Antonio Martín: “El Carnaval es historia viva de lo que pasa”
Espera sentado en la mesa más discreta del salón. Le rodean familiares y amigos, que conversan con él en un momento de esparcimiento. Tiene un respiro dentro de un día intenso. Está fuera de su zona de confort, pero disfruta. Cuando llega el periodista con el que está citado, le hacen una señal. Se levanta y camina hasta el grupo que cierran el fotógrafo y uno de los impulsores de su visita. Rostro serio y a la vez gesto amable, saluda y camina hacia la calle. Es como si hubiera adivinado la intención de quien va a robarle un buen tiempo. Al fin y al cabo, Antonio Martín siempre ha logrado durante su vida ir un paso por delante. El veterano autor de Carnaval, una leyenda viva en Cádiz, abandona por poco más de 24 horas su tierra y respira el aire de Córdoba.
Como si de la Caleta se tratara, posa en el Patio de los Naranjos. Demuestra que tiene tablas, no cabe duda. Recibe mientras un puñado de llamadas. “No, yo esta noche voy a la final de Córdoba”, le explica a uno de sus interlocutores. Es viernes, 9 de febrero, y causa baja en la gran función del Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas. El motivo no es otro que responder como corresponde a la invitación que desde esta ciudad le hacen para recoger un galardón. Otro más. Es el Micrófono de oro, que va a recoger horas después de la entrevista en el Teatro Góngora. Allí espera una sorpresa mayúscula: le van a permitir reencontrarse con los miembros del mítico grupo ‘Los de Sierra Morena’, de Rafael Castro Pérez (autor de Soy cordobés). Va a ser un regreso a 1968, cuando precisamente él debutara como creador de comparsas.
Tras salir de la Mezquita Catedral, protagonista y periodista retroceden en sus pasos y vuelven al Mesón Bandolero. En un amplio salón, cedido gentilmente, los dos inician una conversación emocionante. Lo hacen apartados de miradas curiosas. Y Antonio Martín García (Cádiz, 1949), aún con el sombrero, abre el corazón y afila la lengua. Es como siempre: habla tal y como piensa y siente. Sucede desde que medio siglo atrás irrumpiera con fuerza en el Carnaval de la Tacita de plata, entonces llamado Fiestas Típicas Gaditanas para torear al franquismo, con ‘Los mayordomos’. Después acumula sólo 50 años como autor y más de 40 premios (entre comparsas, coros y chirigotas). Hasta febrero de 2017, cuando decidiera poner punto final a su trayectoria en el Falla con ‘Ley de vida’.
Ahora sólo piensa en dedicar sus días a Amparo, su mujer; a sus hijos Antonio (cuya madrina fuera Rocío Jurado), Noé y Amparo; y, más aún, a su única nieta, Martina. Le acompañan en Córdoba casi todos ellos, que sin saberlo le conducen al llanto. Aunque lo contiene. Tiene los sentimientos a flor de piel y cuando habla de su familia brotan de manera impetuosa. Durante casi una hora repasa su camino en el Carnaval y revisa el presente. También analiza el pasado, valora a sus maestros (en la fiesta) y ofrece su versión acerca de lo ocurrido en 1973 con Paco Alba, creador de la comparsa de cuyo nacimiento este año se conmemoran cien. Una noche oscura, en la que la agrupación de su predecesor no pudiera actuar tras él con un normal desarrollo de función debido a la algarabía del público. Un hecho que generara una leyenda negra en torno a él, de que su grupo promoviera la protesta. “Es mentira”, asevera con firmeza.
Los años no le restan seguridad, todo lo contrario. Antonio Martín tiene las ideas claras y las defiende con contundencia, sin ambages. No le importa lo que otros puedan decir u opinar. Es así como conversa e incluso canta, y el tiempo avanza despiadadamente. Mucho es lo que cuenta el veterano autor gaditano. Sin embargo es mucho más lo que queda en el tintero: su postura ante el socialismo (que le desencantara en su día), ante el andalucismo, sobre el independentismo catalán o acerca de un duro momento de su vida. Ése no es otro que el virus encefálico que sufriera, y que mantuviera a Cádiz en vilo por unos días, en 2011 y que ahora sólo es un capítulo más en su largo relato. No queda más remedio, el diálogo termina. Otros compañeros esperan su turno.
PREGUNTA. Camino de las siete décadas es aún el Niño de San Vicente. ¿Le genera esto añoranza o melancolía, por el paso de los años, o más bien orgullo y vitalidad?
RESPUESTA. Hay mucha melancolía, por supuesto. Desde que dije adiós en el Falla me están haciendo una serie de reconocimientos, quizá no tan merecidamente, y la verdad es que a cada momento me dan ganas de llorar. Soy muy sensible con todo este aspecto. Pero también estoy con un orgullo de rejuvenecimiento, como tú dices. Desde que dije que no iba a estar más la gente me pregunta y tengo un refrán siempre en mente: no se puede escupir para arriba. Es muy difícil que yo vaya a volver otra vez. Estoy muy orgulloso de lo que he hecho y con toda la añoranza y con todos los recuerdos del mundo, que muchas veces me hacen llorar… pero me quedo con el orgullo de haberlo hecho, y hasta aquí hemos llegado. Hay muy buenas agrupaciones y muy buenos autores. Estamos en buenas manos, aunque están haciendo otras cosas. Yo me quedo con el recuerdo y con el orgullo de haber hecho lo que hemos hecho.
