdo pedir que la infancia dure hasta los ochenta años, porque lo remata con un “yo no quiero volverme gris”. Y esta última afirmación es francamente irrebatible: ¿Quién querría volverse gris?

PREGUNTA. Llevo tanto tiempo desde que te pedí la entrevista, que he leído ya tantas cosas, he visto tantos titulares, algún berenjenal que otro, y al final, casi que voy a hacer como si no hubiera leído nada y volviéramos a 2017, cuando te escribí por primera vez.

RESPUESTA. Es que de lo que hay publicado en internet no me define nada.

"Un código genético no justifica las acciones artísticas de nadie"

P. Vale. Pues vamos a empezar por ahí. ¿Quién eres y de dónde sales?

R. Yo creo que eso es lo que hay que hacer para conocerme. Simplemente abrirse. Al final, la información que hay en internet está sesgada. Ya que me tienes en frente, pues aprovecha. Simplemente conóceme. No vengas con una idea preconcebida, porque no voy a responder ni a estereotipos ni a convencionalismos. No sé. Lo siento. Soy yo y así soy. Y ya está. No hay más.

P. Da la impresión de que lo haces y dices todo como muy fácil. ¿Para ti es todo como un juego?

R. La vida es un juego. A veces se gana, a veces se pierde. Y así se aprende. Pero la vida es un juego. Yo intento divertirme en cada paso que doy en la vida. Independientemente de que sea mi trabajo o mis estudios. Es que si tú no te diviertes nada tiene sentido. Parece que estás ahí obligado. No. Así no sé hacer las cosas. Yo siempre intento hacer las cosas de corazón. Y así lo disfruto aunque me equivoque. Y si lo hago yo, con mi propio sentimiento, pues aunque me equivoque estaré orgullosa. Porque lo habré elegido yo y serán mis propias consecuencias lo que yo pague. No las consecuencias de otro.

P. Por eso vuelvo al principio. ¿Quién eres y de dónde sales? ¿Quién es María José Llergo?

R. Pues soy una muchacha muy sencilla. Mucho más sencilla de lo que la gente piensa. Cuando se ven titulares tan grandilocuentes pues… Soy una muchacha que sale de Pozoblanco, un pueblo de Córdoba, que encuentra la música como modo de conversar con el tiempo en el que vive, que escribe y canta. Y que quiere mucho a su familia, a sus amigos, y a todo el mundo que se le cruza por el camino. Y es así de sencillo.

P. A la niña de Pozoblanco la llevas siempre contigo.

R. Es que yo quiero ser niña siempre. Hasta cuando tenga 80 años. Yo no quiero volverme gris.

P. ¿Echas de menos vivir en un sitio como Pozoblanco, con esa cercanía?

R. Echo de menos a mi familia. Muchísimo. Mis abuelos. Mi abuelo Pepe tiene 90 años. Está envejeciendo mucho. Y me da mucha pena no poder ver cómo envejece cada día, como hacía cuando vivía en Pozoblanco. Yo siempre iba a ver a mis abuelos una o dos veces al día. Estaba allí escuchando sobre todo. Escuchando y acompañando, y dándole alegrías. Y ahora cada vez que voy al pueblo, sea a la hora que sea, lo primero que hago es ir a ver a mis abuelos, porque es que me esperan despiertos, con la luz encendida y con la puerta abierta. Es que es muy fuerte. Y eso es lo que a mí me da, no sé, me devuelve un poco a la tierra.

Estoy viviendo en grandes ciudades en las que es muy fácil volverse loco, porque son estímulos constantes. Pero cuando pienso de donde soy y donde aprendí… A mí las enseñanzas más valiosas no me las ha dado la escuela. Yo le pondría una escuela al pueblo. Como Machado, que le pondría una universidad al pueblo, en su libro de Don Juan de Mairena, un personaje apócrifo que se inventó para poder soltar todas sus movidas filosóficas sin que en su tiempo lo censurasen. Pues yo le pondría una universidad a mis abuelos, para todo el mundo pudiera aprender de lo que ellos saben. Y esto puede parecer una locura, pero la realidad es que las lecciones que yo he aprendido de ellos son para toda la vida. Y los conocimientos sin ese tipo de sabiduría yo los veo vacíos.

"De lo que hay publicado en internet no me define nada"

P. Esa escuela que tú reclamas la ves en la gente de tu generación o no ves esa relación tan fluida con los mayores que tienes tú.

