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El veneno y el antídoto

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Paco Merino

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Lo del Córdoba tiene difícil arreglo. Ha cambiado de entrenador, de objetivos, de estilo, de jugadores... No le sale nada. Tampoco es que lo intente con demasiados argumentos. Pone cierto entusiasmo de vez en cuando, a algunos se les nota la sangre caliente, cuenta con algún futbolista que en un momento de inspiración puede resolver algo... Pero como equipo es poca cosa. No se convence ni a sí mismo. En Lorca estuvo a punto de dar un pasito más en su curiosa evolución. Rozó el empate, lo que hubiera supuesto su segunda jornada consecutiva sin perder tras la primera equis del curso en casa, ante el Numancia. Ya ven que hablamos de metas cercanas, de poco brillo, pero cruciales a la hora de sacar del agujero futbolístico y anímico a un Córdoba desnortado.

En el Artés Carrasco no estuvo fino. Perpetró una primera parte pésima, siendo dominado en todo momento. Estuvo algo más entonado después del descanso, pero eso no le bastó. Al final del partido, en una contra, pudo haber marcado en un remate de Caballero que interceptó el portero local. En la siguiente acción, con el cronómetro ya consumiendo los últimos segundos, Onwu llevó al delirio al estadio lorquino con un gol que retrató, una vez más, a la retaguardia cordobesista. No estuvieron diligentes y dejaron que el delantero nigeriano remachara un rechace de Kieszek. El Córdoba sigue envenenado y el antídoto es el mismo que le causa los dolores.

Merino no parece amante de tirar los dados a la hora de componer el equipo. De hecho, calcó el once en sus dos partidos oficiales y en las vísperas del viaje a Lorca insistió en que no están las cosas para “hacer probaturas” ni “regalar minutos”. Se le cayó de la lista Caro, un hombre para todo en la defensa, y recurrió a Josema, defenestrado después del desastre de Pucela aún en la etapa de Carrión. No había más remedio. Pero también tomó otra determinación sorprendente: devolvió un sitio en el equipo inicial a Javi Lara y dejó en la suplencia a Sergio Aguza. El montoreño, una pieza referencial desde que llegó en enero, recibió un nuevo rol: pasó a ser un revulsivo para minutos finales. Su vuelta apenas se notó dentro de un equipo que fue ramplón y temeroso.

Los albiazules apretaron desde el arranque, siendo consecuentes con el lema que el club había lanzado para este partido: “No estamos muertos”. Dieron testimonio de vida con un juego vigoroso y de garrafón, sin glamour pero procedente dadas las circunstancias. Era penúltimo contra antepenúltimo, dos equipos deprimidos que dicen ser mejores que lo que demuestran cada semana. El Lorca se esforzó por desmentir su triste clasificación. El Córdoba, ni eso. Los de Merino se dejaron hacer. Lo pasaron mal, pero el daño fue soportable porque los lorquinos no cuentan con demasiados argumentos. El excordobesista Nando García -aquella promesa emergente que llegó cedida por el Valencia- estuvo bastante activo. Empezó muchas jugadas pero no terminó casi ninguna.

A los once minutos llegó el primer paradón de Kieszek, que se se lanzó bien para atrapar una pelota que había rematado de forma inesperada Noguera desde el borde del área, cuando los defensas estaban más pendientes de ver lo que hacía Javi Muñoz, que había intentado algo parecido a una ruleta. Durante los primeros veinte minutos al Córdoba le costó salir de su campo; de hecho, apenas logró hacerlo. Sin acierto en la combinación, con las bandas muy paradas, buscó a Javi Lara para ver si el montoreño lograba meter un pase largo a los de arriba que ahorrara el equipo la farragosa tarea de plantarse en el área rival con el balón jugado. Pero tampoco le salió. Guardiola y Jona bajaron para ver si podían empezar algo desde atrás, pero ni es lo suyo ni les salió. Así que el Córdoba simplemente estaba allí.