En el Carnaval, y en la vida misma, siempre tenemos que pensar en ser o seguir siendo el niño que fuimos
P. Su sobrenombre hace referencia a la niñez y uno piensa en la inocencia, que se va poco a poco con los años. Usted ha dedicado cincuenta al Carnaval, que es un mundo complicado. ¿Es costoso asimilar este hecho?
R. Yo siempre lo tengo presente, porque quizá he aprendido más del niño ése de San Vicente que del viejo que soy ahora del Carnaval. Lo que tengo ahora es lo que he cosechado durante tantos años, pero recuerdo lo que le costó a aquel niño arrancar, cómo fuimos empezando y, efectivamente, cómo me desvelaba a mí mismo año tras año en el Falla, sin saber qué pasaba, cómo la gente me aclamaba y yo me miraba. Pero, ¿soy yo, es a mí? Ahora lo tengo más claro, pero aquello fue inmensamente bonito. Lo recuerdo. Tengo memoria para pensar y para enmarcarme en aquellos momentos y la verdad es que fue muy importante. Sigue siendo muy importante. Yo creo que eso nunca se debe perder. En el Carnaval, y en la vida misma, siempre tenemos que pensar en ser o seguir siendo el niño que fuimos.
P. Por cierto, ¿es posible en el Carnaval mantener la ilusión con el transcurso del tiempo?
R. Como sabes, uno no es todo. Hay un grupo que te apoya y te defiende. Tú los ves ilusionados y todos los años se renuevan y, por ejemplo, van entrando... Los biznietos no, pero los nietos de los primeros componentes sí que han llegado a salir en mis agrupaciones. Eso sí que es un orgullo. Hay nietos de componentes de los primeros años, sesenta y setenta, que han terminado cantando coplas mías. Que el Caracol, ese monstruo, la voz del Carnaval como es Antonio Cantos, me pidiese que por favor saliese su hijo… Yo, encantado. Yo no sabía ni cómo cantaba el niño. Me da igual, esto es historia y es bonito. De eso se trata, de hacer una historia diferente. Y ha cantado este año (por 2017). La verdad es que se me va la memoria con estas cosas y pierdo el sentido de las cosas. Creo que he hecho un recorrido, lo digo sin pedantería, único. Me han ayudado, como te he dicho al principio, y me siguen ayudando todos los que han cantado mis coplas. Si no hubiese sido por ellos no estaríamos nosotros hablando aquí. Hay autores que a lo mejor piensan que son ellos y que sin ellos no sería el Carnaval. No, sin el Carnaval yo no hubiese sido Antonio Martín.
Me ha costado mucho trabajo decirle adiós a Cádiz, pero no puedo más
P. Me pregunto, por otro lado, en relación a lo anterior, ¿cómo se consigue acumular medio siglo en la fiesta?
R. Eso decía. Me empujan, o me han empujado. Un amigo me hizo una referencia y ha calculado, entre coros, comparsas y chirigotas, que mis coplas las han cantado más de mil gaditanos, que es decir. Ése es el respaldo que yo he tenido. Ha habido gente últimamente que me ha dicho: “Antonio, yo he salido contigo”. Y he tenido que hacer memoria. Eso es muy grande, muy fuerte. Y vuelvo a insistir, siempre digo que Antonio Martín no hubiese sido nada sin que esas mil y pico personas que han cantado mis coplas hubiesen estado durante estos cincuenta años a mi vera. Todo no es Antonio Martín. Son las agrupaciones de Antonio Martín, pero Antonio Martín le debe a sus agrupaciones todo lo que es.
P. Y si mira atrás, después de cincuenta años, ¿qué es lo primero que se le viene a la cabeza?
R. No se me puede olvidar. Ayer mismo en el Ayuntamiento de Cádiz creo que hice una referencia, y si sigo hablando y no lo menciono creo que me voy a culpar en unos días. Se me viene a la mente la de horas que le he robado a mi familia, la de cuentos a mi nieta… (Visiblemente emocionado, se detiene para contener el llanto). Y a mis hijos… La de besos que le he robado a mi mujer. (Continúa con la voz entrecortada aún). Este año me ha costado mucho trabajo decirle adiós a Cádiz, pero no puedo más. No podía estar más tiempo de esta manera. Cádiz es importante, pero mi familia también y creo que se lo merece. No sé si llegará el momento en que otra vez me pique el veneno… pero no, voy a poder más que el veneno. Creo que lo he dicho todo a Cádiz. Además vienen empujando con mucha fuerza. Vienen con otras historias, son otros comentaristas, son otros jurados, otros reglamentos… Me parece que estoy ya un poco fuera de este mundo, o debo estar fuera de este mundo. Yo le agradezco a Cádiz todo lo que me ha aplaudido, todo que me ha empujado, pero quiero que Cádiz entienda y agradezca también de alguna manera los cincuenta carnavales. Son muchos carnavales, son muchas coplas
No pienso robarle más un cuento a mi nieta, ni un beso a mi mujer ni una hora más a mis hijos
Y la verdad es que, respecto a la pregunta y ahora más tranquilo, no pienso robarle más un cuento a mi nieta, ni un beso a mi mujer ni una hora más a mis hijos. Si me da lugar después de haber cubierto esto a colaborar, a hacer un tango u otra cosa, ahí estaré, pero me niego ya. Sin reprochar nada, Cádiz me ha dado incluso lo que yo no merecía, pero ni yo quiero seguir estando en ese concurso donde tanto nos jugamos y donde tanto tiempo nos quitamos ni quiero que Cádiz y la afición esté pendiente de qué voy a hacer o no voy a hacer. No voy a estar más. Hasta aquí hemos llegado. Somos lo que somos, o hemos sido lo que hemos sido, y a ver quién puede superar o no esta etapa de Antonio Martín. Repito, sin decirlo peyorativamente, sino todo lo contrario, con mi admiración a los que están y a los que van a seguir. Terminando, miro para atrás y siento la alegría de que voy a poder estar a partir de ahora con lo que tanto he dejado de mano por Cádiz. Que sí, que ha estado muy bien, pero creo que hasta aquí hemos llegado.
