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Jesús Lázaro: “En Córdoba siempre habrá alguien que siga intentando hacer algo grande en baloncesto”

Entrevista N&B a Jesús Lázaro, exjugador y entrenador profesional de baloncesto

Cristian López

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Jesús Lázaro Corral (Córdoba, 1971) es, como les ocurre a los mejores de la historia del baloncesto cordobés, un jugador hecho mito lejos de casa. La carencia de tradición local en la élite de dicha disciplina ha hecho siempre que, aquellos que más talento atesoraban, se viesen obligados a hacer las maletas, ya no solo para triunfar, sino también, incluso, para ganarse la vida dignamente entre canastas. Su ejemplo es uno más de esos diamantes en bruto forjados en el patio verde del colegio Salesianos, y que decidió alejarse de su tierra para desarrollar plenamente la pasión que recorría sus venas. Muy querido en ciudades como Manresa, un ídolo absoluto en Málaga y, seguramente para muchos, un desconocido ('baloncestísticamente' hablando) en su propia ciudad. Pero la historia está ahí, y su trayectoria le sitúa como uno de los grandes en la ACB. Más de 400 partidos a sus espaldas y cuatro títulos (dos ligas y dos Copas del Rey) en dos clubes distintos. Hay pocos jugadores que puedan disfrutar de un palmarés así, y menos aún sin haber vestido la camiseta del Real Madrid o del Barcelona.

Un jugador de equipo que encontró el éxito en las dos ciudades que más marcaron su trayectoria profesional. Talento innato al servicio de las necesidades que en cada momentos requiriera el club al que pertenecía. Un privilegiado que siempre quiso ir a más, según se define él mismo. Y es que su nombre forma parte nada menos que de aquel Manresa liderado por Chichi Creus que, pese a tener el presupuesto más bajo de la categoría, sorprendió a todos con los títulos de liga y Copa a mediados de los 90. Una heroicidad de juventud que, aunque con idéntico resultado, contrasta con la veteranía que aportó a la inolvidable plantilla del Unicaja, que se erigió como referente (y “rival a batir”) entre 2004 y 2005.

Sus caminos siempre desembocaron de vuelta a la Costa del Sol. Y precisamente ahí es donde recibe a CORDÓPOLIS. Con una sonrisa en el rostro y mucha nostalgia repasa su infancia en Salesianos, sus etapas doradas como jugador, con distintos contrastes de claroscuros, así como su nueva vida en los banquillos. Los Guindos, una vez más, sigue siendo su casa y desde allí lidera actualmente al primer equipo femenino del cuadro malagueño, con el tiene el ambicioso propósito de alcanzar la máxima categoría nacional más pronto que tarde, ya que, tal y como recalca él mismo, “este club no entiendo de medias tintas”. Leyenda sobre la pista que ahora quiere construir también con la pizarra.

Mi cabeza es lo que me permitió jugar en la élite hasta los 36 años

PREGUNTA. Cordobés de nacimiento, pero ídolo deportivo en Málaga, ciudad en la que se puede decir que, ya desde desde hace tiempo, se ha convertido en tu verdadera casa.

RESPUESTA. Sí, sí, está claro. Yo me voy de Córdoba con 16 años. Con 15 me acuerdo que vienen José María Martín Urbano y Alfonso Queipo de Llano, que en paz descanse. Ellos lo cuentan siempre cómo me ficharon. Vinieron a hacer un tour por los colegios de Córdoba, que no sé si lo montó la Federación o no sé exactamente, y me metieron a mí en el taxi con ellos de cicerone. Para llevarles: este es el colegio Maristas, este es El Carmen, este el colegio no se qué. Y cuando llegamos al colegio Salesianos. Bueno, este es el colegio tal, yo me cambié (risas), y Alfonso y José María decían: ostras, macho, si el bueno es el que ha estado toda la mañana con nosotros (risas). Y ahí fue ya cuando ellos me hicieron la captación.

Me acuerdo de venir aquí (Los Guindos) a entrenar un día, con jugadores senior, chulísimo. Porque claro, yo no había estado a ese nivel...Bueno, mentira, hice la prueba con el Madrid y ese año pues no les cuadraba tampoco, me dijeron que no, y vine aquí y aquí me quedé.

P. Tu caso es otro ejemplo de la necesidad de desarrollar toda tu carrera fuera al no haber un equipo de élite en tu provincia. Es algo que ha sufrido históricamente el baloncesto cordobés, y que no ha ocurrido en otros deportes, casos del fútbol, el balonmano o más recientemente el fútbol sala.