R. Pues depende de cada persona. Yo tampoco soy… Artísticamente no me he relacionado nunca con gente de mi edad. Siempre he tendido a juntarme con gente más mayor, y creo que eso tiene algo que ver con mi forma de pensar. Cada persona es un mundo y yo sé que exteriorizo esto porque para mí es importante y porque yo tengo un medio. Hay mucha gente que no tiene un medio y también lo siente como yo y a lo mejor se siente identificada. Seguramente. Claro, que esto no es lo más mainstream, por así decirlo. Que sobre todo en la música moderna actual priman otras cosas. No solamente en la música moderna, sino en cómo vemos el mundo. Porque el hecho de que tengamos un capitalismo tan sumamente agresivo hace que todo se enfoque a lo superficial. Entonces, hablarle de tus abuelos (se empieza a reír) pues te dicen: “Sí, sí, tus abuelos”. No se valora. Bueno, al final yo creo que todo el mundo acaba volviendo a la raíz. A lo mejor yo he vuelto antes, porque me tuve que ir antes.

P. ¿Por qué te vas?

R. Porque me dieron una beca y me fui a Barcelona a estudiar. Y bueno, yo a los 18 años fue cuando dije que quería cantar. Y la verdad es que en mi familia cundió el pánico. Porque es una profesión muy precaria. En España ser artista se asocia a morirte de hambre. Y claro, desde el amor, me aconsejaban que escogiera otra cosa, que tenía buenas notas, que estudiara, no sé, Derecho o Periodismo, no sé. Yo cuando acabé selectividad y me puse a escoger carrera estaba delante del ordenador y me eché a llorar porque me veía forzada a elegir algo que en realidad sentía que no me llamaba, que no estaba hecho para mí, ni yo estaba hecho para eso, y que encima había una inercia detrás de mí que me empujaba a elegirlo.

Fue en ese momento cuando cerré el ordenador y dije a mi madre: “Es que yo quiero cantar. Es lo que quiero y voy a intentarlo”. Tenía 18 años, era mayor de edad. Podía cantar, si quería. Ese año conocí a Paco Rojas, el guitarrista de Algunos Hombres, y bueno, empezamos a compartir un montón de música, muchísima música. Paco me enseñó muchas cosas de jazz, de música negra, que a mí me volvieron loca. Ya había conocido el blues antes, pero en ese momento tuve la oportunidad de cantarlo. Porque, aunque yo ya había cantado antes, en ese momento hicimos un concierto benéfico en un colegio y desde ahí empezamos a hacer bolos por el pueblo y a cantar en un montón de bodas. Bodas, bautizos y comuniones.

P. Hostia, la BBC, una buena universidad.

R. (Risas) Sí. Se aprende mucho. Sobre todo antropológicamente.

P. Se aprende mucho del ser humano viéndolo en un banquete.

R. Sí, sí. Total. Bueno, yo mientras tanto iba buscando una forma oficial de dignificar la que quería que fuera mi profesión.

P. Porque entiendo que para tu familia era importantísimo que tú estudiaras.

R. Hombre, absolutamente. Mi familia ha valorado muchísimo los títulos universitarios, ya que venimos de familia de campo. Mis abuelos se dedicaban a las vacas y a la huerta. Entonces la ilusión más grande, tanto de mi abuelo Pepe como de mi abuela María, sobre todo de mi abuela María, era que sus hijos supieran leer y los que quisieran, pudieran estudiar. Mi madre estudió, mi tío también y mis otros dos tíos saben leer, pero eligieron no hacer carrera universitaria. Es decir, es un valor súper importante en mi familia oficializar lo que tú quieras hacer. Ese año me dediqué justo a eso. A buscar muchas becas. Estuve buscando hasta en Oporto. Donde hay un conservatorio de jazz estupendo. Y, al final, me dieron una beca. Pequeña, pero que era una ayuda para mí y para mi familia enorme y también una cosa psicológica muy importante, de “estamos creyendo en tí”, que hacía que mi familia también creyera un poco más en esta locura mía. Así que llegué a Barcelona con 19 años y empecé a estudiar canto moderno y jazz.

"No voy a responder ni a estereotipos ni a convencionalismos"

P. ¿En la Esmuc?

R. No. Yo estuve en el Conservatorio del Liceo. Sí, hice grado profesional de canto moderno y jazz. Que yo nunca había tenido una clase de canto.

P. ¿Ah, no? Pensaba que habías estudiado música.

R. Sí, había dado violín, piano y había cantado por todos los coros de mi pueblo. A mí los viernes no se me veía el pelo. Yo iba a la catequesis esa, y luego me iba a un coro y luego a otro. Y luego me iba a mi casa a dormir.