P. Tanto es lo que vive uno en una trayectoria tan extensa que incluso existen tragos amargos. Como aquel de 1973 con Paco Alba…
R. Ahora hay en Cádiz una exposición de Paco Alba y están hablando ahí, que me tuve que enterar por la gente. No sé qué estamentos u organismos la han organizado, pero a mí ni se me ha invitado. Me ha estado hablando gente que ha llegado, que ha visto fotos y que ha escuchado conferencias, y hablan de mí. A mí me extraña, y me cabrea, porque digo: yo no me he muerto todavía. Paco Alba no está, pero queda un protagonista que soy yo, que estaba allí. ¿Cómo se atreven a hacer conferencias y hablar de aquel momento que dices sin siquiera consultarme? Están engañando, la historia la están tergiversando de alguna manera. Ahora han nacido muchos historiadores, novelistas, escritores, refiriéndome al Carnaval, mucho conferenciante... Yo estuve en una conferencia, sin que se dieran cuenta de que estaba delante los que estaban exponiendo, y estaban hablando de mí. Cuando me levanté se dieron con un canto en los dientes, porque les dije: todo lo que estáis hablando es mentira. Usted está hablando de mí y yo estoy aquí. Y no digo con esto que esté mal lo que están haciendo de Paco Alba, pero el año 73 lo pintan de una manera que no fue así. No fue lo que dice la gente. Lo pintan como que de alguna manera los que me seguían hicieron un clan para tirar…
La historia con Paco Alba no es como la cuentan, es mentira
Yo estaba al lado de Paco Alba, yo vi llorar a Paco Alba. No se me va a olvidar esa frase que dije, que la repetí: esto me va a pasar a mí ya mismo. Si le está pasando al Brujo, al maestro... Yo lo vi llorar por lo que estaba pasando, y pasó sencillamente que, como en todos los eventos importantes, hay una serie de personas que se aprovechan. En el fútbol, en los toros, en el flamenco… Ese tipo de gente también existe en el Carnaval, y se aprovecharon en ese momento, que no se provocó solamente porque la comparsa de Antonio Martín saliese de escena. De esto no habla nadie. Entonces se podía repetir y si el regidor de escena lo veía oportuno, se repetía. Me acuerdo de que ‘Capricho andaluz’ (su agrupación ese año, primer premio) cantamos los ocho o diez pasodobles o cuplés que llevábamos, la presentación y el popurrí dos veces. Se repetía hasta el popurrí si el público quería. Pero había un regidor de escena, que ya no existe, claro está, que era un funcionario del Ayuntamiento muy cabronazo, muy serio. A las agrupaciones de chavales las perseguía. Y me acuerdo de que, efectivamente, el público estaba rebelado, pero con nosotros o con cualquier otro.
Cantamos nosotros primero y después le tocaba a Paco Alba. Como el público no se sintió satisfecho con lo que estaba pasando… Pedían Charlot, que entonces venía con nosotros Antonio Catalán y lo cantaba de cuando el año de ‘Los Beatles’ (grupo surgido tras ‘Los escarabajos trillizos’, comparsa de Enrique Villegas de 1965 que logró el segundo premio), y el regidor nos echó. Fue el que lo provocó, porque nosotros teníamos que haber cantado Charlot y lo que quisiera la gente, no pasa nada. Entonces, yo escucho hablar esto, me lo cuenta un amigo: no es que la culpa la tuvo Antonio Martín. Si Antonio Martín lloró con Paco Alba. Yo vi llorar al viejo y dije: ¿aquí que pasa? Esto es una mierda, dije yo, esto mañana me va a pasar a mí. Eso no lo sabe la gente. Ni que cuando mi comparsa fueron a celebrarlo al barrio de La Viña, en el bar de La Potala, que ya no existe pero mi memoria sí, se dieron cuenta de que Antonio Martín no estaba. Yo vivía a dos pasos de La Potala y me fui a dormir. Me fui a casa de mi padre, que el pobre decía: “Niño, que habéis ganado”. Pues yo no tuve el apretón ni fui saltando.
La Historia la escriben los que quedan, los que mueren no tienen derecho a nada
Quiero decir esto porque la historia la cuentan los que quieren contarla y los que quieren hacer lo que están haciendo. Y como yo nunca he creído en la Historia, no ya del Carnaval… Desde pequeñito entendía que la Historia la escriben los que quedan, los que mueren no tienen derecho a nada. Pero es que en esta puta historia Paco Alba se ha muerto y no puede decir nada, pero yo estoy vivo. Y hasta que me muera voy a estar defendiendo esto: es mentira todo lo que cuentan. Es mentira. La historia la sé yo porque fui parte de ella, y no sé cómo alguien puede atreverse a ser tan intruso. Es que además a la gente se lo dicen. Ese año no fue como lo quiere contar la gente, ese año fue como lo cuento yo porque fui protagonista. Y punto.