R. Es verdad que hay mucho club en Córdoba y al haber tanta diversidad, y hay talento, si te pones a pensar, hay muchos jugadores cordobeses que han venido aquí a Málaga a jugar y que han hecho cierta carrera, pero no arranca o no fragua en Córdoba por diferentes motivos. Yo, antes de irme a Kuwait, intenté ahí echar una manilla y tampoco fui capaz de hacer nada. Si no hay unión es muy complicado y cada club ahora mismo está muy estructurado individualmente y las uniones son complicadas. Bueno, el femenino parece ser que está funcionando y se puede construir algo, pero digamos que, históricamente, el baloncesto masculino en Córdoba ha sido complicado.

P. Me recuerda también a los casos de Alfonso o Felipe Reyes, que también se han convertido en ídolos lejos de Córdoba. Por palmarés, sois los tres mejores cordobeses de la historia. Podemos incluir también a Nacho Romero, y queda el regusto ese triste para la afición, y quizá también para vosotros, que en la ciudad tan solo jugaron Felipe con la selección y Nacho, aunque en su caso ya en EBA.

R. Alfonso y Felipe se fueron pronto de Córdoba. Que yo recuerde, en el colegio no han llegado a jugar. Yo, por lo menos, estuve hasta los 16 en Salesianos. Y luego ya, efectivamente, es que es difícil. Al no haber un club referente...Pero no creo que sea cuestión de un club. Es más cuestión de un proyecto y de personas que quieran construir. Echamos mucho en cara a las instituciones. Las instituciones públicas son instituciones públicas, tienen otras cosas más importantes que pensar que en los recursos que aportar. Realmente, hacen lo que pueden, pero al no tener un tejido industrial muy grande, no hay muchas empresas que apuesten por el deporte y para un proyecto un poco común y de creación para que, realmente, todo el talento que hay en Córdoba, pueda quedarse.

P. Hablábamos antes repasando tu trayectoria. Más de 400 partidos en ACB, cuatro títulos en dos equipos distintos. Una trayectoria muy importante, ¿te sientes reconocido cuando vuelves a Córdoba?

R. Bueno, yo creo que cuando voy a Córdoba, la gente no me conoce 'baloncestísticamente' precisamente por lo que hemos hablado. Al no haber tenido vivencias profesionales allí, pues la gente, claro, la gente del baloncesto me conoce, pero con los que yo me he criado en el colegio, mis amigos, mi familia, mis vecinos, y poco más. Yo creo que es lo normal, que la gente no me reconozca cosas allí en Córdoba.

Cada club de Córdoba está muy estructurado individualmente y las uniones son complicadas

P. Bueno, al final es tu ciudad de nacimiento y donde diste tus primeros pasos. ¿Cómo llegó el baloncesto a la vida de Jesús Lázaro?

R. No sé, es que el colegio Salesianos, el patio verde, eso era...había una especie de magia alrededor de ese campo, y de las canastas de mini del fondo, y el campo en medio (sonríe y se para a recordar). Era una locura.

Ahí se formó, entre Paco Marín, Kiko Pastor y Alfonso El gordo, y aparte de mucha gente que había alrededor, ellos crearon allí algo muy mágico. Nosotros estábamos allí todo el día. Yo vivía en la Avenida de Barcelona e iba andando al colegio todos los días. El colegio estaba abierto siempre. Yo ahora me sorprendo, alguna vez que he pasado por allí, y está cerrado el colegio. Ahora los colegios están cerrados, los institutos están cerrados. Y los chavales, aparte de tener el colegio siempre abierto, jugábamos a la pelota en la calle. Ahora esas no existe (risas). Es que no existe.

Entonces, es difícil que esa magia, en la que yo me crié, se pueda repetir. Yo recuerdo que cuando era minibasket, que tienes 6, 7 u 8 años, antes no venían los padres a los partidos ni nada, simplemente venían tus compañeros del colegio o entrenadores o de otros equipos, pues hacer un coast to coast, de técnica individual, pues tal, termino, un pase por la espalda, una canasta. Y yo recuerdo decir: ¡Buah! Esa imagen, esa jugada, la sigo recordando. Era magia lo que envolvía a ese colegio y a ese campo. Era brutal. Y eso es a mí lo que me enganchó. Yo tenía las llaves del pabellón. Yo me iba a las 6 de la mañana al instituto, el último año, antes de venirme, con 15 años, antes de venirme aquí a Málaga, antes de ir al colegio me iba al pabellón a tirar. Yo estaba zumbado (risas). Y sigo un poco zumbado.