P. ¿Y ese sacrificio que haces desde pequeña, ahora visto en perspectiva, qué supone para ti?

R. Pues disciplina, compromiso. A mí también me tranquiliza mucho dedicar mi tiempo a lo que me gusta. Yo tenía claro que lo que más me gustaba del mundo era cantar. Y que igual a los demás también les hacía feliz de alguna manera escucharme. Pero no lo sabía porque como nunca había cantado en público...

P. Rocío Márquez me decía algo parecido. Ella estuvo en concursos de la tele y todo. Yo le decía: “Menudo sacrificio estar todo el día liada siendo una niña”.

R. Yo estaba en otra dimensión. Es como meterte en tu propio mundo. Creas tu propio mundo, donde no hay nada que te duela y que te moleste. Y, si hay algo que te duele o te molesta, siempre lo puedes convertir en belleza. Porque es tu mundo.

P. Supongo que eso también te ayuda cuando te vas a Barcelona y de repente estás sola.

R. Sí. Claro. Bueno, a ver, yo es que soy muy familiar. Pero mucho. Entonces, irme a Barcelona y encontrarme sola era un choque muy grande, del que tampoco fui consciente. Simplemente intentaba hacer lo mejor que podía cada día y ya está. Así iba tirando día tras día. Yo me fui a Barcelona haciendo cante moderno y jazz y educación primaria, porque mis padres no querían que hiciera solo música. Y yo iba por la mañana a la universidad y por la tarde al conservatorio. Pero María José no sabía ni freír un huevo. Así que eran como tres carreras. Era mantente tú sola, mantente feliz tú sola…

"La música es un modo de conversar con el tiempo en el que vivo"

P. Más carreras.

R. Cuatro. (Risas) Estudia canto moderno y jazz y estudia educación primaria. Me puse muy mala, estuve una semana y media en el hospital. Y ahí ya mis padres se dieron cuenta de que en realidad estaba sobresaturada de trabajo. Y pude quedarme solo con la música. El segundo año en Barcelona pude quedarme solo con la música.

P. ¿Pensaste en tirar la toalla?

R. No, no.

P. Tampoco habría sido un fracaso.

R. Es que tampoco lo hubiera considerado yo como tirar la toalla. Volver para mí nunca hubiera sido una derrota. Al revés. Volver para mí era un premio muy grande. Y poder volver y cantarle a mi abuelo cosas nuevas que había aprendido. No me parece una derrota. Y yo siempre he aprendido a encontrarme en casa en todos los sitios a los que he estado. Si estoy aquí, ésta es mi casa. Si estoy viajando, ésta es mi casa. Nunca he tendido a estar de paso.

P. ¿Donde llegas te plantas?

R. Sí. Mi madre, ahora recuerdo que cuando yo decía mi casa hablando de Barcelona, decía: “Que tu casa es ésta”. Mi casa era donde yo estaba.

P. ¿Cuánto tardas en tu nueva casa en conectar con la escena y los músicos de Barcelona?

R. Pues tardé un poco. Porque yo cuando llego a sitios nuevos, lo primero que hago es observar. Estoy ahí, observando el mundo que me rodea, sin juzgarlo, viendo qué hay. Igual que cuando vas por la calle. Igual. Te paras a ver qué es lo que te rodea y qué es lo que te da. Y ¡joder!, te da mucho. No me considero una persona que haya estado metida en ninguna escena. He ido tanto a mi bola siempre… He escrito mis canciones sin pensar si algún día las grabaría. Ha sido un poco nómada.

P. Natural.

R. Sí. Siempre he hecho las cosas sin pensar qué puede venir detrás. Hacer lo mejor que puedas en cada momento.

P. Pues no da una sensación anárquica. Me dices que es todo muy espontáneo. Sin embargo, la sensación es que tu carrera ha sido muy pensada. Quizá sea por una corriente interna que no controlas.

R. Es natural. En lo único que no soy anárquica es en la disciplina. Yo siempre estoy cantando y escuchando música de todos los estilos. Siempre estoy aprendiendo porque a mí lo que me llena es eso. Leer, literatura, filosofía, historia, lo que sea. En eso no soy anárquica. En mi forma de aprender. Necesito leer.

P. En eso eres compulsiva.

R. Sí. Si no es que me aburro. No me gusta tener la sensación de que pierdo el tiempo. La vida es breve y la riqueza de esta vida es que es efímera. No me quiero yo llevar la sensación de que no estoy aprovechando el tiempo, de que no estoy dando lo que podría dar.