P. Maestro, compañero de la fiesta y rival, bien entendido, ¿qué definición utilizaría para Paco Alba, cómo lo recuerda usted?
R. Paco Alba fue un hombre adelantado a las coplas, un hombre de su tiempo. Ahora cuando los historiadores de vez en cuando cuentan cosas y las lees… Tengamos en cuenta que a Paco Alba le tocó ser autor en los tiempos franquistas, en los tiempos de la dictadura. Yo nací a su sombra, y heredé un poco la forma, lo que cantaba. Me entero de que, creo, le fusilaron a un cuñado estando, ya en tiempo de carnavales, por ser del bando contrario y tal, y Paco Alba estaba escribiendo con poquito. Dicen los amigos más cercanos a él que decía: “Como entre la democracia tengo una pluma guardada que se va a enterar la gente”. Estaba viviendo los tiempos que estaba viviendo.
Yo estoy en un colegio de la escuela cristiana que le llamaban, me enseñan el método de Franco, me hacen cantar el Cara al sol más que los duros antiguos. Cuando resucito de todo esto tengo ya… porque la juventud de entonces no es la de ahora. Yo me aclaro cuando entro ya a trabajar, cuando tenía 25 o 26 años. Fíjate tú, de no saber nada de nada, entro en la aeronáutica y al mes estaba en la lista de la CGT. Pasé de la nada al todo. Yo me sentí ofendido con los que me enseñaron, me sentí ofendido con las emisoras de radio que escuchaba. Yo he escuchado la radio como se escucha ahora, pero con el Parte Nacional y no sé qué. Yo llegué a creer, como todo el mundo, que Franco era un hombre extraordinario y que los malos eran otros. Hasta que me entero y me doy cuenta, entonces reacciono. Y a Paco no le dio tiempo de hacer eso, porque murió cuando Franco todavía no había desaparecido. De Paco Alba se pueden decir muchas cosas, menos que era un facha. Es que no. Mira, Paco Alba tiene una copla de ‘Los corrusquillos gaditanos’ (comparsa de 1963, premio especial), la de Vienen desde Chiclana…
(Canta) Vienen desde Chiclana / y de otros pueblos / hombres en bicicleta a trabajar, / y el día que hace Levante, pa qué les cuento, / después harto cemento / darle al pedal. / Cuando llegan a casa / van agotados / después de haber almorzado / morcilla y pan. / Le dan un beso a sus hijos ya acostados, / se comen, si lo tienen, otro bocado / y a las seis de la mañana vuelta a empezar. Y después dice (canta de nuevo): Si a esto le llaman vida / que venga Dios y lo vea. Eso en tiempos de Franco es como el que ahora dice: “No hay derecho a esto”. Pero lo dice de una forma que no hay por dónde cogerlo. Eso es una copla reivindicativa al cien por cien, de la clase obrera además. Está hablando de un hombre que venía desde Chiclana en bicicleta a trabajar. ¿Tú sabes cómo escucharían los fachas entonces: “¿A ver por dónde le pillamos?”.
Hay una copla de Paco Alba, de los años sesenta, de ‘Los pajeros’ (comparsa de 1960 que genera la creación de la modalidad), en la que hace cantando un proyecto de la ciudad de Cádiz que ni Julio Verne. Cantó unas cosas que no estaban y que ahora están ahí. Y cantó de una forma a la ciudad, reivindicándola, pidiendo. Increíble. Al poco tiempo comenzaron a suceder las cosas que él está cantando en esa copla (Anoche yo tuve un sueño). ¿Después se ha cantado una copla así, incluidas las de este año? A la madre, al cielo, a la gloria, al Rey y a su madre, hoy que se puede cantar de todo. La gente dice: “Es que le ha dicho al Rey borracho”. Si el Rey lo sabe además. Lo sabe y lo ve, y se ríe, y aplaude. ¿Se puede cantar una copla como ésa? Tan reivindicativa, tan gaditana, tan a lo Julio Verne. Coño, pero si eso lo cantó en los años sesenta y se ha cumplido todo. Y porque murió, si no, reinventa la ciudad de Cádiz.
Lo más simple: en la Puerta de Tierra, al entrar, está la Casa del Niño Jesús Pobre y cantaba (canta de nuevo): Junto a las Puertas de Tierra / leímos un letrerito, que decía ‘Jesús Pobre’ y de verdad no me explico; lo de pobre no hacía falta pues Jesús nunca fue rico (copla de ‘Los fígaros’, comparsa de 1964, primer premio). Puso en ridículo al Ayuntamiento y a la semana quitaron lo de “pobre” y se llama hoy Casa del Niño Jesús. Y cosas así, que yo cuando escucho: “¿Has escuchado lo que le ha cantado a la madre? ¿Tú has visto lo que le ha dicho al Rey? ¿Has escuchado cómo ha ido al cuello de Villalobos?”. Y digo yo, ¿quién no va a ir? Si el otro día escuché a una mujer con 92 años que hizo un repertorio de Carnaval sin música ni letra. Pero, ¿quién no se rebela hoy en día? Antes era lo difícil, que no te dejaban decir cosas y había que buscar la forma de entrar y decirlo para que llegar al pueblo. Y, sin lugar a dudas, Paco Alba, mientras no se demuestre lo contrario, fue el inventor de la comparsa y sólo tenemos que agradecerle. Superarlo… ¿En qué vas a superar tú a Paco Alba? Si además fue un reinado corto porque el pobre murió joven. Pero de lo que dijo Paco Alba podríamos estar aquí hablando hasta mañana.