P. Y en esos años, entre finales de los 70 y principios de los 80, se gestó algo muy importante en Salesianos. Ahora está un poco desaparecido del mapa del baloncesto cordobés, pera surgisteis figuras que hicisteis del baloncesto vuestra profesión. Como tu caso, Rafa Gomáriz, Rafa Sanz o Antonio Conde.

R. Sí, es que realmente, ya te digo, el patio ese nos enganchaba a todos. Me acuerdo jugando, sobre todo, el 24 de mayo, que es la fiesta de María Auxiliadora, los torneos que montábamos allí, con la barra, bueno, lo normal, las fiestas de colegio. Montábamos unos torneos deportivos chulísimos, que si La Salle, Maristas. Teníamos unos piques con Maristas brutales. Eso era...

Pablo Orozco es un año mayor que yo. Creo que es del 70. Y buah, eso era...cada vez que jugábamos. Yo jugaba con los mayores, nos pegaba unas palizas. Luego llegaba, a ver si pillábamos a los de nuestra edad. Bueno, chulísimo. Luego eso lo he revivido aquí, cuando llegué, que éramos Caja de Ronda, contra Maristas de Málaga. Y me acuerdo de jugar aquí contra Maristas de Málaga, y esto era, es que, cuando se fumaba en los pabellones, aquí se formaba una nube (risas). Que luego, cuando eres profesional, lo más parecido... pues cuando íbamos a Estambul a jugar, y claro, el pabellón de 10.000 personas, que tú entras por el túnel y ves la canasta, pero no ves la canasta del fondo.

P. Una nube en medio.

R. Es increíble. Estás subiendo el balón y ves el final del campo difuminado. Brutal, brutal (risas).

P. Y como decías, con 16 años te llega la oportunidad de venir a Málaga, la cual iba a cambiar tu vida.

R. Sí, realmente yo allí no pintaba mucho. Era un zumbado de esto, del baloncesto, yo lo que quería todo el día era entrenar. No tenía fin. Yo soy de una familia de seis hermanos, todos del colegio Salesianos, entonces, estábamos todos picados, siempre jugando. Entonces, poder salir de Córdoba y venir aquí a Málaga, a una infraestructura, digamos, profesional, y ver un camino ligado al baloncesto en el que te puedes desarrollar, por lo menos, porque nunca se sabe, al final, hasta que no terminas tu etapa júnior, no sabes realmente si puedes engancharte al mundo profesional o no. Para mí fue fundamental salir de Córdoba.

La gente en Córdoba no me conoce 'baloncestísticamente'

P. ¿Cómo afrontaste ese cambio? Me explico, hoy en día hay muchísimo trasvase de jugadores que cambian de provincia. Está mucho más normalizado eso, entiendo, que antes. Cuando tomas esa decisión, ¿tenías ya en mente llegar a profesional?

R. Yo siempre he pensado que iba a ser profesional, sinceramente. Siempre lo he pensado. No se me pasaba por la cabeza no serlo. ¿Por qué razón? Bueno, a mí se me daba bien, yo tenía un mínimo de talento para jugar, para meter canastas, me lo pasaba bien. Físicamente nunca he sido muy buen jugador, tenía una buena talla para jugar en el puesto que jugaba, pero sí que mi cabeza me daba la información necesaria en cada momento para saber qué tenía que mejorar. El problema que yo he tenido siempre es el físico. No era muy buen jugador físicamente, pero he sabido aprender a conocer mi cuerpo durante todas las etapas de mi vida, por eso he jugado hasta los 36 en la máxima categoría. Entonces, esa ha sido un poco la diferencia, que mi cabeza ha funcionado bastante bien, sabiendo en cada momento qué hacer para mantenerme en la élite.

P. Desde que llegas entras prácticamente en dinámica del primer equipo. Y debutas en la ACB siendo júnior, si no tengo mal entendido, en un Caja de Ronda-Joventut.