Otro susto para el Córdoba llegó a la media hora, cuando Nando se acomodó bien la pelota ante la tibia marca de Fernández y le pegó con la zurda para mandarla por encima de la portería de Pawel. El polaco la sacó de dentro de las redes en el minuto 34, pero por fortuna para el Córdoba el colegiado López Toca hizo caso al juez de línea y anuló el gol de Manu Apeh por fuera de juego. La acción fue más que dudosa. Un alivio para un equipo que  apenas creaba peligro a su adversario, un Lorca que controló en todos los aspectos. Tuvo más posesión, remató más veces y buscó con más ahínco el gol. El intermedio llegó cargado de preguntas incómodas.

A los dos minutos de la vuelta, el Lorca rozó el gol en un lanzamiento de falta por parte de Tropi. Los de Merino seguían acogotados, resolviendo como podían las llegadas locales. En el minuto 50, el técnico linense decidió retirar del campo a Jona García -un nueve inédito- para colocar a Sergio Aguza. Entre buscar el gol y tratar de evitar encajarlo, la apuesta parecía clara. Paradójicamente, el Córdoba tuvo su mejor oportunidad gracias a un defensa. En el minuto 54, Joao Afonso dispuso de una ocasión franca para haber roto el guion del partido. No hubo suerte.

A falta de media hora, el Córdoba empezó a hacerlo mejor. No era difícil dados los antecedentes. La salida de Aguza supuso una dosis de fuerza extra. El catalán se encajó cerca de la zona de ataque, colaborando en la presión alta y buscando explotar su disparo. Estuvo a punto de marcar en el 65, pero su latigazo lo desvió con una estirada fenomenal el meta Dorronsoro. Por entonces, el Lorca empezaba ya a perderse en los clásicos dilemas de los equipos en crisis. Había dominado más y coleccionó ocasiones -no claras, pero sí frecuentes-, pero el caso es que entraba en la recta final del pleito y era el Córdoba, contemplativo hasta entonces, el que empezaba a levantar la voz.

Josema pidió el cambio con gestos de dolor y salió a escena Álex Vallejo para recomponer la retaguardia ante previsible asedio final de un Lorca acelerado. Tanto Curro Torres como Juan Merino metieron cambios en los últimos diez minutos intentando que sucediera algo, aunque con el deseo compartido de salir de allí con algo en los bolsillos. Aunque fuera un puntito fruto de un empate sin goles, tras un partido malo entre dos equipos que lo pasan francamente mal. El desenlace fue kafkiano. Carlos Caballero estuvo a punto de marcar en un remate en plena carrera y detuvo Dorronsoro. En la acción siguiente, el recién salido Onwu batió a Kieszek después de una serie de remates y rechaces dentro del área. La grada terminó cantando “¡Sí se puede!” y los cordobesistas, abatidos, se marcharon con la mente nublada.

FICHA TÉCNICA

LORCA CF, 1: Dorronsoro, Pina, Fran Cruz, Peña, Pomares, Cristian Bustos, Tropi, Nando (Carlos Martínez, 82'), Noguera, Javi Muñoz (Dani Ojeda, 65') y Manu Apeh (Manu Onwu, 87').

CÓRDOBA CF, 0: Pawel Kieszek, Fernández, Joao Afonso, Josema (Álex Vallejo, 76'), Pinillos, Javi Galán (Carlos Caballero, 86'), Edu Ramos, Javi Lara, Jaime Romero, Jona (Sergio Aguza, 50') y Sergi Guardiola.

ÁRBITRO: López Toca (Comité Cántabro). Amonestó con tarjeta amarilla a los cordobesistas Joao Afonso

GOL: 1-0 (90'+) Onwu.

INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la  decimotercera jornada de La Liga 1|2|3, disputado en el Estadlo Francisco Artés Carrasco ante 6.727 espectadores, con presencia de un grupo de seguidores cordobesistas.

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