Ahora hay grandísimos autores, pues yo te aseguro que dentro de diez años no van a estar ahí
P. Usted de hecho siempre reclama memoria y respeto para él y para otros grandes como Enrique Villegas, Pedro Romero o Joaquín Quiñones. ¿Quizá es que olvidamos, y llevo la pregunto al ámbito de la vida, de dónde venimos?
R. Sí, sí. Yo no lo voy a olvidar, tengo muy presente de dónde vengo, cómo aprendí. Yo nací en la calle San Vicente, como digo en mis coplas, me crié en la plaza de la Cruz Verde, que ahora en una semana le van a poner mi nombre con el símbolo de la Cruz Verde (fue este sábado, 17 de febrero), y me acuerdo de todos los maestros de los que he aprendido. Me imagino que los chavales que vienen después de mí… Algunos lo reconocen: “Yo he aprendido de Antonio”. Aunque llega uno y dice: “¿Yo?”. Ése está perdido. Si lo que se canta en el Concurso hoy en día es presentación, dos pasodobles, cuplés… y eso se viene haciendo desde tiempo inmemorial. ¿Quién te incita a ti a cantar eso? ¿Por qué no cantas otra cosa? ¿Por qué no te vas a concursar a otros sitios?
Esto es una cadena, y una cadena reconociendo que los primeros eslabones son muy importantes. Tan importantes que si no, no existe la cadena. Las murgas pasaron a chirigotas y en Cádiz se llevaron un montón de años las chirigotas, hasta que Paco Alba, por su sensibilidad y la forma de crear, crea un copla que a la gente le llama la atención y a esto le dan el nombre de comparsa. Y a partir de ahí… Él es el creador de la comparsa. No se puede decir otra cosa que no sea ésa. El que no quiera reconocer esto… Se caen. Esto es cíclico y se caen. Hay grandísimos autores, con unas letras extraordinarias, pues yo te aseguro que esos autores dentro de diez años no van a estar ahí, y no llevan más de 25 años.
P. ¿Qué piensa precisamente de los jóvenes autores?
R. Ahí hay que tener en cuenta también el Carnaval que yo conozco. Fletilla (Ramón Díaz, que también vivió el Carnaval pre Guerra Civil) era peón de albañil, Paco Alba era listero de Astilleros, (Enrique) Villegas se buscaba la vida vendiendo dulces, Pedro Romero era un parado de portuarios… Ahora son abogados, filósofos, escritores, guionistas, historiadores… Está muy bien, hemos ganado en eso, pero también están jugando con una ventaja. Por eso muchas veces dices: ¿qué están cantando? Hay que coger el Larousse para ver qué han dicho. La copla de Carnaval es más sencilla. Es un dardo que tiene que ir directo al corazón y no darle tantas vueltas, ni decir como se dice ahora: “Bueno, a estos hay que verlos mañana, hay que reunirse y estudiarlo”. La copla se da en un golpe de voz en un momento en el Falla y te gusta o te llega; si no, adiós muy buenas, hasta el año que viene.
Martínez Ares sería mucho mejor autor si desembarcara y pusiera los pies en la tierra
P. Si me permite, voy a nombrar a uno de esos autores jóvenes, ya veterano: Antonio Martínez Ares. De una rivalidad grande pasan, por decirlo de alguna forma, a la reconciliación. ¿Cuál es su relación actual con el otro Niño?
R. Me lo estás preguntando a mí y cuando puedas se lo preguntas a él. Yo siempre he intentado acercarme a él. No es que él no lo haya aceptado, pero creo que está en otra onda. Como ha probado las mieles artísticas… No ha triunfado del todo, porque lo de cantautor lo lleva arrastrando hace mucho tiempo. Un cantautor que ha triunfado es El Barrio. Las cosas son evidentes. Él no ha llegado, ha vuelto después de 13 años a los carnavales y yo, la verdad, es que todavía sé de buena tinta, porque tenemos amigos comunes, que él lleva otra historia. A Antonio le falta nada más que le peguen dos o tres palos seguidos como me los dieron a mí. Entonces recapacitaría y pensaría de otra forma, y haría las cosas mejor, con más sensatez. Y siendo más consecuente. Decir las cosas que se sienten. Este año ha cantado un pasodoble al dialecto andaluz y él no habla andaluz, habiendo nacido en el barrio de Santa María… Todavía no sé cómo una persona que no habla andaluz puede reivindicar una cosa que no siente. Pero son cosas triviales. No quiero ir más allá, pero sería mucho mejor autor si desembarca y pusiera los pies en la tierra.
Los autores somos muy ególatras; yo ya he desistido de ello, porque no vale una mierda
P. Pregunto en general. ¿Quizá a los autores en ocasiones les pesa el ego?
R. Sí, muchísimo. Son muy… somos. Somos muy ególatras. Yo también lo he sido, ya no. Juan Carlos (Aragón) es muy ególatra. Martínez Ares es muy ególatra. Somos muy ególatras. Yo, vuelvo a repetir, ya he desistido de ello, porque ya te digo que no vale una mierda.