R. Exacto, con Mario Pesquera.

P. Sí, además, un entrenador que tampoco se caracterizaba porque rotara mucho (risas).

R. (Risas) Realmente, yo debuté porque echaron a Fede Ramiro. Yo era el tercer base del equipo y me acuerdo que Carlos Sánchez Pastor, que era el segundo base, salió a jugar, y es que no jugaba nunca, y el pobre salió nerviosísimo, nos forzaron la prórroga, y al final tuve que salir yo el último minuto porque Carlos salió súper nervioso el pobre. Y ese fue mi debut, pero bueno, de una forma u otra hay que debutar (risas).

P. En el 94 te marchas a Manresa, otro punto de inflexión en tu carrera. Si dejas a un lado lo que iba a venir en esta etapa, con qué expectativas asumes ese fichaje. Al final, uno de los presupuestos más modestos de la liga. Dejas atrás Málaga, que no sé si ya entonces se había producido la unión con Maristas.

R. Justo el año anterior. Yo el primer año senior juego en Melilla y yo creo que ahí ya somos Unicaja Melilla, el primer año de la fusión. El segundo año juego en Primera División en Caja Cantabria y el tercero ya me repesca Unicaja, éramos Unicaja Polti ese año, y ya después me voy a Manresa.

Entonces, la época de Manresa (se para a recordar). Primero, a mí me iba a fichar Pedro Martínez, que era, de los entrenadores jóvenes el más...no me acuerdo si estaba fichado o ya me iba a fichar, entonces Pedro ficha en el Joventut y se queda Salva (Maldonado), que yo creo que fue su primera experiencia como profesional. Salva Maldonado, fantástico, y digamos que fue todo muy rodado, creamos una química en el equipo brutal y empezamos a ganar partidos desde el primer día. Los tres años con Salva hicimos play off, Copa del Rey, hicimos Copa Korac, entonces muy bien, hicimos resultados buenísimo.

¿Expectativas? Yo tenía expectativas de ambición a nivel profesional, de crearme un nombre. Tú date cuenta que antes había como mucho tres extranjeros por equipo, y muchos jugaban en el puesto de base. Hemos estado muchos años con 20 equipos en la liga, que son 40 plazas de base. Si quitas los extranjeros que fichaban como bases, pues, si había 18 o 16 plazas de base, yo enganchaba una. Yo siempre me he considerado un afortunado, pero siempre he intentado ir a más. Y la verdad es que me ha ido bien.

Con 15 años yo me iba al pabellón a tirar antes de ir al colegio

P. Los dos títulos son, indudablemente, hitos en la historia del club, y de la propia liga. Ahora, con el paso del tiempo, para ti, ¿cuál fue más mágico?

R. Hombre, digamos que la Copa del Rey es una competición que, si tú llegas en buena dinámica y lo afrontas bien mentalmente, con un mínimo de armas, tu date cuenta que antiguamente teníamos 30 segundos de posesión y dos tiempos de 20 minutos, las normas eran un poco diferentes, pero en la competición de Copa era factible que se diera la sorpresa.

Pero la de liga ya no. Ganar cinco partidos al Tau Vitoria, que venía de 3-0, 3-0, paseándose.

P. Factor cancha en contra, además.

R. El factor cancha en contra. Bueno, paseándose no, sino demostrando una superioridad bárbara, no solo con los rivales que ellos tuvieran, sino también con la liga. Entonces, eso ya fue un toque de atención, a que, ojo, que hay cosas en el deporte que se pueden hacer. Lo hicimos y funcionó bien. Yo me quedo más con la liga que con la Copa.

P. Como dices, superando en la final al Tau de Scariolo, Bennet, Spil, Garbajosa... Ese equipo era entonces lo que sería Unicaja en 2005.

R. El rival a batir, efectivamente. Eso es un poco la diferencia. Una cosa es ganar la liga dando la sorpresa, digamos, viniendo de atrás y que, sinceramente, nosotros estábamos jugando la final y la gente seguía sin respetarnos. Que sí, era muy bonito todo lo que habíamos creado, pero todo el mundo pensaba que íbamos a perder. Todo el mundo menos nosotros, claro. Y luego cuando la ganamos aquí con el Unicaja realmente nosotros éramos el rival a batir. Y otras, ser el equipo a batir y ganar...