"Yo quiero ser niña siempre. Hasta cuando tenga 80 años. Yo no quiero volverme gris"

P. Quizá esa sea una de las máximas de vuestra generación, que ha crecido como adultos en plena crisis, sin apenas perspectivas laborales. Quizá eso os ha permitido frenar y decir: vamos a concentrarnos un poco en vivir.

R. Sí y no. A ver, yo veo a mi generación y, por ejemplo, la gente de mi clase no ha hecho eso. No se han concentrado en vivir. Han seguido viviendo al ritmo del sistema. Algunos con mucho éxito, si entendemos como éxito triunfar económicamente o…

P. Que no es tu caso.

R. No. Yo lo entiendo todo de corazón. Todo espiritual y de sensación y de emoción. Así lo entiendo todo. A veces es bueno y a veces es malo. Yo me reía mucho cuando mis padres me decían que escogiera o periodismo o derecho porque decía: si no tiene salida. Me estáis diciendo que lo mío no tiene salida, pero es que esto tampoco.

P. Puedo dar fe.

R. Es que ahora mismo nada tiene salida. O muy poco. Entonces, qué absurdo. ¿Llevo estudiando música desde los ocho años y ahora te parece absurdo que quiera profesionalizarme en la música? Cuando creo que es lo que a mí me hace feliz. No es solo mis padres. Hablo de la sociedad. A mí me decían: te vas a morir de hambre. Y en un pueblo es todo más extremo… Yo decía: prefiero morirme de hambre que de pena. Así me entendía mejor. Y lo sigo manteniendo.

P. La libertad para ti está en hacer lo que quieres.

R. En hacer lo que siento. Lo que siento que tengo que hacer. En todo momento.

P. Me gusta mucho que, aunque tú no te sientas parte de una generación, sí que percibo que mujeres como tú como Rocío, como Alba...

R. Como Rosalía.

P. Como Rosalía, como muchas y todas jóvenes, las que estáis llevando por primera vez a mi juicio la voz cantante en el flamenco, donde yo no recuerdo una generación femenina tan joven y potente. Ha sido una oleada.

R. Sí, entiendo lo que dices. Y me estoy parando a pensarlo porque en realidad nunca lo había pensado. Bueno, igual estamos menos acostumbrados a que las mujeres ocupen según qué puestos. Y bueno, que esto nos parezca una novedad es triste, pero por desgracia así es. Yo veo la música urbana o el reguetón y hay un montón de chicos haciendo cosas que son muy similares y no se les enfrenta. Sin embargo, a las mujeres continuamente se nos intenta enfrentar. Y no. Si no ves la individualidad de cada una, y no aceptas la diversidad, te estás perdiendo muchísimo. No estás viendo con sinceridad. Estás condicionado.

P. Es verdad que no estamos acostumbrados. Por ejemplo, a que ahora tú tengas tu crédito como productora de tu música. Tampoco era algo común.

R. No. Para nada. Yo estuve hablando con Cathy Claret, que para mí es un referente también, y ella me decía: “Cuando yo era joven, yo grababa el bajo, yo grababa la guitarra, yo escribía, yo componía. Y eso no gustaba”. Claro, parece que durante mucho tiempo se ha concebido la mujer artista como la mujer objeto. Y eso está cambiando. Tenemos a Rosario La Tremendita, que es multiinstrumentista, una máquina cantando y componiendo. ¿Hola? Tenemos un panorama súper diverso y para nada somos objetos. Decía Gata Cattana: “Déjame ser una cosa que no sea un cuerpo”. O algo así. Eso necesitamos, que nos vean como lo que somos. Que el cuerpo es la cáscara que nos envuelve. Que no se puede cosificar ni se puede monetizar. Que lo que tú eres por fuera se va. Que es superficial, y que no porque seamos mujeres tenemos que ser objetos. Más que nada porque con los chicos no pasa.

P. Esa es la cuestión. ¿Por qué con los chicos no pasa? Nadie enfrenta a Miguel Poveda con Israel Fernández, ni les preguntan su opinión sobre lo que hace Niño de Elche.

R. Es que es eso. Eso en el flamenco. Pero es que tampoco enfrentan a J. Balvin con Bad Bunny.

"Se han muerto muchos mayores con el cante dentro que no han sido grabados"

P. Sí, te pregunto por el flamenco, porque en la mentalidad y en la visión de la gente tiene un matiz todavía más patriarcal.

