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El CBM marca un hito del balonmano cordobés

Lance del duelo entre el Deza CBM y el Torrevieja

Rafael Ávalos

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Por muchos motivos, la 2020-21 va a ser una de las temporadas más recordadas para el club y quienes lo conforman. Si no es la mejor de toda su historia, poco debe faltar o entra en juego la percepción relativa. Esto último es la consideración de los éxitos en rango, a nivel global, que cada cual hace. Lo cierto es que esta campaña, que todavía no cierra por sus categorías inferiores, es inolvidable -y esto sí que es irrefutable- para el Córdoba Balonmano (CBM). De las razones existentes para ello, sobresale una muy especialmente. No es otra que el ascenso de su equipo femenino, el Deza, a División de Honor Plata, lo que tuviera lugar el pasado domingo. Y no sólo porque significa un crecimiento excepcional para un conjunto con apenas dos años de existencia sino por otro aspecto que no ha de pasar desapercibido. Con las granates en segunda división, la entidad es la primera de la provincia en la historia con dos representantes en las dos máximas categorías, en este caso en una idéntica.

El CBM va a tener, en efecto, doble presencia en División de Honor Plata el próximo curso. En dicha competición continúa el Cajasur de Jesús Escribano, su equipo sénior y estandarte. Aunque en realidad el baluarte del club presidido por Miguel Pardo es como lo fue siempre su cantera. Por si fuera poco, el principal plantel de la entidad va a vivir por primera vez en segunda categoría desde el cambio de acepción durante tres campañas consecutivas. Un dato éste al que ha de añadirse otro no menos relevante: alcanza ese hito propio en una temporada en que optó al ascenso a Sacyr Asobal, una posibilidad que no tenía desde hace algo más de tres décadas. Sólo el rendimiento y los resultados del conjunto granate más conocido es motivo sobrado de satisfacción para la institución con sede deportiva en Fátima.

La campaña 2020-21 aún podía tener un broche mejor, más allá de las categorías inferiores. Los escalafones de base, por cierto, no dejan de reportar éxitos a la entidad. El último fue la consecución de una plaza para el Campeonato de España, donde sólo están los ocho mejores del país de cada edad, del cuadro cadete. Lo consiguieron los jóvenes granates en un intersector disputado el pasado fin de semana en el remozado pabellón de Valdeolleros. De vuelta a los vestuarios sénior, ese colofón a un magnífico curso podía llegar de la mano del equipo femenino del club, patrocinado por Deza. Se podía producir con un ascenso a División de Honor Plata que resultaba, a priori, muy difícil. Casi quimérico podría decirse que era el sueño de alcanzar el segundo escalón de la elite. Primero por la aún brevísima existencia de la sección y de dicho equipo por ende. Después, por el potencial de uno de sus tres rivales en una fase que, como se sabe, se disputó en Fátima.

Como favorito partía, en principio, el Torrevieja Mare Nostrum, al que se enfrentó la escuadra de Mario Ortiz en el último choque de su sector. Y al que venció en un duelo con muchas imprecisiones en global pero notable por su parte. Como es lógico, dicho logro desató la locura en el pabellón cordobés. Pero sobre todo supuso un éxito sin precedentes en la disciplina a nivel provincial. El CBM marca un hito en el balonmano cordobés. Sí, es el referido. Va a tener dos conjuntos en las máximas competiciones nacionales, en este caso Plata para ambos. Es la primera ocasión en que tiene lugar una circunstancia de este tipo, lo cual tiene un valor enorme. Quizá no pueda recordar etapas en Sacyr Asobal, ya que en Guerreras Iberdrola es imposible, pero sí de una doble representación desconocida y por tanto única hasta la fecha. Lo de la principal división femenina es consecuencia sólo de otro dato histórico, que viene a resaltar más si cabe el papel del Deza. En efecto, ésta es la segunda temporada del equipo.

Otros clubes alcanzaron la máxima categoría en la provincia, en modalidad masculina y en la femenina. Es el único techo que todavía tiene un club que parece aproximarse a ello -aunque sea siempre con objetivos más humildes, lo cual no quita su ambición-. En la temporada 1996-97 Córdoba tuvo su primer club en Asobal, entonces sin Sacyr por delante. Fue el Prasa Pozoblanco, que abrió el camino a otras entidades. El ARS Palma del Río siguió su estela en la campaña 2012-13. Ambos estuvieron apenas un curso en una competición en la que, sin embargo, se consolidó el Ángel Ximénez para convertirse en el referente indiscutible del balonmano cordobés. Los de Puente Genil se estrenaron justo después que los palmeños, en la 2013-14, y desde entonces no cayeron a División de Honor Plata. Mientras, en féminas fue el Adesal el único capaz de llegar no sólo a segunda división sino a la primera, Guerreras Iberdrola, en la que, sin ir más lejos, estuvo esta 2020-21 -su tercera experiencia-. Al CBM le falta probar esa miel, pero tiene otra con un gusto no menos agradable.

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