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Viva Belgrado afilan su tránsito a la luz evitando el punto medio: “O gustamos o no”

Europa Press

20 de enero de 2024 06:00 h

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Los cordobeses Viva Belgrado han lanzado al mundo este viernes Cancionero de los cielos (Fueled by Salmorejo, 2024), su cuarto álbum, primero con su sello propio, en el que juegan de estilo en estilo para explorar un tránsito de la oscuridad a la luz y completando una paleta de colores que les hace pisar baldosas musicales de todo tipo en su docena de canciones.

En entrevista con Europa Press, el vocalista de la banda, Cándido Gálvez, habla del orgullo de 'Cancionero de los cielos', que nace al calor de Fueled by Salmorejo, nuevo sello propiedad de la banda tras su paso por Aloud que, si bien implica más trabajo, todavía no altera la esencia de Viva Belgrado, que ya era propietario de prácticamente todo su producto desde que entraba a fábrica hasta que salía al mercado.

Tras admitir que “todavía queda mucho por aprender de este nuevo formato”, Gálvez recalca que la banda “siempre ha estado muy involucrada” en todo el proceso de creación, algo que está en “el AND”.

De este modo, ya en el pasado se encargaban desde cerrar conciertos hasta supervisar ediciones o gestionar el producto en fábrica. “No es algo que nos haya pillado de nuevas, es algo que nos gusta hacer y disfrutamos mucho haciendo”.

Aunque “sí supone una carga de trabajo muy grande” al sumarla al “trabajo creativo” y al día a día, Viva Belgrado se da por “satisfecho y contento”, ya que “añade otro punto de emoción aparte del punto creativo” e incluso multiplica el orgullo por el producto final.

“Somos muy 'control freaks', la verdad. Nos cuesta mucho delegar, nos gusta saber qué está ocurriendo en todo momento”, certifica en conversación con Europa Press.

De la inseguridad a la constancia

Gálvez ve sorprendente que se les perciba como un grupo apuntalado en la seguridad, ya que la realidad pasa por cierta “inseguridad” en ellos mismos. Defiende igualmente que la constancia es una premisa que persiguen pese a las obligaciones de la vida adulta.

De igual modo, reconoce que la banda pasó, como tantos compañeros de profesión, por un punto de inflexión con la pandemia, hito histórico que dio en los dientes de Viva Belgrado, que tras sacar su tercer álbum, 'Bellavista', “cortó en seco los planes” diseñados en ese momento.

Con la “gira más ambiciosa” hasta entonces ya dibujada y decenas de fechas en el calendario, se había planteado la promoción del disco como nunca antes. “Y después de eso tuvimos que obligarnos a tener trabajos de personas adultas”, a lo que hay que sumar que la guitarra de Pedro abandonó la banda.

Desde entonces y hasta ahora, “sí que hay un Viva Belgrado 2.0”, con nuevos miembros “y nueva configuración a nivel de trabajo”, incluso “a nivel estilístico”.

Una evolución achacable también al paso del tiempo y a la forma en la que las personas cambian en cinco años, lo que obliga a admitir la metamorfosis. “La música que te apetece hacer y cómo te apetece expresarla también cambia. Sí, definitivamente somos Viva Belgrado 2.0”

El obligado encierro echó al grupo en brazos de un ritmo de trabajo en el que aprendieron a avanzar bajo techos individuales y dar forma a un muestrario de canciones que también están impregnada, de algún modo, de pandemia. Formas de ejercer el oficio que, ahora con menos tiempo para poder citarse en el local y con uno de los miembros viviendo en Madrid, se reeditan ahora.

Viva Belgrado enfila una nueva etapa en la que parten de una legión de seguidores como base, algo que “da mucha seguridad” a la hora de lanzarse a los escenarios, ya que se parte de la premisa de saber que los conciertos “van a funcionar”.

Extremo por el que Viva Belgrado se siente “afortunado” y con potestad para encajar sus “volantazos de estilo que el público ha entendido muy bien”. “Con nosotros cuesta mucho encontrar el término medio. O no gustamos o te gustamos mucho, y a los que gustamos, aceptan muy bien todos los cambios que hacemos y las propuestas que igual pueden ser muy arriesgadas a nivel estético”, asevera el vocalista de la banda.