R. Es que es increíble.

P. Y absurdo. Si la propia sociedad es machista, cómo no va a serlo el flamenco.

R. Es que no se puede. Más que nada porque el flamenco y el arte son un reflejo de la sociedad a lo largo del tiempo. Y si no, no es arte. Está muerto. Muerto como una piedra. El arte es naturaleza, la naturaleza está constantemente cambiando y en movimiento. Si tú lo dejas quieto, lo estás matando. Y sí, es tristemente común. Y es increíble porque aunque haya esta forma de enfrentar, nosotras nos arropamos, y nos queremos, y nos apoyamos. Y saca una un disco y estamos todas diciendo: “Ole tú”. Y vamos a sus conciertos y nos enriquecemos así. Yo recuerdo cuando Mala me dio su apoyo por primera vez que casi me muero. De la ilusión que me dio. Y yo, que estaba flipando con todo lo que estaba pasando a mi alrededor, pues encontrarme a una mano amiga, que encima la admiro y lleva muchos años en la música...

P. Y sola en un mundo de hombres.

R. Y sola en un mundo de tíos. Pues para mí fue y es de las cosas más bonitas que me han pasado. Rocío Márquez, igual. Todas. Es que todas. Todas.

P. De alguna manera, esta generación de la que hablamos coincide también con la madurez de los estudios de flamenco. ¿Crees que eso puede haber afectado de alguna manera? Es un terreno pantanoso éste. El hecho de si un título universitario te convierte en flamenco o no. ¿Puede haber una relación?

R. Mira, la madurez de los estudios flamencos no está establecida, porque son muy recientes. ¿Qué llevamos? ¿Tres años de cante flamenco en Córdoba?

P. No, hombre, en Córdoba hace ya muchos años que se imparte flamenco.

R. ¿De cante?

P. Me pones en duda. De guitarra sé que llevan quince años por lo que ha ocurrido con Manolo Franco y Niño de Pura, es el tiempo que llevan ellos dando clase hasta que los han cesado.

R. Sí, pero el de cante es más reciente, te lo digo. Mira, cuando yo entré en la Esmuc me dijeron que llevaba dos años la especialidad de cante flamenco en Córdoba. Sí. El plan de estudios todavía no está adecuado seguramente a lo que el arte flamenco exija. No sé, yo como estudiante no me arriesgué. Además, yo estaba entonces aprendiendo mucho jazz, así que no era momento para volver. Yo creo que los estudios de flamenco en España no están en madurez, es que son muy recientes. Es que en Amsterdam llevan desde el 83. Es que nos llevan más de 30 años. Parece que se valora más lo que tenemos fuera que aquí dentro. Entonces, aparte de que no tienen la madurez…

Mira yo veo bien que se oficialice el arte flamenco dentro de un sistema musical, más que nada para que quede constancia. Si esta la forma que tenemos de preservarlo, vamos a hacerlo. Porque se han muerto muchos mayores con el cante dentro que no han sido grabados o escritos. A día de hoy no hay partituras de cante flamenco. De guitarra sí, pero porque en guitarra flamenca hay guitarra clásica y, quieras que no, existen. Se han transcrito como se ha podido. Pero hay muchos rasgos del toque que no se pueden plasmar en una partitura. Sobre todo expresivos, que se aprenden de oído. En el cante ocurre igual. Que yo sepa, no existe a día de hoy un libro de recopilación de cantes flamencos escritos. Parece que seguimos aprendiendo como antes, por tradición oral. ¿Qué pasa? Esto tiene dos cosas: que se aprende muy bien y que se olvida muy bien. Desaparece muy fácil porque, con que desaparezcan esas personas o no tengan a quién dejarle el legado, se mueren con el cante dentro.

Yo creo que debemos encontrar un equilibrio. Que un guitarrista flamenco que lleva toda la vida tocando flamenco y entiende los palos flamencos a la perfección no sea excluido de las instituciones por un título o por no saber solfeo. Y, a la misma vez, que encontremos el punto medio para que el artista flamenco pueda comunicarse con otros artistas de otros ámbitos utilizando el lenguaje musical, el solfeo y los recursos que te dan conocer otros estilos de música. El blues hizo lo mismo. Y salió el jazz.

"A mí las enseñanzas más valiosas no me las ha dado la escuela"

P. Y también acabó en los conservatorios.

R. Claro. Y hay historia del blues. La historia del flamenco está sin documentos. Porque el pueblo gitano no pudo expresarse y no ha podido escribir su historia. Entonces, que digan: el flamenco nace en 1890. Pues me parece muy simplista. Porque el flamenco es un proceso muy largo, de muchas influencias, de mucha gente que vivió aquí. Y sufrió ocupaciones de todo tipo de pueblos, y que sobrevivió, y que cantó. Y que de su resistencia tenemos el flamenco. Entonces, es muy simplista. Claro, no hay documentos. Porque el pueblo oprimido que cantaba flamenco no tuvo derecho a escribir su propia historia. Su historia ha sido escrita por otros. Y muchas veces de una forma racista.