P. Me aseveraba antes, en un cambio de tercio, que no va a volver. Pero estoy seguro de que en algún momento siente nostalgia. E incluso el impulso…
R. Sí. Este año me han tocado amigos míos de chirigotas, coros y comparsas, pero me he resistido y he podido evitar la invitación que me hacían. Porque no. Además la gente esperando… Lo han cantado este año. He escuchado una copla de un coro, que afortunadamente se ha quedado fuera porque era muy malo, que cantó: “Estamos hartos de esos autores que dicen que se van y vuelven otra vez”. Yo sé que era por mí. Menos mal que no he vuelto, si no, me crucifican.
Yo me considero coplero, porque hacemos coplas de Carnaval; poeta tiene otra dimensión
P. Otro cambio de tercio. Al hilo de lo que me comentaba antes de las letras, a muchos autores se les considera poetas. ¿Le gusta esta definición o prefiere la que defiende siempre de coplero?
R. Poeta, ni poeta. No creo que en el Carnaval existan poetas. Pedro Romero, que lo conocí muy bien, tenía espíritu de poeta. Yo lo veía funcionar. En El Gavilán (antiguo bar del barrio de La Viña, el suyo, en Cádiz) se sentaba conmigo, y tomaba apuntes. Era muy bohemio. Pero ahora no. Yo me considero coplero, porque hacemos coplas de Carnaval. Poeta tiene otra dimensión, otro significado. El que se considere poeta, pues allá él. Además es que no encaja. “Un poeta del Carnaval”, ¡qué mal suena! Coplero de la Cruz Verde. (Ríe).
P. Usted habla siempre de gaditanear, término que es suyo además: escribir desde Cádiz a Cádiz en Carnaval. Pero, ¿no es igualmente importante la crítica social?
R. Si se ha hecho… A ver, las agrupaciones que van a cantar esta noche en Cádiz (habla de la final del Concurso, el pasado viernes 9 de febrero) se llaman cada una con el nombre que han elegido y la mayoría no representan nada de eso. Les da igual que se llamen “Los indios apaches” o “Los sevillanos de Triana”. Les da igual, ellos cantan un repertorio y ya. Yo aprendí de Paco Alba, de Villegas, y representaban el papel. Hay que representar al personaje. Si representas a un gitano tienes que dejarle sentenciar, cantar con los dejes, con las frases, con el énfasis y con la forma de cantar, inclusive, musicalmente hablando. Si no, no tiene sentido.
Hay una forma de cantar por Cádiz, todos sabemos cuál es. Es como cuando se habla de lo del pellizco. ¿El pellizco qué es? No lo sé, pero si lo supiera me llevaría todos años el primer premio. Pero te lo pega. Tú llevas una copla que dices: me cago en sus muertos, me ha dado. Ése es el pellizco. Mira, ahora que se está hablando de la Chirigota del Cascana… (Este año ‘Cai de mi arma 7,20’, segundo premio). La gente no dice si es buena o mala, dicen: “Es de Cai, es de Cai”. Y es verdad, es de Cai. Casualmente o no, pero han dado. Eso hay que premiarlo. La culpa de que después no se continúe con esa estela es el jurado. Pero la comparsa de Cádiz existe, huele a Cádiz y canta coplas de Cai, por Cai. Y naturalmente, eso nos lo enseñó también Paco Alba, después lleva una serie de crítica social. Lo decía Emilio López Prats (periodista): “Lo que no se canta en las coplas de Carnaval no existe en el mundo”.
Hay que cantarlo, hay que decirlo, pero es que además hay una forma de criticar más gaditana que lo que se está haciendo. Ahora dicen cosas que están muy bien, para un debate o una mesa redonda, pero hay una forma de decirlo. Las de Juan Carlos Aragón son un pedazo de letras, muy delicado. Martínez Ares critica… Está muy bien, pero cuando termina la comparsa dices tú: ¿De qué iba? ¿Qué personaje eran? ¿Por qué han dicho esto? ¿Por qué no lo han dicho de otra manera? Eso se está perdiendo, pero es cíclico. Hemos tenido una buena época. Todo el mundo presume de los años ochenta y noventa en cuanto a comparsas, se vino abajo y ahora está la moda que conocemos.
A Camarón le metieron de todo, hasta que dijo: "¡Me queréis dejar cantar!"
Creo que es como en el flamenco, que lo equiparo mucho con el Carnaval. Al final todo vuelve. A Camarón, que yo soy un picado de Camarón, se la intentaron meter. Y le metieron de todo, hasta que dijo: “¡Me queréis dejar cantar!”. La gente está ahora escuchando a Camarón de donde vino y como vino. Pongo un ejemplo: cuando fue a Japón, creo que era, seguía cantando Yunque, clavo y alcayata o Calle Real y los japoneses se ponían en pie a aplaudir. Joder, sin conocerlo. Algo tendría lo que estaba diciendo. Ni Camarón ni otros flamencos intentaron hablarles idiomas, pero ahora nos empeñamos en eso.
Coño, Pepito el Caja (en las emisiones de Onda Cádiz)... Ya me duele a mí en el alma de escucharlo en el Falla: “¿De dónde es usted?”. De Utrera, de Trebujena, de San Sebastián, de Badajoz… Y digo yo: ¿cuándo va a estar el de Cádiz en el Falla? Instintivamente las agrupaciones saben que el público va llegando más a esto. Luego llegan allí dos o tres vendedores de humo, de los representantes artísticos estos, que van a llevarlos hasta Venecia… Ya verás tú un Carnaval de La Viña en Venecia. Los autores se pierden instintivamente. ¿Yo cómo me voy a ir a Venecia a decir que viva el barrio de La Viña? Pues cantaré O sole mio. Y las agrupaciones suenan a lo que suenan. Está gustando, tiene un público, pero ésta ya no es mi guerra.
