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Rafael Ávalos

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Atrás queda el brillante inicio. Sin embargo, todavía duele la imposibilidad de vivir cada jornada como debiera. Pero las circunstancias obligan, como en el resto de ámbitos de la vida. Funciona así la denominada nueva normalidad, que por ahora se asemeja muy poco a la conocida hasta marzo de 2020. Con todo, esta vez es posible abandonar el hogar por unas horas y disfrutar, de otra forma pero igualmente, de la Semana Santa. Quizá este hecho, ligado a que no puede haber procesiones, intensifica cada emoción entre fieles y cofrades. En cualquier caso, Córdoba vive los días de Pasión de 2021 en una tímida plenitud, la que concede la situación y la única posibilidad de acudir a los distintos templos para contemplar y venerar a las imágenes. Lo cierto es que la ciudad destila el aroma propio de esta fecha, aun así, tras un gran Domingo de Ramos. 

Una vez abierta la celebración, en efecto sin estaciones de penitencia, son muchas las personas que tratan de observar de cerca a los titulares de las cofradías de la capital. Y lo curioso es que, en cierto modo, es extrapolable al momento actual lo que sucedía en la calle hasta la irrupción de la Covid-19. Por ejemplo, este es otro Lunes Santo de contrastes en Córdoba. Aunque en esta ocasión se producen de manera íntima, por decirlo de alguna manera. La oscuridad de su noche quedó recogida, sin ir más lejos, entre los muros de la Real Parroquia de San Lorenzo Mártir. Pese a que, curiosidad es de este 2021, pudiera visitarse ya por la mañana al Santísimo Cristo del Remedio de Ánimas y a Nuestra Señora Madre de Dios en sus Tristezas. Ambas tallas estuvieron a la devoción de quienes lo desearon hasta las 14:00. Después iba a ser turno, como es lógico, de los cultos internos de su corporación, si bien por la tarde también hubo lugar a la visita del público.

También de buena mañana, menos apacible que la del Domingo de Ramos, todo sea dicho, era posible transitar por la zona centro de la ciudad en busca de otra hermandad de carácter sobrio. Por mucho que cuente con acompañamiento musical, normalmente de gran nivel, las representaciones en los pasos y el andar de estos sea muy distinta, seria es la identidad de la cofradía radicada en San Nicolás de la Villa. En dicho templo fueron expuestos a veneración de fieles y cofrades, entre misas y otros actos, Nuestro Padre Jesús de la Sentencia y María Santísima de Gracia y Amparo. Por supuesto, como en el resto de los templos, el recogimiento era absoluto, si bien siempre es perceptible la diferencia entre una cofradía y otra en un día como el Lunes Santo, donde todo varía en cuestión de horas, o minutos, de la bulla del barrio a la solemnidad del silencio.

A las 11:00, por otro lado, abrió sus puertas la parroquia de San José y Espíritu Santo, en el Campo de la Verdad. En este caso era para rendir culto a Nuestro Señor de los Reyes y María Santísima del Dulce Nombre, que recibieron no pocas miradas y, claro está, oraciones hasta las 13:00. La hermandad de la Vera Cruz prosiguió por la tarde, como el resto, con sus actos privados y con la veneración a sus titulares de vecinos y devotos. Por cierto, que durante esta jornada también se generaron algunas colas en torno a las iglesias. Aunque éstas fueron menores al ser día laborable y no supusieron problema al mantener las corporaciones estrictos protocolos contra la Covid-19. De un barrio a otro, era turno de acudir además a la Huerta de la Reina para contemplar de cerca a Nuestro Padre Jesús de la Redención y Nuestra Señora de la Estrella. Fue en la parroquia de San Fernando, donde la exposición a la generalidad de personas se desarrolló entre las 16:30 y las 21:00.

Las imágenes durante el Lunes Santo, a todo esto, fueron dispuestas en altares y no con montaje de pasos como sí sucedió en algunos casos el Domingo de Ramos. Las capillas de los titulares o los presbiterios acogieron las tallas que recibieron el fervor de la gente. Más allá de esto, el recorrido esta vez llevó a un escenario inédito en esta fecha. Fue la iglesia de la Merced, que se convirtió en lugar para el culto de Nuestro Padre Jesús Humilde en la Coronación de Espinas y Santa María de la Merced. Así fue debido al retraso en unas obras que tienen lugar desde tiempo atrás en su sede, la parroquia de San Antonio de Padua -otro barrio, el del Zumbacón-. El Señor y la Virgen ya se encontraban en el céntrico templo, al que pudieron marchar los cofrades durante la mañana y la tarde. Y relativamente cerca de este punto se hallaba el último en que las puertas se abrieron para el común, si bien sin excesos pues además de las lógicas medidas de higiene y seguridad la corporación allí radicada celebraba el rezo del Vía Crucis. A las 19:00, unos minutos después, efectuó la liturgia la hermandad con idéntico nombre en honor al Santo Cristo de la Salud. La oscuridad, aunque lo era menor que la noche de esta jornada de cualquier año en las estrecheces la Judería, regresó en San Juan y Todos los Santos (La Trinidad). Lo dicho, contrastes íntimos.

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