P. Eso no te lo han enseñado.

R. Eso no me lo han enseñado.

P. Es a lo que voy.

R. Es que es eso. El saber más importante que yo me quedo para mi vida, para entender al otro, no me lo ha dado la escuela. Me lo ha dado la gente.

P. ¿Y el pellizco te lo da la escuela?

R. No lo sé. No lo sé. Es que no lo sé. El pellizco yo no sé.

"Cuando entré en el conservatorio la gente me preguntaba constantemente si era gitana"

P. El pellizco es cuando cantas El Vals y la gente suspira, ¿no?

R. (Se ríe) Qué bonito. Yo es que no puedo hablar de mi propio pellizco, porque ni yo lo entiendo. Es que el arte no se entiende. Nadie sabe qué es el arte. Todo el mundo lo siente, pero nadie lo sabe. Es eso el arte.

P. ¿Alguna vez el purismo te ha tirado para atrás?

R. Es que yo me veo muy lejos del purismo. Yo simplemente lo veo, lo observo y no lo juzgo. Está ahí y aprendo lo que puedo de eso. Y cuando escribo mis canciones, yo sé que son mis canciones. Sin quererle faltar el respeto al purismo ni a nada. Simplemente lo tengo que decir y lo tengo que cantar.

P. Dicho de otra manera, ¿el respeto debe ser un muro o un punto de partida?

R. Un punto de partida siempre. No se tiene que confundir respeto con miedo.

P. Y tú desde luego no lo has confundido.

R. Yo intento no tener miedo. Por eso canto. Porque no quiero tener miedo. Si tuviera miedo no saldría de mi habitación. No sé, el miedo paraliza. Te mata en vida.

P. El flamenco necesita nuevas canciones, nuevas letras. Que no se estén cantando cantes antiguos.

R. Sí.

P. Por eso tú has optado por escribir tus letras.

R. Hombre, yo agradezco que me digas esto, porque para mí es muy grande. Yo escribo porque así lo siento. Pero tenemos que ser sinceros. Yo, por ejemplo,que no me gustan los toros, pues no voy a escribir cosas taurinas. Porque no tendría sentido. A mí que no me gusta el machismo, pues no voy a escribir ni a cantar cosas machistas. Porque no. Porque lo canta mi prima Laura que es pequeña, y digo: “¿Qué le estoy dando a mi prima? ¿La estoy haciendo libre o la estoy haciendo presa?”. Y otra cosa que pasa cuando algo te hace preso es que al principio te gusta. Que de alguna manera lo que está mal, te atrae, pero luego te jode (se ríe).

"El que tengamos un capitalismo tan sumamente agresivo hace que todo se enfoque a lo superficial"

No sé, en el mundo en el que vivimos, ahora fuera del flamenco, hay una tendencia a exotizar la pobreza, a exotizar los celos o a exotizar la posesión. Volvemos a lo mismo. Flaco favor nos hace. Al final, quien habla del amor dándole peso a los celos no está hablando del amor, porque el amor no son los celos ni es posesión. Si son celos y posesión ya no es amor, es otra cosa. Es ganas de control. Lo cambia. Lo mata. Lo deja inerte. Porque no podemos controlar una cosa que es libre y está en movimiento. No podemos controlar la naturaleza sin matarla. Eso es lo que pasa hoy en día con el sistema capitalista. El ser humano no entiende que no puede controlarlo y que solamente debe observar, aprender, convivir… respetar. Y de ahí crecer. Que todo lo que conlleve una destrucción no será nunca un desarrollo, un crecimiento. Porque tiene unas consecuencias que te paralizan.

P. Al mismo tiempo, el desamor puede que sea muy fértil desde donde escribir.

R. Claro. Pero es la tristeza. No la camuflemos. No lo llamemos de otra forma. Es tristeza y la tristeza es una mierda. Y a la misma vez puedes hallar la belleza dentro de eso.

P. No recuerdo ahora quién fue el que dijo que de un atracón de alegrías se ha muerto más de un artista.

R. (Se ríe sonoramente) Pues sí. Pues igual sí.

P. ¿A qué va a sonar tu primer disco?

R. Pues mis propios temas. Voy a cantar sobre mis traumas, mis desamores, mi propia impotencia, sobre la invisibilidad, sobre (se toma un tiempo), no sabría como definirlo… Homenajear a mi cultura. Sobre construir a base de dolor. Por eso se va a llamar Sanación. Y va de mi propia sanción, de mi propio proceso, porque es lo que necesito antes de entregarme. Estoy entregándome al mundo.