P. Al hablar de Paco Alba lo hacía del franquismo, una etapa que usted también vivió. ¿Cómo era la lucha por el Carnaval, que ni siquiera se llamaba así?
R. Efectivamente. Hay un escritor que dijo, con toda la razón del mundo, que la gente hablaba de unas fiestas típicas y las despreciaba. Pues las Fiestas Típicas fueron el puente que valió para que el Carnaval en Cádiz no se perdiera, porque al fin y al cabo sigues cantando coplas. Bajo la mirada de la censura... Yo padecí en mi repertorio la censura, que yo me reía. Se trataba de llevar el repertorio a una oficina y recuerdo que una vez me censuraron. En ‘Los porteños’ (comparsa de 1971, segundo premio) hice un cuplé al doctor Gannon, de una serie que había entonces (Centro médico) y que las mujeres veían muy guapo y tal. Yo decía (canta): Mi abuelita las ve todas, las series, y dice con mucho apuro / estos sí que son doctores / y no los del Seguro. Pues me llaman porque tenía que corregir. El Seguro, que entonces era la Seguridad Social y dije: puf. ¿Tú sabes lo que me dijo el censor? “Esto lo tiene usted que cambiar”. Sí, lo del Seguro. “No, y dice con mucho apuro. ¿A qué se refiere usted con mucho apuro? ¿Eso encierra algo sexual?”. ¡Me quitó lo del apuro y me dejó lo del Seguro! (Rie). Yo creía que iba por lo del Seguro, porque entonces a la Seguridad Social no se le podía atacar, era de Franco, y yo puse una crítica ahí escondida. Y me dice lo del “mucho apuro”. Mira tú el tío ignorante, todo preocupado.
Políticamente no se podían decir cosas. Además no tenía ni pensamiento de decirlas, porque ni me habían enseñado. Yo iba por mal camino. O sea, por mal camino… Yo venía del colegio de La Mirandilla (La Salle en La Viña) y vivía en una casa de vecinos. Cuando se hablaba de política, que me enteré al tiempo que eso, hablar de Franco, era hablar de política, escuchaba: “Cuidado, que están hablando de política”. Al otro lado del tabique, que era como papel de fumar, vivía un falangista y ése era el chivato. Se enteraba de que éste había dicho qué y al otro día venían y prendían a uno. Esas cosas las vi. Pero no te vayas a creer que tenía 12 o 13 años, yo tenía 20… No cómo son ahora los jóvenes… Pregúntale a mi hijo Antonio, que con 14 o 15 años me venía detrás, y yo decía: míralo, este niño va a coger la bandera republicana ya el hijo puta. Ya cuando llega el año 77 saco ‘Los mandingos’ (comparsa, primer premio), entro en la aeronáutica, veo las manifestaciones, conozco al de la CGT, me voy enterando y digo: a tomar por culo la marrana. Empecé a empujar con tanta fuerza que me metí ya hasta con los que querían la democracia, que me decían: “Pero, ¿con nosotros te vas a meter?”.
Hablando de Paco Alba, demasiado hicieron. El propio Enrique Villegas, el pobre con el hambre que pasó y las cosas que de vez en cuando se le ocurrían. En el año 63 hace ‘Los dandys negros’ (comparsa, primer premio compartido), que es un homenaje a la raza negra. Saca una copla que dice (canta): En nuestro modo de mirar, dice el negro, se nota la tristeza / que llevamos dentro del corazón / por ser de raza negra. Ya eso tenía pecado, y la Policía estaba “a ver por dónde va éste”. No es que yo piense que mi piel / va a deshonrar mi hombría, / pero tengo un complejo / que me cohíbe en esta vida. / Cuando miro para una mujer / siento aquí un escozor / y quisiera morirme, / qué castigo me mandó el Señor / haciéndome inferior, / que si le falté / yo quisiera redimirime. / ¿Por qué tengo que ser el peor? / ¿Qué culpa tengo yo / de ser negro por fuera? Ya eso era pecado mortal decirlo allí. Si por dentro tengo un corazón / más claro que el amor / de la madre más buena; / es peor que yo fuera al revés, / tener blanca la piel / y las tripas muy negras.
¡Vete ya al carajo! Me vas a decir de Villegas que es facha. Cantar eso en el año 63… que tú le decías allí a alguien negro y te metían preso. Eso pasaba, y éste cantaba, pero no se sabe. No saben que existía eso. Es que ha escrito un tal Miguel Ángel no sé qué, con 33 años, un libro de Carnaval y pone a parir a todos estos autores. Me pone a parir a mí. Se permite el lujo de decir no sé qué copla y yo miro el libro y veo “33” (se refiere a la edad del autor del libro). Esta copla tiene 38 años, la mía, ¿cómo tiene cojones de decir que no le gustó? En fin.
Coplas valientes son las que se hacían antes con la censura, con Franco
P. Y después de cuatro décadas de democracia, ¿Somos plenamente libres? Es obvio que no existe esa censura, pero puede haber otras formas de cohibir.