P. No es fácil.

R. Es brutal. Es brutal. Tienes que tener un nivel muy alto durante todo el año.

Para mí fue fundamental salir de Córdoba para engancharme al mundo profesional

P. Y la presión ahí la teníais vosotros, en Manresa no era así.

R. Sí, sí, sí, mucha presión.

P. Tras cerrar ese ciclo de cuatro años en Manresa, vuelves al Unicaja, y luego pasas por Lugo, de nuevo Manresa, Alicante...pero no acabas de asentarse en un proyecto, después de cuatro año seguidos en un mismo proyecto, ¿cómo lo afrontas?

R. Bueno, yo realmente estuve cuatro años en Manresa, pero renovaba año a año. Encadené esos cuatro seguidos, pero te diría que ninguno de los cuatro años viví en la misma casa. Cuando vengo aquí a Málaga pues sí que firmo dos años, y en Breogán firmó dos años, pero ya nunca más he vuelto a firmar dos en ningún momento. Entonces, siempre he tenido la sensación de que he estado un año en un sitio (risas).

P. Incluso tienes una etapa en Portugal.

R. Sí, porque en Alicante me lesioné un tobillo, ahí me cortaron, y para terminar de jugar la temporada, de enero a junio me fui al Ovarense.

P. Después de esta etapas regresas a España, con el Aguas de Calpe, en LEB, una etapa un poco oscura.

R. Sí, sí (risas). Allí jugué un mes y me cortaron, y viví un episodio sin mucho sentido, pero bueno, no deja de ser una experiencia más en tu vida. Pero fíjate qué bien me vino, porque luego me enganché otra vez aquí.

P. ¿Te veías lejos de volver a la élite entonces?

R. Sí, no deja de ser una situación totalmente fuera de la élite.

P. Digo para reengancharte, ¿lo veías complicado?

R. Sí, sí, claro, claro. Lo veía complicado. Lo que pasa que, al final, los retos están para afrontarlos, y era un reto guapo para mí volver a la élite. Y fíjate, vine aquí, me recuperé bien física y mentalmente, porque salí de allí bastante tocado y ese año ganamos la Copa del Rey.

Siempre pensé que iba a ser jugador profesional

P. Curiosamente, empiezas a entrenar con el EBA del Unicaja. Y fue una lesión de Pepe Sánchez la que te abrió la puerta del primer equipo de nuevo, curiosamente el argentino te sustituyó a ti unos años antes en Alicante, entonces por una lesión tuya.

R. Efectivamente, y además que bien, teníamos un equipazo. Yo me acuerdo que cuando me incorporo al equipo, el estado de ánimo era bajo.

P. ¿El tuyo?

R. No, no, el del grupo. Me acuerdo que para la clasificación para la Copa del Rey, no sé si tuvimos que hacer ocho seguidas o seis seguidas, estábamos prácticamente fuera. De hecho, nosotros terminamos y se produjo un resultado, Sevilla perdió en no sé donde, el Caja San Fernando, y nos metió en la Copa. Nosotros habíamos hecho seis o siete seguidas, no recuerdo cuantas, pero no dependíamos de nosotros. Dependíamos de otro resultado. Yo me acuerdo estar en casa: ¡ostras, qué han perdido! A la Copa. Fue brutal.

P. Muy distinto ese Unicaja al de tus etapas anteriores. Al final, era la época de mayor esplendor del club.

R. Sí, sí. Estábamos muy bien organizados. Sergio (Scariolo) tenía muy bien organizado su staff y el grupo de jugadores entendimos muy bien lo que proponían. Me acuerdo perfectamente de estar trabajando la defensa 1-3-1, entrenándola y entrenándola, y yo pensando: ¿cuándo la vamos a sacar? Y creo que fue en semifinales de Copa, que tuvimos una racha mala y sacamos la 1-3-1 y nos dio la final. Y llevábamos entrenándola, sin utilizarla, como dos meses fácil. Siempre encontraba Sergio un día de la semana y venga 1-3-1. Y la teníamos escondida, escondida y fue ahí: ¡y pum! A la final.

P. Lo mismo que con Manresa. Liga y Copa, los dos años más importantes del club. ¿Con cuál te quedas?

R. Hombre, los dos fueron brutales. El de la Copa del Rey veníamos de un estado de ánimo muy bajo, a pesar de tener una plantilla excelsa, y terminamos con la Copa del Rey y quizá nos vinimos demasiado arriba en la liga y no fuimos capaces. Tuvimos también lesiones, y no terminamos de funcionar en la liga. Pero al año siguiente, en la liga éramos el rival a batir. De hecho, en la primera fase de la Euroliga fuimos el mejor equipo.

