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SEMANA SANTA DE CÓRDOBA
Antonio Villar, el arte de bordar y vestir…y sin fronteras

Antonio Villar, vestidor y bordador

Rafael Ávalos

13 de abril de 2025 20:22 h

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Saca un hueco como puede. No es fácil, tiene mucha tarea todavía. Abre las puertas de su taller unos minutos. Y, después, deja espacio a una llamada telefónica. Lo hace con la mente puesta en la veintena de imágenes que aún debe vestir. Estos instantes se dan con la Semana Santa muy cerca. Pero Antonio Villar, licenciado en Bellas Artes, hombre que pasó también por la prestigiosa Escuela Mateo Inurria, concede parte de su tiempo a Cordópolis para explicar, aunque sea brevemente, los oficios de bordador y vestidor.

En 1992 abrió su primer taller de bordado. Respecto de ese arte subraya que “lo más importante es el diseño”. “Cuando ves una obra, al espectador lo que le llama la atención es la composición”, añade. Es decir, el artista “necesita una buena mano de dibujo”. Por supuesto, luego están “los materiales que se van a utilizar”. Normalmente, explica Villar, “son piezas sacadas de unos tisúes de colores que se preparan con una loneta con cola y que se rellenan dándoles volumen”.

Posteriormente, esas piezas “se perfilan y enriquecen”. Precisa Antonio Villar que son distintos los métodos de trabajo. Complicada es la labor con el oro fino, que se ejecuta con “hilos de plata de ley con baño de oro”. “Al tardar tanto, se encarece la mano de obra”, expresa. Y “una vez que se realizan en bastidores aparte, se almidonan y se hace el resto”, agrega. Sus últimos proyectos fueron el guion franciscano de la hermandad de la Sangre de Córdoba o el banderín de Juventud de la Esperanza de Granada.

De bordar a vestir

Otras piezas recientes que salieron de su taller con el techo de palio de la Virgen de la Amargura de Espejo o los mantos de las bodas de plata de sus coronaciones canónicas de las patronas de Puente Genil y Villa del Río: Purísima Concepción y Estrella. A todo esto, de vuelta a su trabajo, deja claro que “lo más importante, por ejemplo, en un paso de palio es conocer el estilo de la hermandad, igual que con la música”. Se refiere al diseño. “La mayoría es neobarroco, pero hay neogótico, neorrenacentista…”, dice.

Ya en conversación, surge el asunto de los talleres pakistaníes. “Esto viene de manos anónimas o donaciones particulares, no porque una hermandad lo haya proyectado así”, afirma. Aunque lamenta que empiecen a verse piezas de ese tipo. Porque “allí el hilo de oro fino es de latón y pintado con purpurina; no saben dibujar, ni tejer y los materiales son muy malos”. “Estamos hablando de arte”, sentencia. Una expresión que, además, conlleva una gran responsabilidad.

Como lo es, incluso más, la tarea de vestir imágenes. Antonio Villar tuvo a su cargo este año un total de 68 en diferentes puntos de España, con 13 en Córdoba más el misterio del Descendimiento. Trabaja en la provincia, así como en las de Huelva, Jaén y Cádiz. También las capitales de las dos primeras y en Jerez de la Frontera. Y en Ciudad Real. Es más, en Barbastro (Huesca) realizó una maravilla con Nuestra Señora de la Soledad de la cofradía del Santo Sepulcro.

Un conjunto en perfecta armonía

Recuerdas el cordobés que como vestidor comenzó con 15 años junto a fray Ricardo de Córdoba. En 2005, cuando su mentor se marchó a Sevilla, se quedó con el grueso de las tallas. Vestir también es un oficio artístico. Hasta el punto de resaltar que “es el 50% de la imagen”. “El vestidor completa la obra del imaginero”, Al final, desde el bordado a la vestidura, se trata de un proceso en el que se muestra un conjunto patrimonial. “No es sencillo, aunque a mí me resulte fácil porque llevo 30 años haciéndolo”, apunta.

Remarca que en esta tarea “hay ponerse de acuerdo con priostes y camareras” y que, en efecto, “es complicado, pero muy bonito”. Advierte de que a la hora de colocar una prenda u otra a una Virgen “influyen la advocación, los colores y el estilo”. Para quienes son neófitos, además, revela que “lo más complicado es el tocado”. Lamenta, por cierto, que “ahora se ha puesto de moda en redes, hasta el punto de que todo el mundo entra a opinar sin saber”.

A Antonio Villar lo que le importa es generar una imagen majestuosa y que, además, provoque emociones. “Si el tocado llama más la atención que la propia imagen, sobra el vestidor”, sentencia. Son esenciales “las proporciones y los equilibrios”. Y cuenta un secreto: “Cuando Antonio Bernal modelaba una cabeza de barro yo ponía una mantilla y la dejaba caer, lo ayudaba a crear ese equilibrio”. “Hay cofradías en las que empecé de cero y son como hijos”, concluye.

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