R. No hay nada. Está el intento, que se les canta, a los que dicen que nos quieren poner el esparadrapo. Hay el intento de menoscabar la libertad de expresión, pero para eso están las coplas. Antes había esas cosas que si tú las comentabas, criticabas o escribías en su contra… Hay muchos nombres del Carnaval que dormían en los calabozos para que no siguieran cantando. Pero hoy… Muchas veces escucho las coplas y digo: está bien y tal. Pero cuando sale al lado uno que dice: “¡Qué valiente, cómo ha ido al cuello de Rajoy!”. Pero si a Rajoy no le hace falta ya que en una copla se la metan por ahí, si a Rajoy le da igual. Además, en todo caso están los juzgados. Ha habido denuncias a coplas de Carnaval y no precisamente por temas políticos. Javi Osuna, cuando sacó lo de ‘Los tontos del capirote’ (chirigota de 1986, tercer premio), no sé a quién le hirió la sensibilidad y lo denunciaron. Le pusieron su multa y fue al juzgado. Eso es lo que puede pasar hoy en día. Esto puede pasar con una copla de Carnaval, pero ya nadie va a la cárcel. A no ser que sea una cosa ya… Pero yo qué sé, ¿qué es lo que falta en el Carnaval por decirle a nadie? Si se han metido con el Rey, con el Papa…
Coplas valientes son las que hacían antes con la censura, con Franco, cosas que en coplas camuflaban y cambiaban… Te decían “esto no” y decían una cosa y sacaban otra, hacían dudar al ofendido. No había cojones de pillarlo. Pero hoy, con esas coplas que empiezan: “Te lo digo a ti en tu cara, don Juan Carlos Primero”. Esto no vale nada. Y la gente dice: “Oh, que valiente ha sido”. Están equivocados. Además, es que con eso se está perdiendo el que huela a Cádiz. Mira, los ‘Hombres del campo’ de Villegas (comparsa de 1979, primer premio provincial) salen diciendo (canta otra vez): Hombres del campo, hombres que conocen el nacer del día… Juan Carlos (Aragón) diría hoy: “La luz del sol me orienta el horizonte…”. Es una de esas cosas que tú dices: vamos a ver, el Larousse. La forma en que escribía esta gente te llegaba, lo que decía Paco Alba en ‘Los fígaros’, en ‘Hombres del mar’, en ‘Los senadores romanos’… Como dice Curro Romero del toreo, que tiene que dar en los costaítos. La copla de Carnaval te tiene que dar en los costaítos, te tiene que doler. Y ahora con eso de “oh, lo que han dicho”… ¿Qué han dicho? Y no lo saben.
El Carnaval está cantando lo que sucede al día y siempre quedan cosas por decir
P. Tenemos que terminar, manda el reloj. Pero antes… Cinco décadas es tiempo más que suficiente para que no ocurra. Pero, ¿le quedó algo pendiente, algo por hacer o por decir?
R. Siempre hay, siempre. Yo creo que hasta el día que yo me muera, como dice mi copa, tendré el pensamiento de que tenía que haber dicho “esto”. Seguro. Porque el Carnaval es historia viva de lo que pasa. Emilio López (periodista) dijo que lo que no está en la copla, no ha pasado, pero es que (Bartolomé) Llompart (periodista) dijo antes: “El Carnaval es el único periódico del mundo mundial que se escribe con música y letra”. Siendo un periódico, está cantando lo que sucede al día y, por tanto, siempre quedan cosas que decir. Y cuando yo crea que no, mañana va a pasar algo. Y como en el Carnaval hay que disparar a todo lo que se está moviendo mal… Además, yo me voy del Concurso y pregunto: ¿no le han cantado este año a esto? Mira, ha salido una copla a Serrat, del coro ‘Los chimenea’ de Pastrana (segundo premio), que habla del ataque que le hicieron a Serrat de que era muy facha y tal. Me voy a mi Facebook y precisamente hace tres o cuatro meses, antes de que estuviera en el Falla, lo pongo yo: y pensar que tú defendiste la libertad. Y pongo unos temas suyos y digo: ahora te van a llamar facha… Pues esa copla ha salido, y no digo yo que hayan cogido la idea de mí. Aunque creo que sí. (Bromea).
P. A golpe de años, de comparsas memorables y de premios, usted es ya una leyenda en Cádiz. ¿Se considera como tal o lo ve como palabras mayores?
R. Me están haciendo tanta cosa que yo ya estoy en una nube. El sábado (por este sábado 17 de febrero) le ponen mi nombre a la plaza (de la Cruz Verde). Lo del Dios Momo, que no parece importante y es otro pregón, el que cierra el Carnaval. (Actuó como tal el pasado martes 13 de febrero). Me nombraron gaditano del año. He perdido hasta la memoria de lo que me han hecho en Cádiz, y ahora en Córdoba el Micrófono de oro. (Recibió el galardón el viernes 9 de febrero, horas después de la entrevista). Yo no me las quiero dar… pero digo: algo habré hecho bien. Porque lo del Micrófono de oro aquí es muy fuerte, y lo de la plaza de la Cruz Verde… Eso me abruma, no sé cómo reaccionar. Ni sé si pensará la gente cuando pase por allí: “¿Quién es éste?”. Y yo también lo digo: ¿quién coño soy yo para que me pongan nada? Lo que pasa es que yo soy el niño de la Cruz Verde, y el que más le cantaba a la Cruz Verde. Ponen mi nombre por cantarle toda mi vida a esa plaza de mi infancia. En cuanto a tu pregunta, a mí me abruma decirlo, pero algo habré hecho para estar en el momento en el que estamos. Ojalá siga así de dulce, porque durante mi trayectoria hemos recogido también muchas tempestades.
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