P. Totalmente.

R. (Se para a reflexionar sobre ello) Qué fuerte. Encima con mi cara, con mi nombre…

P. Eres como un queso García Vaquero. Tu marca eres tú.

R. (Se ríe muy fuerte de nuevo) Total.

P. ¿Por qué de todos los productores que has podido escoger te has ido a por Carlos para vestir tu música? Me imagino que has podido elegir.

R. Pues porque me cae súper bien y porque es la leche. Es que todo es de corazón. Aunque suena empalagoso.

"Si hay algo que te duele o te molesta, siempre lo puedes convertir en belleza"

P. ¿Fichar por Sony ha sido un cheque en blanco en el sentido de que has podido hacer lo que has querido?

R. Yo controlo absolutamente todo. Absolutamente todo. Las portadas que quiero hacer, cómo las quiero hacer y qué objetos quiero que salgan y qué sentido tienen. Todo tiene un porqué. Pero no suelen preguntarme sobre eso… La ropa que me pongo. Mis temas. Mis letras. Con quién trabajo. Controlo mis tiempos y por eso he ido tan despacio. Porque yo quiero ir despacio. No tengo inversión en promoción porque no quiero. De momento. Luego no sé. Quiero que todo sea natural. Sencillo. Que yo lo pueda abarcar y no me sature y me ponga triste. Que no se me vaya de las manos y acabe siendo algo diferente a lo que yo quiero que sea.

P. Antes hablábamos del mundo del flamenco, pero el mundo de las discográficas sí que es un mundo de señores.

R. Sí, bueno. Yo es que fui muy sincera. Yo con todos los que estuvieron interesados en mí, fui con mi Laura, que somos quienes gestionamos todo. Yo, seguramente de no ser por ella, no habría hablado con ninguna discográfica por mis estereotipos y por mi mente cerrada. Porque yo creía que era imposible hacer lo que me diera la gana con una discográfica y menos siendo mujer y siendo joven. Me veía directamente sexualizada, expuesta y cantando cosas que no quería cantar. Y cuando fui y hablamos con ellos fui sincera y dije: “Mira, soy María José y yo hago esto. Si me queréis acompañar vamos juntos en el camino y si queréis cambiarme no es lo que necesito”. Porque he tenido mucho trabajo de cultivarme a mí misma, encontrarme, deconstruir muchas cosas que no me gustaban de mí, aprender y estudiar, como para que ahora me impongan todos los convencionalismos que me han hecho daño durante toda mi vida.

Y vamos juntos. Yo estoy muy contenta. Y me gusta. Es mucho curro. Mentalmente es mucho curro controlar todo. Controlar que cada aspecto de tu portada tenga un símbolo que sale de ti y de lo que tú lees y de lo que tú estudias y cómo lo interpretas y aplicas a tu forma de ver el mundo. Pero que respeten eso no tiene precio para mí.

P. Y para bien o para mal va contigo. Caes con él o subes la montaña con él.

R. Exacto. Yo siempre he estado… Yo siempre he estado abajo. A mí esto no me parece estar arriba. Yo es que ya estoy bien donde estoy. Y no necesito más que eso.

P. Y volvemos a lo de antes, que si hay que desandar la montaña, no pasa nada.

R. No, pero es que, ¿qué montaña? No hay montaña. La vida es una línea y cuando se acaba la línea se acaba la vida.

P. Hablaba de las expectativas.

R. Es que yo no las tengo. Ni las quiero. Porque si estás pensando siempre en el futuro no estás disfrutando del presente y el camino que haces ahora. Si no lo disfrutas tú, ¿cuándo lo vas a hacer? ¿Vas a recordar el pasado con pena? Pues no, tío. Estás en el presente. Es verdad que no es fácil, pero es tan bonito que hay que vivirlo. Hay que vivir una enfermedad si te toca, un concierto si te toca, un día malo si te toca. ¿Jugarretas de la vida? Pues también hay que vivirlas y aprender.