P. ¿Fue ese año el de la Final Four?

R. No, ese fue el siguiente. Pero fuimos el mejor equipo de la primera fase. Ganamos en casa al Panathinaikos, al CSKA. Hicimos una primera fase brutal, y empezamos mal la segunda fase, perdiendo en casa con el Olympiacos de Schortsanitis y quedamos eliminados. Pero creo que eso nos ayudó a focalizarnos bien en que éramos capaces de ganar la liga, y fuimos un poco una pesadilla para todos los equipos. Era muy complicado ganarnos. Además, si la gente no marcaba bien los partidos, llegar a un final apurado contra nosotros, todo el mundo sabía que iban a perder.

P. A Scariolo le quitaste esa liga del Tau, pero le ayudaste a ganar esta con Unicaja.

R. Sí, sí, la verdad que sí. Al final, formas parte de un club ganador y de un staff ganador y funciona todo muy bien con Sergio.

P. Imagino que recientemente te vendrían buenos recuerdos con el homenaje que se le hizo a Carlos Cabezas en el Carpena. Volvisteis a unir parte de ese equipo.

R. Estuvo muy bien el homenaje a Carlos. Ya se retiró la de Berni, y yo creo que esas dos camisetas tenían que estar ahí presidiendo el Carpena. Ha sido muy importante. Es verdad que Carlos, cuando dejó el club, prolongó su carrera, pero es un tío de Málaga, se ha criado aquí y ha hecho historia con el club. Entonces, el club simplemente ha obrado como debía, reconociendo su valía.

P. Poco después decides colgar las botas como jugador y emprender una nueva aventura en los banquillos. ¿Tuviste claro desde antes de retirarte que querías seguir como entrenador?

R. Sí, sí, yo lo tenía claro. De hecho, el penúltimo año ya tenía el curso de entrenador hecho. A mí me encantaba entrenar, todo lo que había mamado. Los dos años con Sergio Scariolo ya me marcaron del todo y dije: yo quiero hacer esto. Es otro nivel de preparación y de equipo de cara a cada evento deportivo cada fin de semana.

Con Manresa estábamos jugando la final y la gente seguía sin respetarnos

P. Empiezas aquí en Málaga, en el Clínicas Rincón en LEB Oro.

R. Sí, bueno, estábamos en Plata el primer año. El segundo año llevo aquí el júnior y el EBA, que hacemos terceros de Europa y Campeonato de España júnior. No perdimos ni un partido en todo el año con el júnior.

P. Te abre las puertas también para volver a la élite.

R. Sí, me voy a Obradoiro de ayudante, con Curro Segura, luego voy dos años a Murcia con Luis Guil y Óscar Quintana. Luego es cuando me quito un poco de la rueda, me voy a Córdoba un par de años, luego ya me voy a Kuwait también dos años, y a la vuelta de Kuwait, ya me vuelvo a enganchar.

P. Vamos a detenernos un poco en esa etapa en Córdoba, en 2012, con la fundación del Bball. Mirándolo en perspectiva, ¿qué crees que le faltó y qué le sobró?

R. Es que, al final, las ideas que teníamos todos eran buenas. Pero el problema de los apoyos y un poco las guerras internas dentro de la ciudad. Bueno, no guerras internas, es que no sé cómo llamarlo. Es complicado. En Córdoba hay mucho talento en todos los clubes y se podría tirar de ese talento para sumar, pero es que al final, cada uno...es que los clubes ya no son como antes. Ya son totalmente independientes. Son sociedades deportivas. Son empresas.

Entonces, tú tienes tu empresa, en la que todo el mundo paga su cuota, y es muy difícil reunificar todo eso, es muy complicado. Digamos que esa fue la última oportunidad que yo he visto en Córdoba de que se pudiese hacer algo importante. Aunque la gente lo sigue intentando. Ahora el femenino, se han unido Adeba y Maristas y parece que eso puede seguir funcionando. Ojalá, ojalá. Lo bueno en Córdoba es que siempre va a haber alguien que luchará y lo seguirá intentando.

P. Hablando precisamente del Bball, me comentaba Rafa Gomáriz que “fue un proyecto con muy buenas ideas, pero que no tenía una base sólida para sustentarlas”.

R. Está claro, no había base.

P. En el imaginario se queda quizá un poco lo que pasó ajeno al equipo. El Torneo Mezquita, con Luka Doncic, los partidos con equipos ACB...