El volantazo como esencia

Un paseo por estilos musicales de un track al siguiente que, según defiende Cándido Gálvez, desde el segundo disco del grupo “es parte de la esencia” de Viva Belgrado, que siempre ha gustado de “jugar con los cambios” para no ejercer siempre el mismo estilo.

“Eso la gente lo tiene ya muy interiorizado y nosotros estamos agradecidos por que lo acepten”, apunta el cantante.

Volantazos que ya se escenificaban en la primera de las entregas del disco que sale hoy a la luz, ya que con Elena observando la Osa Mayor como primer single se intentó “sorprender un poco a la gente” con un tema “muy accesible” para todos los públicos aunque quizá “no hecho para los fans”.

Un primer pase que “no cerraba puertas” y democratizaba a Viva Belgrado. “Queríamos que el primer tema abriera la nueva etapa, sin cerrarnos a nadie”, argumenta Gálvez, que señala que la intención era “jugar” aunque hubiera tenido cabida “algo más energético” para abrir boca.

El otoño siguió trayendo píldoras de Viva Belgrado con Perfect Blue como segunda parada, una canción que “a nivel de producción es más difícil, más ruidoso, con dos baterías y guitarras distorsionadas” que hacen que la voz se quede “un poco hundida en la mezcla”.

Una canción que en todo caso “tiene más rollo de single, de canción melódica, con estribillos, voz melódica y letra más positiva”, algo que hasta este momento no había sido un formato “muy explotado” por Viva Belgrado. Con todo, ha derivado en ser la canción “con mejores números” en cuanto a escuchas a la hora de estrenar.

Júpiter and Beyond the Infinite aparece como tercer single del álbum con Erik Urano como compañero de viaje un socio que desde el rap “entendió muy bien la simbología” que Viva Belgrado quiso darle al tema, ya que añadió “un universo cósmico que encajó muy bien”.

Un tercer tema arropado por un coro infantil que viene a representar casi un paradigma del momento actual de Viva Belgrado, “una especie de renacer” que “estratégicamente” ha llegado a ser incluso “interesante”.

La última de las muestras antes de que este viernes saque a pasear el disco entero fue Tragaluz, donde irrumpe la versión más pop de Viva Belgrado con una letra que se da la vuelta hacia la oscuridad, un relato “que tiene mucho de quejío flamenco, con un mensaje sencillo pero que guarda una tristeza súper profunda”.

“Una letra cortita, con pocas frases que repite estrofa y estribillo y que dice algo muy sencillo, un poco inocente, que encierra tristeza”, explica.

La docena de canciones que termina por coger forma bajo el paraguas de 'Cancionero de los cielos' ofrece un repertorio que, en ningún caso, permite elegir un tema que “represente bien el estilo del disco”.

Un álbum que “toca muchos palos, con registros diferentes, que cuesta definir y que va de la oscuridad a la luminosidad”.

“Empieza con un registro más fiel a lo que habíamos hecho anteriormente, más oscuro a nivel instrumental y lírico, pero se va a abriendo a una parte más luminosa, más brillante”, describe Cándido Gálvez, que certifica que este recorrido termina por conjugar “el paso de la noche al día, de un cielo nublado a soleado” que querían plasmar en 'Cancionero de los cielos'.

Del hardcore al pop pasando por una ranchera y hasta con interludios acústicos, el cuarto disco de Viva Belgrado se vestirá de largo por primera vez el próximo 2 de febrero en La Paqui --antigua BUT, Madrid--, donde quedará patente el “salto” al que se enfrenta el grupo a todos los niveles.

“Antes éramos una banda de rock acostumbrada a tocar con lo puesto. Guitarra, bajo, batería, casi sin probar, muy seguros de nosotros mismos”, afirma, admitiendo que la evolución en cuanto al sonido y la puesta en escena provoca ahora “cierta inseguridad”. “Ya no podemos llegar media hora antes. Hay que probar con calma, pero tras tantos años apetecía ir añadiendo cositas”.

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