"Yo me veo muy lejos del purismo"

P. Alguna jugarreta te habrá jugado la exposición, claro. En las redes sociales…

R. Hombre, y las entrevistas (se ríe). El hecho de que vas con tu mejor intención a la gente y le cuentas lo que tú eres y luego… Pues no todo el mundo se rige por los mismos valores que te riges tú. Hay cosas que yo he dicho que se han malinterpretado y se han convertido alabanzas a mi cultura en ataques a ciertas personas. Y nunca jamás en mi vida yo haría eso. Entonces, te encuentras ante esas piedras que tiene el camino que llegas a pensar: “Yo no quiero el camino, porque yo no soy así”. Entonces, ¿qué haces? Yo ahí tuve que hacer un trabajo, primero de calmarme y de dejar pasar el tiempo. Tanto, que he dejado pasar el tiempo tanto que me he tomado un año para volver a conceder entrevistas como la de hoy.

P. ¡Choca!

R. Yess (Me choca la mano) Un año, tío. Me ha costado a mí darme cuenta que no todos los medios de comunicación manipulan ni todos los medios de comunicación van con segundas intenciones, ni todas las entrevistas van a ser: “Te queremos y te vamos a estereotipar todo lo que podamos y más”. Porque es que yo no puedo con las etiquetas. Y lo que ocurrió fue etiquetarme, cosificarme, encuadrarme en convencionalismos, y todo para conseguir clickbait.

P. Créeme que esa forma de trabajar también me afecta a mí, que he tenido que esperar un año para poder sentarme a hablar contigo. Es curioso, porque recuerdo que esa misma semana yo publiqué una entrevista con la poeta Luna Miguel, y le comenté que era un ejemplo de un tipo de periodismo muy dañino y machista, que buscaba enfrentarte con alguien.

R. Sí. Con Rosalía. Y yo estaba hablando en todo momento de qué es para mí el flamenco, de cual creo que es la estética del flamenco, de cómo aprendí yo a cantar, de qué peso ha tenido para mí tener esta piel en mi vida… Todo era en referencia a Andalucía. Quería poner en valor la aportación del pueblo gitano como precursor del flamenco. Pero jamás como un ataque a nadie. De hecho, yo he ido a muchos conciertos de Niño de Elche, que también es una figura súper polémica…

P. Sí, pero es distinto porque él es hombre y además le encanta polemizar.

R. Sí, es un hombre. Un hombre blanco.

P. Claro. A mí no me vas a encontrar en ese enfoque, porque no me interesa para nada. Pero sí me interesa el enfoque de que te haya pesado tu piel y te haya pesado Andalucía alguna vez. Porque yo he vivido fuera de Andalucía y los comentarios son inevitables.

R. Claro que lo son. Y habituales. Pues sí. Y es una mierda. Te subestiman constantemente. Y no te ubican. Eres como una extranjera. Es decir, con 19 años, cuando entré en el conservatorio la gente me preguntaba constantemente si era gitana. Constantemente. Y yo en plan: “Joder, pero tengo que sacar mi árbol genealógico y explicártelo a ti, que no te conozco de nada”. Pues lo siento, pero es que lo que yo haga o deje de hacer no se justifica con un código genético. El comentario era: “Vamos a llamar a María José para que cante en el combo de flamenco, que seguro que canta súper bien. Esta tiene que ser gitana. Ah, no, no puede ser gitana, porque si no, estaría casada y con hijos”.

Era una especulación constante que todavía me pasa hoy. Y yo insisto: un código genético no justifica las acciones artísticas de nadie. Lo siento. Se tienen que reconocer de dónde vienen las cosas. Yo soy la primera en hacer que se respete al pueblo gitano andaluz. Palante. Pero de ahí a ser tan racista… De pequeña siempre se han referido a mí despectivamente como gitana, negra, fea. Entonces, en esto se juntan varias cosas: te juzgan por tu aspecto físico pero con mucho racismo. Y a veces… Yo recuerdo que le decía a mi madre: “Yo no soy negra, yo soy marrón oscura” (se ríe). Yo soy humana. Molaría que llegara el punto de que empezáramos a hablar de raza humana.

"El pueblo oprimido que cantaba flamenco no tuvo derecho a escribir su propia historia"

P. O directamente no hablar de razas.

R. Claro. De aceptar la diversidad. Es que no sé. No tiene sentido.

P. Pues creo que la última pregunta entra al dedillo. ¿Para cuándo una nana del Guadalquivir?

R. Espero que pronto. Pero no creo que sea nana. Las nanas las hago para que descansen las personas que mueren.

P. Entonces no queremos que haya que hacer nanas.

R. No. No quiero más nanas como las del Mediterráneo. No quiero que pasen cosas como las que han inspirado esa canción. Si no hubiera crisis migratoria la Nana del Mediterráneo no existiría. Y al Guadalquivir y a mi tierra quiero escribirle algo más bonito.

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