R. El Torneo Mezquita lo hicimos tres años seguidos y tuvimos a los mejores clubes cadetes de España, con una selección cordobesa que competía allí. Y luego aparte venía el Madrid, el Barça, el Partizán, el Betis. Hicimos cosas chulas, pero no cuajó. Qué le vamos a hacer.

P. Y de ahí a una breve etapa en Kuwait. Un cambio totalmente diferente.

R. Sí, sí.

Con Unicaja en 2006 éramos el rival a batir

P. Con Curro Segura, si no me equivoco.

R. Sí, me fui con Curro y con Quique Gutiérrez. Al final, otra experiencia, otra civilización. El baloncesto allí es un desastre. Intentas ir allí para construir algo, pero bueno, la cultura es tan diferente que, al final, después de dos años dices...

Bueno, estuvo bien. Ganamos el Campeonato del Golfo, que llevaban sin ganarlo 13 años. Fuimos al Campeonato de Asia. Una experiencia chulísima. En los training camp íbamos quince días a Estambul, viajábamos mucho. Muy chulo. Oriente Medio es una zona del mundo muy guapa para viajar y conocer otra civilización.

P. Otra vez regresas a Córdoba para hacerte cargo del EBA del Cordobasket.

R. Efectivamente.

P. En esa etapa, el proyecto recogía un poco lo de Bball y se veía que iba a menos, aunque para ti, a nivel profesional, sí que fueron años buenos. Participas en una liga de verano de la NBA con los Spurs, y te asientas con las categorías de formación de la selección española.

R. Sí, con Federación trabajamos muy bien. Entrenador ayudante y seleccionador U17. Luego estábamos allí con el Cordobasket, que la verdad es que estaba guay. A mí me gustó. Éramos todos gente de Córdoba, pero al final, el camino era el que tenía que ser. Se intentó, sí. Y lo hicimos lo mejor posible, pero no se creó desde abajo el club para luego ser capaces de tener un primer equipo referente para que todos los chavales vean que pueden jugar en ese equipo. Entonces, es difícil. Es muy complicado.

La cantera de los clubes en Córdoba sí es sostenible, porque, al final, los padres son socios y contribuyen. Entonces es sostenible por ellos mismos, pero ya un equipo en categoría nacional, como la liga EBA, en la que necesitas recursos externos, ya no se llega. Es una lástima, pero no deja de ser la realidad de la ciudad, que tampoco hay que volverse loco. Es nuestra realidad, qué le vamos a hacer.

P. Y se dice que todos los caminos llevan a Roma, en tu caso, todos llevan a Málaga.

R. Sí (risas).

En Córdoba hay mucho talento del que se podría tirar para sumar

P. En esta nueva etapa llevando el primer equipo femenino de la ciudad.

R. Yo me acuerdo, el que vino antes fue Ramón García (se refiere a una pequeña pausa que se hizo durante la entrevista), director de cantera del club, y cuando él me llama, me dice: oye, quiero que te vengas aquí a Málaga, que vas a llevar el júnior masculino, pero tienes que echar una mano con las chicas. Y digo: pero si estoy aquí con la selección U17 y me dices que tengo que echar una mano con las chicas, tú estás loco (risas). Eso fue lo primero que dije. Y tres años después, pues estoy aquí (risas).

Es verdad que el club quiere construir un proyecto femenino importante, igual que tenemos en el masculino, con 45 años de historia, pues lo quieren hacer en el femenino. Necesitan gente de confianza y me meten aquí un poco para ayudar, para aportar. El primer año un poquito, el segundo más, y este tercero ya a tope y tenemos mucha responsabilidad.

P. El objetivo es el ascenso.

R. El objetivo es el ascenso cuanto antes, porque el club nuestro no sabe de medias tintas. Está claro. Pero, al final, tenemos un equipo muy joven, y no queremos ascender de cualquier manera. Ascender con la gente joven en el campo. Afortunadamente, el año pasado fuimos campeonas de España infantiles, subcampeonas de España cadetes, el equipo júnior fue sexto de España. Entonces, de esa hornada de jugadoras ahora mismo estamos compitiendo en Liga 2. Ahora tenemos cinco júnior y dos cadetes que juegan todos los días, más cinco senior. Y ahora mismo estamos en buena disposición para llegar a la fase (de ascenso). Si llegamos, pues tendremos la ambición de intentar ascender. El club nuestro es así.  

Siempre me he considerado un afortunado

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