Hay un punto estratégico de la ciudad donde el talento brota sin apenas parangón. Es posible que no haya en toda Andalucía una cantera tan prolífica, sin tener como apoyo un equipo o un deporte de masas. Y si hay otras, lo cierto es que se pueden contar con los dedos de una mano. Y en Córdoba existe. No hace falta más que cruzar la puerta del IDM Fátima para comprobar que allí se respira balonmano por sus cuatro costados. Pese a todo, también hay que remarcarlo, pues el Córdoba de Balonmano, considerado desde hace años como una de las entidades formativas más importantes del país en dicha disciplina, se ha visto en la necesidad de crecer, no solo con los problemas que puede acarrear todo club humilde (y que se han incrementado, como es lógico, en las ultimas fechas a causa del Covid-19), sino también de una limitaciones logísticas y estructurales, ajenas al propio club, pero que no han impedido al CBM consolidarse en lo más alto del balonmano español, sea en la categoría que sea.
El balón resuena entre las paredes y la pista de la instalación municipal, que con el paso de los minutos va cogiendo poco a poco ese tono tan característico. No es otro que el granate, sello marcado a fuego y más que arraigado ya en el ADN del conjunto cajista, que acumula casi 40 años de existencia. En efecto, y es que la temporada 1986-87 resulta trascendental en su devenir histórico, pues fue entonces cuando el entonces denominado Club Ebasur, presidido en aquellos años por Juan Ignacio Rubio, pasa a denominarse Club Córdoba Balonmano.
Ahí se puso el primer cimiento de un futuro de esplendor. Aunque entonces no fuesen conscientes sus precursores. Eso sí, aquel paso no fue fruto de una día, pues en su bagaje resonaban los ecos de locura y pasión por dicha disciplina de José Trillo, Antonio Reyes y Andrés López, quienes a finales de los 70 tuvieron la idea de crear una sección de balonmano en el extinto Club Juventud de Baloncesto. La historia, como se ha comprobado, les está dando la razón. Es más, no tardarían en llegar los primeros éxitos en clave de cantera, pues a finales de los 80, el conjunto juvenil se proclamó subcampeón de Andalucía, mientras que el cadete logró un bronce autonómico.
Mucho ha llovido desde entonces. Y el crecimiento ha sido imparable. “Es el esfuerzo de los entrenadores y el de los niños y niñas, y muchos años ya de conocer la cantera y muchas horas de trabajo con ellos, con mucha ilusión”. Esa, y no otra, es la receta del éxito del Cajasur CBM según su presidente, Miguel Pardo.
Nombres como Juan José Ortega Nano, Pablo Martín, Javier Parejas o Raúl Pavón destacan entre los canteranos que han ido completando su etapa de formación en el club hasta alcanzar el primer equipo, comandado a su vez por Jesús Escribano, otro de los que se puede considerar como un one club man, habiendo pasado por todos los escalafones deportivos del CBM, siendo jugador de cantera, ostentando la capitanía del primer equipo durante muchas temporadas, entrenando a la base y actualmente al frente de la primera plantilla. Sin duda, lo que viene siendo una familia deportiva.
Precisamente ese plantel senior, a día de hoy en la División de Honor Plata, es el foco guía de la entidad. La referencia para los jóvenes. De hecho, desde ahí partió uno de los momentos claves de su historia, quizá el más importante. Corría el curso 1990-91, y el CBM, en su segunda temporada en Primera, gozó de una sorpresa mayúscula, al hacerse con el segundo puesto en liga regular y ganarse el derecho a disputar la fase de ascenso a División de Honor, actual liga Asobal. Ahí es nada. Un rendimiento que empapó de ilusión a todas las bases. El reflejo de que llegar a la élite era posible, y además, se podía conseguir en casa. “Es el espejo o el faro que todos los equipos tienen a día de hoy”, subraya Pardo.
Pero si importante es la modalidad masculina, no menos lo es, o quizá más incluso, la sección femenina. Ahí, en el caso del senior, sobresalen jugadoras como Vera Rubio, Alba Cabanillas o Ángela Zurera. Además, por detrás vienen pisando fuerte Jessica Ojea o Lucía Lucena, entre muchas otras. “Tenemos la suerte de que tenemos una cantera de enorme nivel, con multitud de éxitos a nivel provincial, andaluz y nacional, y en el senior hemos intentado este año dar un pasito más ambicioso para buscar el ascenso de categoría lo antes posible”, indica Mario Ortiz, entrenador del Senior y del Juvenil femeninos.
Humildad, trabajo y pasión. Ingredientes fundamentales que han ido sembrando un camino de éxito, en el que aparecen hitos como el Campeonato de España Juvenil de 2007 o los subcampeonatos nacionales en categoría infantil en 2001, 2016 y 2019. Larga vida a una cantera de oro. Una factoría granate que respira ilusión. Puro talento al servicio de Córdoba.
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